¿Las mujeres son mujeres? ¿Los homosexuales son perversos?

Un argentino, a la entrada de un ascensor, cedió su paso a una mujer en Nueva York. Sorprendido, se encontró con un gesto adusto de la dama a la vez que le gritaba: -¡sexista!. Cierta vez, una abogada atraída por la temática de una revista que dirigí[1] me llamó por teléfono para concertar una entrevista informativa. Lo hicimos y le pedí el domicilio de su buffet para concurrir. Me dijo que vendría ella a mi consultorio, a lo que contesté que faltaba más, que estaba hablando con un caballero andaluz que iría a donde estaba la dama. Exclamó: ¡Lo que me perdí por ser feminista!

Una muchacha, de gran estatura y fuerte complexión física, en atención psicoanalítica conmigo entró eufórica al consultorio a relatarme que ese día había estado descargando bolsas de 50 ks. en la empresa de su propiedad. Le pregunté por qué y para qué. Me respondió: -para apurar una descarga que sino resultaba demasiado lenta para los intereses de mi fábrica, pero además, porque así le demuestro a los peones que soy capaz de desarrollar la misma fuerza que ellos.

Le hice notar que tenía como ideal a los hombres, ya que les competía en terrenos en los que la contextura física media de los mismos condenaba a los menos preparados intelectualmente, a sufrir las tareas más pesadas. Me miró atónita, a la vez que se le borraba una sonrisa “sobradora” que le había decorado el rostro. Concurría a la consulta contando una vida heterosexual poco agraciada. Padecía intensas migrañas que la tumbaban a la cama a oscuras, hasta tres meses. En su análisis se fue desplegando una conflictiva principalmente depresiva, muy relacionada con que su mamá se había entregado por entero al cuidado de una hermana pocos años menor, afectada por una grave dolencia física. Dichas circunstancias habían favorecido que la desatendiera a ella cuando todavía era demasiado pequeña. Había reaccionado transformándose en un hipermaduro brazo derecho de la madre. Salió de su análisis curada de sus migrañas. Cómo otros, encarando relativamente feliz las dificultades de la vida.

Y conviviendo con una pareja homosexual a la que amaba mucho y por quien se sentía muy amada. Tal vez el lector ya imagine que esa pareja, con la que funcionaba muy identificada a como habían funcionado su madre y ella con su hermana, era menor que ella. A pesar de que su análisis llegó sólo hasta ahí, creo que le resultó muy útil.

Cierta vez un hombre me consultó torturado por la pregunta sobre si era homosexual o no. Una particularidad de la misma provenía de que las únicas relaciones sexuales que había practicado desde los diecisiete años habían sido homosexuales. Tenía 34. Eso sí, orgullosamente se describía como penetrador, no se dejaba “coger”. Tampoco “mandonear” por los jefes. Otra particularidad provenía de que a posteriori de haber padecido un amor platónico por una mujer bastante mayor que él, había “caído” bajo la seducción de la joven esposa de uno de sus mejores amigos. Con esa joven se había acostado un par de veces, a partir de lo cual había entrado en un estado de gran angustia (ahora le llamarían panic attack), inhibición y culpa. Afectuosamente, dicho matrimonio lo había llevado temporariamente a vivir con ellos para cuidarlo. A través de vicisitudes intensas, el análisis de este hombre elaboró muchas historias de su vida, lo que le facilitó reubicarse y acercar mucho más sus posiciones de goce a sus deseos. Entre otras cuestiones, en el terreno de la homosexualidad, pasó a gozarla no sólo activa sino pasivamente. Mantuvo su vida libidinal entre un deserotizado y amoroso desprecio por las mujeres y un amor tierno y erotizado por su pareja homosexual. En su oficio, dejó de quejarse de los jefes y pasó a ser reconocido como Maestro.Vayamos a la Viena imperial de los comienzos del siglo XX. Entre los que ocupaban posiciones importantes en bancos, industrias y en la corte del emperador, los matrimonios eran concertados mayoritariamente por los padres de los novios en función de intereses económicos.

Recordemos la batalla que hubo de librar Freud por su Marta y para que no lo casen con una prima y el peso que tuvo en la neurosis del “hombre de las ratas” el matrimonio por conveniencia entre sus padres. Todo eso al compás de los valses románticos de la familia Strauss que semblanteaban atmósferas de amor cortés. Mientras, los varones con algún poder dinerario sostenían una “segunda casa” con su amante y sus hijos entenados. Y las esposas: amantes furtivos. La homosexualidad, particularmente la masculina que había sido el ideal de los griegos que fundaron la cultura occidental, era repudiada por la sociedad. Que cuando no podía lanzarse sobre el trasgresor como lo hicieron los “british” con Oscar Wilde, renegaba (desmentía) lo que sabía.

En ese contexto, el serio y científico Herr Docktor Sigmund Freud, cocinado entre las observaciones de Charcot, los resultados de Breuer con Anna O y las observaciones sobre la sexualidad infantil y adulta de Havellock Ellis, se anima y descubre la función central del Inconsciente y al deseo sexual como su motor. Pero no sólo, sino que se hace cargo de que los niños no son ángeles como quiere creer el mito monoteísta paternocéntrico, sino que viven su sexualidad como la gran ordenadora de su vida. A don Sigmund, no lo dejaba dormir la pregunta sobre de donde les viene a los niños la curiosidad por lo sexual. Primero supone que de otra: -¿de donde vienen los niños?. Hasta que el encuentro con el pequeño Hans le hace advertir que ésta, resulta lógicamente segunda a una observación fundante: no todos tienen “la cosita”.

Fue decisiva para Juanito. Debido a que su propia “cosita” se le había hecho real al hacerle sentir un placer hasta entonces desconocido. Freud capta que el complejo de castración, ocupa la escena central del viejo “complejo de Edipo”. El temor a perder el pene en los nenes, la envidia por no tenerlo en las nenas, forman parte de los organizadores inconscientes de su economía psíquica. Queda planteada un lógica: entre el pene “lo ausente” y su presencia. En el tiempo de la pubertad se establece una relación que va a terminar de resolver la pregunta cronológicamente primera pero lógicamente segunda: -¿de donde vienen los niños?.

Promedia el siglo XX. Lacan lee a Ferdinand de Saussure, que paralelamente a cuando Freud publicó Los sueños..., El Chiste... y Psicopatología de la vida cotidiana, había dictado su Curso de Lingüística General trasmitiendo importantes discernimientos: un significante es la presencia de una ausencia, es lo que tiene efecto de significación, etc. Reconoce entonces, que lo que Freud había observado en Juanito y en muchos otros pacientes femeninos y masculinos, era nada más ni nada menos que el funcionamiento general del lenguaje cómo sostén de la economía psíquica inconsciente (la fundamental). Que lo castrado es el lenguaje. Que por más que se hable, siempre queda un agujero sin significar, en razón de lo cual se torna necesario volver a hablar.

Perverso es quien trata de desmentir esta verdad de la subjetividad parlante y obligar a los demás a soportar su renegación. A imponerles que él puede llenar todos los agujeros y producir enunciados que resuelvan totalmente los problemas. Los jefes de totalitarismos y fundamentalismos se colocan en posiciones perversas. Y para ello no importa su sexo, color político ni religioso, tampoco su formación cultural. Pueden ser, fascistas, rojos, feligreses, universitarios neoliberales o simples mafiosos. O pueden ser también quienes de una práctica íntima como la heterosexual u homosexual, intenten hacer una militancia. Organizadores de los espectáculos del “orgullo gay” o inquisidores (curas, médicos, psicólogos y hasta pseudos psicoanalistas) que anatematicen las modalidades de goce erótico de cada uno. Se pueden llamar George como Bush jr., Margaret como Thatcher, Bin como Laden, Josef como Stalin, Adolf como Hitler, etc. Podemos agregar al marqués de Sade, Jack el destripador y muchos más. Que se sepa, estos que nombré son heterosexuales.

Ser homosexual no es por sí, índice de perversión. Muchos de entre ellos no son perversos. Simplemente gozan de una disidencia entre su sexo anatómico y el lugar sexual en que se ubican para el goce erótico. Que como lo descubrió Freud en Tres ensayos... en algunos su homosexualidad se sostenga en la renegación del complejo infantil inconsciente de la castración, no los instala en la perversión como erróneamente creyó el Maestro. Además, no en todas ni en todos, ese es el camino único que los lleva a la homosexualidad. Los cada vez más frecuentes “bisexuales”, suelen ser muestra palmaria de que las sobredeterminaciones de la homosexualidad revelan ser mucho más complejas que suponerla ligada solamente a la “renegación de la castración del pene”.

Ser mujer no es ser menos, ser hombre no es ser más. Sí es cierto, que lo que hace producir al lenguaje es la falta que convoca a seguir diciendo, y hasta generar “lalengua”[2]. Una linda analogía es la del hueco uterino como carencia que acoge al futuro bebé cofundado por la actividad de un pene presente. Un hombre entrega un espermatozoide necesario, para fecundar un óvulo ovulado por una mujer. Así, entre el vacío y lo presente: la vida.



[1] Cuadernos de Herramienta nº 1
[2] Neologismo con el que Lacan nomina a un concepto clave que aclara como se van modificando las lenguas y transformando en otras, gracias al sedimento que va quedando del goce que vía formaciones del inconsciente o inventos de la poética, agrega nuevas letras y significantes para tratar de dar cuenta de aquello que a las lenguas se les escapa.