Veinte años no es nada...

Veinte años no es nada..., pero retrosignifican la dignidad de un acontecimiento[1]

A fines de julio de 1984 se desarrolló en Buenos Aires el Tercer Encuentro del Campo Freudiano. El primero, había transcurrido en Caracas con la presencia pública (la última ante tantos colegas internacionales) de Jacques Lacan. En él[2] nos invitó a participar en París, “su casa”, en el segundo. Al primero no fueron por decisión política, algunos de los actuales líderes de la Escuela de Orientación Lacaniana y otros de tradición independentista. A algunos de los que fueron, les fue muy mal en el “frotti frotti”[3] con Miller (Jacques Alain y Judith), Diana Rabinovich y Charles Melman, por haber sostenido, en la malla de un importante trabajo analítico sobre Las Ciencias Humanas[4], posiciones sólidamente críticas a la modalidad con que se había organizado el Congreso. A partir de ese acontecimiento que llevó a Juanqui Indart por sugerencia de Miller, a pedir el retiro de su escrito de Las Actas sobre la enseñanza de Lacan en América Latina, se fue perfilando el goce de Jacques Alain y Judith en forjar una nueva organización piramidal internacional de psicoanalistas.

El Encuentro de julio de 1984, se llevó a cabo de esa manera. Lo me indujo a que, aprovechando la fisura que dejó que la última reunión del mismo fuera con lista libre de oradores y tema libre también, dijera las siguientes palabras[5].
La histérica le dijo a Freud: déjeme hablar, y Freud hizo suya esa demanda, transformándola en la única demanda a los analizantes: “asocie libremente”.

¿Qué nos dice Lacan de la libertad?

“De lo que tiene que liberarse el sujeto es del efecto afanísico del significante binario, y si lo examinamos más de cerca, veremos que efectivamente no se trata de otra cosa en la función de la libertad.”[6]
O sea que Lacan nos propone liberarnos del sentido (que siempre es imaginario), en función de la libertad.
El cartel que nos preside dice: “La práctica analítica, hoy”. Como soy un poco loco, lo tomo al pie de la letra y digo que la “Discusión general de la práctica analítica, hoy” pasa por analizar la práctica de este encuentro, en su discurso.

Como encuentro “del” Campo freudiano ha sido exitoso, en tanto en la mayoría de los trabajos, obviamente no pude escuchar a todos, pero arriesgaría que en todos, encontramos ese campo.
Pero como todo encuentro, no pudo dejar de serlo con lo real, y en tanto tal, fallido. Si escuchamos los lugares donde se produjeron fallidos, tal vez otro algo de la verdad de este encuentro, podamos escuchar.

Miller nos planteó en su discurso de apertura que no estamos dispuestos a formar una nueva internacional y en eso es lacaniano. Pero cuando entro al edificio me encuentro con un afiche que dice: “Fundación Campo Freudiano ‘en’ Argentina”, Fondation du Champ Freudien (no dice ‘en’ Francia). Por lo tanto lo que Miller dice, es cierto. Participamos en un Encuentro que no es de una Internacional, sino de una Casa Matriz francesa con al menos una, sucursal ‘en’ Argentina.

Tal vez como ingenuamente respondería alguien que recién comienza su análisis se me podría decir:- Ud. está haciendo una historia de puras casualidades.
Sin embargo, como a mí Lacan me convenció de que somos sujetos del significante y divididos por lo que queda como resto de la operación, INSISTO. Los informes para plenario, todos lo sabemos, fueron encomendados “personalmente” por Jacques Alain Miller con suerte diversa.

Pero sujetos a esos textos que nos presiden en afiches y cartel, quienes diseñan lo que no llega a ser publicación, pues está enunciado como “prepublicación”, enuncian lo que está ahí, como “Las ponencias teóricas”, con lo que transforman a los otros ciento y pico de trabajos en meros protocolos prácticos. ¿Dónde quedó la tenaz insistencia Freudo-Lacaniana en el concepto de significación por retroacción?

Demás está decir que todos han observado el distinto trato dado en algunos paneles a “algunos”colegas franceses en relación a los latinoamericanos, exceptuando a “algunos”, también. Que serían aquellos dispuestos a, como alguno ayer propuso valientemente, enunciar una ortodoxia[7], para en seguida dejar caer el significante metáfora paterna y sustituirlo por metáfora materna. El inconsciente es una máquina y siempre tiene razón, metáfora materna es el significante que más conviene a casa matriz.

El lapsus de Diana Rabinovich lo dice, deja caer el significante Lacan y en su lugar emerge Jacalan.
Aunque en las actas no figure así, recuerdo que en su “Cláusula de clausura de la experiencia analítica” en Venezuela, lo que más insistía en Miller, era que nos iba a presentar otro Lacan. Tiene derecho a eso, pero que sea efecto de su discurso. Por ello alerto, debemos cuidar que el efecto de grupo, no se sobreponga al de discurso”

Esta fue mi exposición. Agrego algunas reflexiones. Posteriormente al plenario y, enfriado el calor de los aplausos, a algunos les vino el susto. Emergieron entonces argumentos que en el plenario no hubo ánimos o se consideró no era ocasión de decirlos. “Xenófobo”. “No entiende que el amo es un efecto de estructura y que por lo tanto es mejor elegirlo, sino, se queda sometido a cualquiera”. “Miller es el único en el movimiento lacaniano que propone estructurar una alternativa a la asociación Psicoanalítica Internacional, sede de la mayor resistencia al psicoanálisis”.
Vamos por partes.

De la lectura del discurso, se puede desprender que no hay xenofobia. Se señalan en él, actos de “algunos”colegas franceses, argentinos y de otros lugares de Latinoamérica. Lo que se denunció fue un efecto de un grupo que tiene su casa matriz en Francia y que había compartido el fracaso a la Escuela Freudiana de París[8]. Si hay algo de mentalidad colonialista en esos algunos colegas franceses, el problema en todo caso no es sólo de ellos, sino también de los algunos que se les someten.

La experiencia histórica hasta ahora dice, que no se ha logrado llevar a cabo en ningún país del mundo el viejo ideal de una sociedad sin amos. La sociedad psicoanalítica no se excluye de dicha experiencia. Pero en ella se plantean dos cuestiones, una coyuntural y una estructural. En la coyuntura, la pregunta es por el lugar de Miller. Ser amo es un significante, que aunque se herede, hay que poder sostenerlo. Es habitual para los analistas escuchar a sujetos hablar de sus herencias perdidas por no haber podido soportarlas. Miller logró demasiado más que ser sólo un albacea designado por Lacan para administrar su herencia pero también fracasó en editar más de la mitad de los seminarios que dio el Maestro francés, además de errores que cometió en los que logró establecer. Pero también es cierto, que tiene méritos propios para relanzar discursos en la teoría psicoanalítica. También es cierto que hay importantes psicoanalistas, tanto aquí como en París que han puesto en tela de juicio, tanto elementos importantes de cómo él establece algunos textos de los seminarios de Lacan, como también algunas de sus nuevas aportaciones teóricas. El tiempo dará su veredicto. Para ello es necesario que los analistas tengan acceso a la diversidad de discursos. Por ahora hay un solo amo: Freud-Lacan.

En lo que hace a la estructura: la dialéctica hegeliana del Amo y el Esclavo capta sólo el efecto imaginario de la misma. Es así que no puede dar cuenta de los movimientos internos a dicha relación. Lacan captó su dimensión simbólica y la graficó en su esquema de los cuatro discursos. La relación entre el Amo y el esclavo, está intermediada por el saber y el sujeto escindido.

En tanto el discurso del amo rota al discurso de la histeria, o sea que hace presente la división del sujeto, el discurso del analista es el único adecuado para poner al amo en el lugar de la producción. Mi posición en el Encuentro, al leer aquellos puntos y aquellos lapsus, en que en sus organizadores hablaban otra cierta verdad, apuntó a producir dicha operación discursiva.

¿Estructurar una alternativa a la Asociación Psicoanalítica Internacional? De acuerdo. Pero, ¿repitiendo y aún empeorando sus métodos? La ética del psicoanálisis nos enseña que los métodos producen el fin. Por lo tanto, si el fin perseguido como corresponde a la ética del psicoanálisis es el del bien decir, los medios se deben adecuar a él[9].

Una última cuestión que sirva de aclaración. Lo que dije se sostuvo en la ética que propongo, que en realidad creo, es la que nos supuso Lacan, cuando rechazó que el efecto de grupo se sobreponga al de discurso[10]. Por lo tanto no representó a nadie más, que a mí mismo, aunque los aplausos indicaron, que una gran mayoría de los 1.100 asistentes, se sintió representada en mi discurso[11].

A veinte años de esa experiencia, creo que el tiempo dio la razón a lo proveniente del inconsciente de los organizadores y que llevó a que yo produjera las interpretaciones que se leen en ese discurso. En ese momento, no habían ingresado a la Escuela de la Causa Freudiana, nada más y nada menos que Francoise Dolto y Octave y Maud Mannoni. Muchos de los que se habían quedado, entre ellos Mellman, Safouan, Allouch, Pommier, etc. hoy forman parte de otros agrupamientos.

Hay buenos y malos analistas en todos lados, verdaderamente no hay “garantía del Otro”[12] ni de ninguna institución ni agrupamiento en particular, tampoco del que yo formo parte. Un buen analista es producto de condiciones de estructura subjetiva adecuadas, articuladas a buenos análisis y consultas sobre el trabajo trabajo propio[13]. Por eso hoy más que nunca: “Un analista no se autoriza más que de si mismo”[14]. A lo que agrego: y de los resultados de su trabajo y su capacidad, para dar razones suficientes sobre sus éxitos y fracasos.
Sergio Rodríguez

[1] Este artículo retoma y amplía uno publicado en mi libro prácticamente agotado:Des-Con-Cierto
[2] Ver las actas del mismo
[3] Ver album de fotos de Lacan compiladas y editadas por Judith Miller
[4] Juan Carlos Indart
[5] Publicadas en mi libro Des-Con-Cierto
[6] Ver: Los cuatro conceptos del psicoanálisis
[7] Licenciado en Psicología Roberto Mazzuca (varios años profesor de psicopatología en la UBA)
[8] Ver respuestas de Jean Clavreul en : Quartier Lacan
[9] Hace pocos años se desató pasión en Miller por acercar la AMP con la IPA.
[10] Ver su Carta de disolución de la Escuela Freudiana de París
[11] No obstante lo cual después, durante unos años tuve que atravesar un situación fuerte de aislamiento, aún por parte de los que más decididamente habían estado de acuerdo con migo
[12] Tal como lo planteó Lacan
[13] Los hábitos suelen llamarlo análisis de control (¿?) o peor aún: Super-visión
[14] Lacan, Proposición del 9 de octubre de 1967