Equivalencias entre las ciencias y las artes psicoanalíticas y militares

Tal vez el título sorprenda a los lectores. Sin embargo lo puedo fundamentar en la historia, la práctica, el análisis epistemológico del psicoanálisis, y los efectos de todos estos elementos en la teoría psicoanalítica, particularmente en lo referente a la función de la estrategia y la táctica en la praxis de la cura.
Históricamente, el psicoanálisis puede reconocer en Freud varias fuentes de inspiración.

En primer lugar, el fracaso médico con las histéricas y la inconsistencia y transitoriedad de los tratamientos hipnóticos. Eso plantó a Freud ante un real, que sólo la experiencia de Breuer, incluida su huida ante la transferencia amorosa de Ana O, le otorgó algunos significantes que lo capacitaron para empezar a desbrozarlo simbólicamente. Puesto ya en esa ruta, se le fueron planteando evidencias que le evocaban significantes guerreros en su origen: “conflicto, carga, fijación, regresión, desplazamiento”, etc. Lo que no fue azaroso. Tampoco fueron su única fuente de inspiración, también contribuyeron la economía política: “objetos, valor, transferencia”, etc. Ni que decir la mitología griega, las artes y los conocimientos existentes hasta el momento sobre la anatomía y fisiología del sistema nervioso y las suposiciones genéticas[1]. Por supuesto, hay varios etc. más.

Epistemología del Psicoanálisis

No se discute y forma parte del saber corriente, que el primer descubrimiento del psicoanálisis fue el de la existencia del Inconsciente como estructura de producción fundamental de subjetivaciones. Varios epistemólogos[2] y los psicoanalistas en general vemos en él, la ruptura epistemológica que diferenció su campo, de los de las filosofías, psicologías, psiquiatrías, religiones, y esoterismos varios[3]. Siendo esto cierto, no podemos decir que haya sido registrada en toda su proyección, aún, por muchos psicoanalistas. Menos aún, por el saber popular. Mucho menos, elementos posteriores que siguieron construyendo el andamiaje formal de la estructura teórica del psicoanálisis y que tienen fundamental importancia a la hora de pensar estrategia y tácticas en un tratamiento. Me refiero por lo menos, a algunos conceptos de Lacan y a algunas nociones de Donald Winnicot. En el primero, la delimitación de Real, Simbólico e Imaginario, como registros de la experiencia, y a través del tiempo su forma de articulación, y la función re-anudadora del Nombre[4] (como concepto). Todos provenientes del significante, redefinido por Lacan para el psicoanálisis como: “Un significante es lo que representa a un sujeto para otro significante”[5]. Lo que lo diferencia del significante saussureano en tanto hace girar la definición, en torno a su función de representante castrado del sujeto, sólo efectuada entre al menos dos significantes que generan la apariencia de significación (siempre fallida e insuficiente) Libera además al significante de expresarse solamente a través de palabras verbalizadas (en alta voz o por escrito).
En Winnicott, la función de los fenómenos transicionales, los espacios transicionales y los objetos transicionales llevan las nociones de objeto y pulsión desarrollada por Abraham y Freud principalmente, a otro punto de avanzada en lo que hace a la función de desprendimiento de la madre y de partes del propio cuerpo, nunca total. Enigma que sitúa al hablante, parafraseando a Sastre y a Heidegger, entre el ser (fálico) y la nada (desecho). Fenoménica clave la discernida por Winnicott[6], ya que en perspectiva está describiendo la triangulación sobre la que se van apoyar, nada menos, que las relaciones entre deseo y goce, entre amor y odio, las formas del erotismo y las relaciones con las futuras actividades laborales. O sea, todos puntos centrales en el recorrido hacia el futuro Cuarto Nudo, y el objeto “a” que somos, atrapados entre los tres registros y sus puntos de re-anudamiento. En mi opinión entonces, la ruptura epistemológica del psicoanálisis con otros campos de las artes y de las ciencias, pasa no sólo por el descubrimiento del Inconsciente, sino también por el descubrimiento de las rutas que sus experiencias dejan en la estructuración del hablante, y cómo éste queda estructurado.

Estas novedades epistemológicas asientan la base desde la que se elabora cualquier estrategia y táctica en un tratamiento, a veces a sabiendas conciente. Otras, de un modo absolutamente inconsciente. A veces con acierto, otras con error. Pero siempre se podrá buscar en la relación con aquellos conceptos epistemológicos psicoanalíticos, que ha ido ocurriendo en cada “caso” que nos ha tocado conducir.

¿Atención libremente flotante, versus estrategia y táctica?

En mi opinión, no. Recordemos del propio Freud, cuando aclaró que la asociación libre no lo era totalmente, en tanto estaba guiada por representaciones meta, inconcientes. