Las últimas elecciones y el desgarramiento social y político

Psyche Navegante Nº 80
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Sección: Última Hora



Tras el impacto imaginario de los resultados electorales, bullen amenazas reales que sólo una adecuada capacidad de simbolización y pasaje al acto, podrán conjurar.

Las últimas elecciones produjeron dos grandes impactos imaginarios. El arrollador triunfo de Cristina Kirchner y el notable ascenso porcentual de Elisa Carrió.
Encubierto por dichos impactos, bulló lo real de la situación política actual: la persistencia de la disgregación resultante del abismo 2001/2.

Ese real, es reproducido traumáticamente por la disgregación de los partidos políticos tradicionales y las máscaras, conque intentaron dibujar diferencias. La, envejecida Unión Cívica Radical, se adhirió en medio de peleas a tres alternativas. Lo evidente es que perdió protagonismo y no sólo votos propios. Su fugitiva Elisa Carrió, inventó la Coalición Cívica que agrupó desde gente de la derecha conservadora hasta izquierdistas abrumados y descreídos de sus propias ideas. Terminadas las elecciones, 8 de sus diputados ya emigran hacia destinos ignotos. El macrismo vio hacerse añicos su oportunista capital electoral capitalino y su principal socio Ricardo López Murphy quedó reducido a su declaración testimonial neo liberal, hecha realidad ominosa en sus desgraciados días de ministro de economía de Fernando de la Rua, cuando con tal de pagar a los grandes capitales intentó succionar presupuestos de educación, hospitales, etc. Ya, ni sus amigotes más cercanos lo bancan. A la vez Francisco de Narvaez no dio en “la Tecla” esperada y arrastró en su derrota a un Macri primo. De Sobisch, Mernem, Rodríguez Saa, etc., no hace falta hablar. A pesar de sus millonarias campañas y de usar íconos del peronismo, arrastraron un miserable 10 %. Lavagna, jinete de dos caballos, alfosinista en los 83, luego nuevamente peronista, hizo una elección discreta que lo mantiene en marquesinas. La izquierda “bullanguera” casi no figuró, como señaló Kirchner en referencia a Santa Cruz. El top ten del ridículo de dichas agrupaciones lo dio el espectáculo Partido Comunista y Humanista juntos, planteando como consigna “central atrapa masas”: por una verdadera unidad latinoamericana. Juntó algunos votos más el tándem Pino Solanas – Claudio Lozano, insistiendo en una posición testimonial “progre’ económicamente correcta”, pero marginada de analizar y operar en función de las correlaciones de fuerzas nacionales e internacionales. Probablemente los mueve una vieja creencia purista de que si se enarbolan banderas justas, alguna vez las masas entenderán y correrán presurosas a sostenerlas. Lástima que en ese camino, dejan de intervenir en el campo en que sí está la lucha, el campo kirchnerista.

El kirchnerismo. Es lo más parecido que ha habido al peronismo de Perón. Agrupa, desde idealistas insistentes, hasta mafiosos obcecados. En el medio, una gama de lo mejor y lo peor de la política argentina. Cristina largó la campaña con un buen discurso, pero como en política un hecho vale más que mil palabras habrá que observarla en su accionar. Éste, dependerá no sólo de sus intenciones, sino de cómo ella se posicione en la bolsa de gatos en que se apoya y de lo que su marido logre hacer con la misma, ahora que su accionar queda libre de la conducción del estado. Hasta ahora, la experiencia de la dupla en estos cuatro años, a pesar de claros oscuros, ha sido suficientemente buena.

Pero la fragilidad de la economía global y de la propia economía argentina desnacionalizada y arrinconada en las producciones primarias particularmente el agro con la sombra de la estrella más peligrosa, la soja, traen incertidumbres temporales. El efecto imaginario del crecimiento sostenido de la producción, las exportaciones, alguna redistribución de los ingresos, el mejoramiento del empleo, y una consecuente política de respeto y reivindicación de los derechos constitucionales y pasaje a la justicia de los autores de delitos aberrantes y de lesa humanidad, no pueden ni deben ocultarnos aquello. Los primeros pasos, bien orientados a afirmar la alianza con Brasil como eje del MERCOSUR, no excluyen que este buen camino no será fácil, en función de desigualdades y equivalencias económicas entre ambos países. Los “temblores” financieros en Wall Street, las dificultades del dólar, la disparada del petróleo y la volatilidad del capitalismo financiero, hegemónico en el campo del capital, tornan frágil la economía de la aldea global y el futuro a corto y mediano plazo incierto. Son incertidumbres, que también nos afectan a nosotros como país.

Las condiciones de posibilidad

Para conducir política, económica y socialmente el país, la nueva Presidenta se encontrará con algunas condiciones favorables y muchas desfavorables.
A su favor la cuota de confianza que depositaron en ella, esa mayoría de votantes y cierta expectativa amable de control, de parte de muchos que votaron a Lavagna y Carrió. También los números presupuestarios y las reservas monetarias en el Banco Central.

No la favorece, en primer lugar, la fragmentación observable en sus votantes. Manifestada en la dispersión de listas “colectoras” que se colgaron de su imagen sin dejar de mostrar la dispersión que aqueja al kirchnerismo. En lugares como La Plata, y la mayoría del conurbano, seis y hasta 7 candidatos a intendentes llamaban a votarla desde lista conflictualmente separadas. Este fenómeno es el más importante de estas elecciones. Con menor dispersión aparente, se repitió también en la Coalición Cívica, el macrismo, y en el trasfondo lavagnista.

Representa un efecto retardado de la brutal crisis que estalló a fines del 2001. La consigna histérica e impotente, ¡que se vayan todos! Se continúa en este volvieron todos, pero con esta representación del estado de la trama social. Dispersión y falta de entusiasmo en todos los liderazgos. El denominador común, es la desconfianza en todos ellos.

Esto es efecto de varios factores. En primer lugar la impotencia de los liderazgos para mostrar planes de resurgimiento fundados y consistentes. A la vez, esto no solamente es efecto de una incapacidad conjetural de la mayoría de los mismos. Contribuye la época de la aldea global y sus acelerados cambios en las tecnologías y como consecuencia en el desarrollo de las fuerzas productivas, usufructuada por la voracidad no regulada de las grandes corporaciones financieras y capitalistas en general. Voracidad que genera desocupación estructural, miseria, indigencia y pone en marcha el reloj de una bomba de tiempo, al disparar el circuito cerrado: pérdidas de empleo, pérdidas de clientes. Este circuito que soporta a la desocupación estructural, facilita las condiciones de posibilidad para la difusión de disgregación de las familias, drogadicciones y delincuencias sin códigos, a la vez con férreas y crueles moralidades de bandas. Una de las grandes virtudes del gobierno de Kirchner, estuvo en haber detenido y hecho retroceder ese proceso. La dificultad, es que por ahora por lo menos, lo ha hecho más con medidas de tipo coyuntural que de fondo. Por ejemplo, la política con respecto a la soja y a los capitales golondrinas, aún no es lo suficientemente profunda como para dar indicios de consistencia futura. No hay inversiones suficientes para la búsqueda de petróleo.

En estas circunstancias, se agravarán los conflictos entre las corporaciones (sindicales y empresarias) ya que se tensarán luchas por defender intereses de sus corporizados y los particulares de sus dirigentes. Este horizonte es lo que le da enorme valor a la propuesta de acuerdo social, lanzada por Cristina, si se logra llevarla a buen puerto. Un puerto donde todos para ganar algo tendrán que resignar.

En el conurbano, la principal base de votantes de Cristina, el ascenso de Scioli (obtuvo más votos que la candidata presidencial) y el peso que retuvieron varios “barones”, sumado al peso macrista, combinado con el de Carrió en Capital, auguran tiempos difíciles en esos lugares claves en la economía y la política del país, para la nueva presidenta. Tengamos en cuenta que dicho contrapeso es fogoneado por el estado de opinión pública antes subrayado y la tendencia habitual de la masa a amucharse en quienes supongan que les van a exigir menos responsabilidades. El contrapeso, puede devenir de la habilidad con que Kirchner y su gente más ciertamente allegada, se maneje en su próxima misión: mejorar la calidad del peronismo en que se apoya, y también en los “transversales” dispuestos a acompañarlos. Esto último le exigirá una política más flexible hacia variantes como los socialistas, como vecinalistas a lo Sabatella de Morón, restos progresistas de la Alianza, etc. Del otro lado, exigirá inteligencia y disposición para buscar alianzas y no confrontaciones con un gobierno que en su resultante ha producido buenos efectos en la marcha de la Nación. Hay que prever que parte del radicalismo K, sólo será ave de paso, cuando advierta que no puede rapiñar lo que esperaba.

También tendrá importancia el rumbo que tome el matrimonio presidencial con respecto a como y en que intelectualidad se apoye predominantemente. Hasta ahora, ha preferido hacerlo en académicos prestigiosos y con proyectos progresistas. Lo que no está mal, pero que conlleva el peso de que por estar encerrados en carreras que exigen la obsesión de currículos y “papers”, suelen estar bastante al margen de la experiencia de lo que pasa en lo real de la gente. Suelen tener cúmulos, a veces más inteligentes otras menos, de informaciones que la aceleración de los tiempos que corren rápidamente desactualizan.

Finalmente, si la Presidenta verdaderamente se propone llevar adelante la política que delineó en su discurso del acto de presentación como candidata, tendrá que estructurar una secretaría de prensa con una o un vocera/o, capaz de lidiar con las corporaciones mediáticas encabezadas por el “grupo Clarín”. Estas, mayoritariamente (en lo relativo a su peso y llegada) están cartelizadas y dispuestas a torcerle el brazo o si es necesario a voltear su gobierno. Son filibusteros a los que lo único que les interesa es alquilarse al mejor postor e impedir a toda costa que se les recorte su poder.

Pasajeros del avión argentino: ajústense los cinturones que entramos en zona de turbulencias. Recemos porque piloto y copiloto, resulten lo mas diestros bien intencionados y bien decididos que la tormenta exija. Y si así resultan, acompañémoslos sin cálculos mezquinos.