Medios de comunicación masiva siglo XXI, la gata Flora al Poder

Psyche Navegante
www.psyche-navegante.com
Sección: Última hora


Tema: Las modificaciones tecnológicas y su apropiación por las corporaciones más concentradas del capitalismo, reforzaron al capital financiero y a los “mass media”. Así, el discurso del capitalista controla férreamente la sociedad con anomia y anarquía.


Se acercan las elecciones de octubre. El entusiasmo no bulle espontáneo. Los candidatos de todos los colores, casi han renunciado al calor de los actos masivos de calle. Han pasado a la historia convocatorias como los del radicalismo y el peronismo en 1983... a menos de veinte años...

Veinte años que son un siglo. Siglo en el que la tecnología permite las comunicaciones en cualquier lugar del planeta en tiempo casi real. Lo que no ha resuelto y si tal vez agravado el malentendido, la incomunicación de base entre los sujetos, el lenguaje y los Otros. Desaparecen los archivos kafkianos, llenos de biblioratos invadidos por el polvo y el amarillear de sus papeles por el paso del tiempo. Hoy hay discos rígidos, cd, back up... virus y desastres informáticos. Ya no es necesario incendiar un edificio para hacer desaparecer información. Incluso se inventaron, para lo que queda de otras épocas, unas prácticas maquinitas que hacen pedacitos en muy poco tiempo grandes cantidades de papel acumulado. Todo cambia, menos la pasión por destruir informaciones “inconvenientes”. Los personajes de Kafka no caminarían hoy entre altas paredes llenas de estantes cubiertos de folios sepia. Tampoco toserían sus tuberculosis. Tomarían hipotensores, sedantes, pastillas para dormir, y se prometerían todos los días dejar de fumar, comer sanamente y hacer gym. Ah... y se desvelarían por los caprichos de las computadoras, u ordenadores si viven en España. Pues nada más terrible que un desorden en los ordenadores. Se pasa a ser un inútil que no recuerda nada, ni siquiera sus citas próximas y ni que decir cálculos y registros engullidos por el Excel, estropeado por el maldito mother (mader) que en verdad tendría que ser dicha en femenino, aunque probablemente no sea más que otra puta madre fálica.

En fin, nuestros burócratas posmodernos no padecerían las mismas enfermedades que los kafkianos, pero no sufren menos. Este paisaje ha llevado a los trabajadores manuales a ser el 25 % de los que trabajan en la aldea global, mientras el sector servicios ocupa al 75 % restante. Reflejo de que mientras la producción se basa principalmente en el capital fijo (edificios, máquinas, herramientas) la comercialización, a pesar de la tendencia a los autoservicios, ha pasado a ser la actividad laboral que agrupa a mayor cantidad de personas. En el sector servicios tiene un lugar fundamental, no por la cantidad de personas que ocupa sino de dinero que maneja, la actividad financiera y bancaria. Actividad que se desarrolla ya no sólo a través de depósitos y préstamos, sino interviniendo en la compra y reciclamiento de empresas para hacer suculentas diferencias revendiéndolas al poco tiempo. Esto ha armado un sector de capitalistas que aislados del contacto directo con sus trabajadores y sin otra referencia significante que el dinero, -el significante que mata todas las significaciones-[1], les ha forjado condiciones de posibilidad más adecuadas para desplegar sin más límites que lo real su oral canibalismo y su sadismo anal.

También se entrelazan con lo que ellos llaman los sectores más dinámicos de la economía, o sea los que producen ganancias más amplias y como consecuencia ampliaciones de capital en menos tiempo. Entre ellas, un lugar destacado lo ocupan las corporaciones de comunicaciones, que tienen la base tecnológica necesaria para la producción de los medios masivos de comunicación. De ahí el peso que tomaron grupos como Clarín (incluido el canal 13), Telefé, La Nación, etc. Esto ha producido algunas modificaciones impensadas, como por ejemplo la pérdida de peso de las concentraciones electorales de calle. Claro que a eso ha contribuido fuertemente el desprestigio de los partidos políticos como efecto de que la complejidad creciente de las sociedades no ha encontrado aún, en ninguno de los puntos cardinales de sus diversas ideologías, respuestas que generen ilusiones. Pero esta nueva escena trajo otra consecuencia, la polis se ha trasladado a los pisos de televisión. A ellos se entra por disponer de los capitales necesarios o por portar un discurso que resulte seductor a los capitales que manejan los canales, radios y diarios. Típico ejemplo de esto último han sido o son, Chacho Alvarez y Graciela Fernández Meijide en sus tiempos de esplendor o ahora Elisa Carrió. Discursos que tienen en común, quejas sin propuestas consistentes y hablar en nombre de la gente. La muletilla suele ser: “la gente piensa...” muletilla que también usan periodistas “estrella” tipo Marcelo Bonelli. Muletilla con la que se otorgan una representación inconsulta. Lo que les atrae a los dueños de los medios, porque esa posición recoge las quejas y produce un efecto apto para la identificación, típica del discurso de la histérica. Claro que siempre dentro de ciertos límites que no pongan en cuestión las libertades irrestrictas para el ejercicio de privar de la propiedad pública a la sociedad y de ejercer sin ambages el usufructo de la propiedad privada o sea del goce de los amos. Ejercicio al que le llaman “seguridad jurídica”. Los otros dirigentes, sea de partidos grandes o sin carisma, tienen que pagar fortunas por los spots publicitarios, multiplicadas por la cantidad de repeticiones y de canales por los que los manden. Sin con esto quitarle responsabilidad a los sujetos que se corrompen, una de las bases de dicha corrupción, está en las ingentes sumas de dinero necesarias para ocupar un lugar necesario en la polis de los pisos de TV. Lo que está pasando con el PT brasilero es un ejemplo candente. Como decía antes, la pura queja es la típica posición de la histérica/o.

El/la quejoso/a se dirige desde su angustia al amo, quejándose de su condición de objeto “incomprendido”. Con lo cual lo único que logra es que éste produzca un saber que no puede no estar en disyunción con la verdad de objeto de los quejosos. Los quejosos momentáneamente, se sienten representados por el que lleve la voz cantante y el amo sigue disponiendo de toda la producción significante según la lógica del “saber universitario” El quejoso desde su lugar de objeto “victimizado” continuará produciendo quejas que al amo no le hacen ni cosquillas y todo seguirá igual. Hasta que el peso de lo real se cruce de tal manera en el deseo del amo de que “las cosas funcionen”[2], que esto se tornará imposible. Así ocurrió en diciembre del 2001. Pero si no surgen liderazgos capaces de arrastrar a las masas más allá de la queja, tras propuestas que puedan hacer de lo real de la crisis –síntoma/sinthoma[3]-, o sea transacción que no cese de escribirse hasta que una nueva contingencia exija otra escritura, la sociedad se precipita por el tobogán de la anomia, la anarquía y la disgregación. Fue lo que ocurrió cuando se impuso la consigna ¡Qué se vayan todos![4], típico desplante de histérica despechada. Lo único que logró fue el acceso al poder de alguien como Duhalde, amo más decidido y más hábil para producir un acto que perforara con lo simbólico lo real, acotándolo y tornándolo más manipulable. No sin dejar en el camino, asesinados por policías de la bonaerense a los piqueteros Kostecki Santillán y otros. Derogó la ley de convertibilidad, le dio aire a algunas exportaciones. Manejó las consecuencias de forma de no poner en riesgo con los créditos hipotecarios lo más apreciado para parte numerosa de las capas medias, la casa propia.

