Sección: Página Caliente
Hay olor a uranio "enriquecido". Los gobiernos de dos de los pueblos mas empobrecidos, hindúes y paquistaníes, tiraron la bomba.
La señora Miyoko Watanabe, sobreviviente de Hiroshima dijo: "Desde que se repitió (el hongo nuclear) en la India y Pakistán, tengo tanta ira que no puedo dormir, más que las explosiones, no puedo entender la celebración de la gente en esos lugares"[1]. Los que ordenan las explosiones sólo saben de la bomba por imágenes y palabras, jamás lo sintieron en sus cuerpos, y si la gente baila y canta en la India y Pakistán es porque está siendo engañada por sus dirigentes como nosotros (los japoneses) fuimos engañados por los nuestros hace más de 50 años".
Se le plantean los mismos interrogantes que a Einstein y Freud hace 56 años cuando buscaron dilucidar el -¿Por qué la Guerra?[2] El nombre que le pusieron al avión que lanzó la bomba -Enola Gay- que era el de la mamá del comandante, con el adjetivo: alegre y el que le pusieron a la bomba, little boy -pequeño muchacho, dan pista. La alegre madre, les tiró su muchachito a poblaciones japonesas para matarles, 210.000 personas. Además de, en número mucho mayor, llenarlos de inválidos, deformes, y degenerados genéticos.
Los que la sintieron no sólo como imagen o significante, sino como sufrimiento en lo real de su cuerpo y en el de sus seres queridos, la llamaron "pika don" -rayo y la onomatopeya de lo que oyeron en ese instante. Para ellos la bomba no fue representable, resultó casi, puramente real.
La potencia mundial que registra mayor número conocido de asesinatos de litle boys, es Maestra. Sus alumnos, sobrante de esclavos empobrecidos, se manifiestan dispuestos a comer pasto, con tal de eliminarse mutuamente. Vecinos a grandes potencias en ascenso decadente, Rusia y China, pueden apretar el botón de una "necesaria" devastación nunca vista.
[1] Oscar Raúl Cardoso, enviado especial de Clarin: 1-VI-98
[2] Sigmund Freud, Obras Completas, tomo XXII a partir de la página 183 (Amorrortu)