Esta experiencia debe hacernos preguntar sobre las consecuencias que abre la nueva hegemonía construida por la alianza del capital financiero con grandes corporaciones propietarias de los medios masivos de comunicación. Por una parte instalan a dichos medios como parte del núcleo duro del agente en el discurso del capitalista. Pero por su lógica de desarrollo, producen una relación imposible con una parte de otros capitales y a veces hasta entre ellos mismos. La disputa por las estrellas entre el canal 9, el 11 y el 13, la mostraron y muestran al rojo vivo. Hace a la ley de la mayor ganancia, principal motor del capitalismo y mucho más en esta época de discurso del capitalista, que los grandes medios refuercen su posición histérica. Su capacidad de llegada a las masas y su construcción del mensaje en función de lo que detectan como quejas prioritarias y predominantes en ellas, producen un circuito de retroalimentación que empuja a los lazos sociales a la disgregación. Algo de esto prefiguró Lacan con el matema del discurso del capitalista: Se puede observar en él que su agente, desde el puro corte real que divide al sujeto (al modo del de la histérica), no se relaciona directamente con los trabajadores. Pero si lo hace desde su verdad de significante amo decidido, dominante sobre los que saben hacer mercancías pero optan por no dirigir. Y que por necesidad (temor al desempleo), se alían a los amos contra los marginados por el sistema. Esto ha ido ocurriendo claramente en los últimos años. La mayoría de los trabajadores sindicalizados se marginaron, y a veces hasta se volcaron en contra de las protestas piqueteras.

Los desempleados estructurales pasan a ser así, un producto más, un objeto “a” desecho y deshecho, de la lógica de dicho discurso. Esto es grave para los afectados. Pero para el resto de la sociedad y la Cultura, tal vez lo más grave resulte de la tendencia a la disgregación que producen los medios masivos, al promover desde el corazón del poder la queja contra los servidores de turno del mismo. Al enviar así a sus televidentes, radioescuchas y lectores a un destino sin alternativas, estimulan el desánimo, el pesimismo y el derrotismo.

Las elecciones de octubre no presentan ninguna alternativa viable que resulte transparente. El duhaldismo, la UCR, los partidos de centroderecha se definen por sí mismos. El primero aliándose a Patti, lo que es ponerle rúbrica a los asesinatos de Kostecki y Santillán. La UCR presentándose esquizofrénicamente como no teniendo nada que ver con la Alianza que promovieron y que llevó a De La Rua, a López Murphy y a Cavallo al gobierno. Los de centroderecha (entre los que se incluyen Macri, Patricia Bullrich y López Murphy) de lo único que hablan es de su temor a que Kirchner se torne hegemónico. Lilita Carrió habla de un contrato moral que ya transgrede cuando pone de albacea a Olivera que fue mano derecha de De La Rua.

El Frente para la Victoria que se apoya en las realizaciones del gobierno de Kirchner, de la misma manera que los socialistas santafesinos en las llevadas a cabo por sus intendencias en Rosario, tuvieron que armar sus listas con lo proveniente de la vieja política. Esto ocurrió, por voluntad de algunos, y por imposibilidad de otros para encontrar nuevos referentes con postulaciones alternativas posibles y con peso popular para promoverlos electoralmente. Como resultado esas listas tienden a ser un cambalache[5]. Pero que como todo cambalache pueden tener, si sabe buscar y hacer algo con lo que se encuentre, alguna buena oportunidad.




[1] Lacan: Seminario de la carta robada en los Escritos I
[2] Lacan: La Tercera de Roma
[3] Nueva – vieja escritura de síntoma propuesta por Lacan para la palabra síntoma que trasmite a mi modo de leer, la aserción por parte de él que hay momentos que se logra hacer del viejo síntoma un sinthoma que anude más eficazmente para el o los implicados, Real, Simbólico e Imaginario.
[4] Consigna hegemónica en las manifestaciones masivas de finales de diciembre del 2001 bastante tiempo más.
[5] Recordamos así al preclaro tango de don Enrique Santos Discépolo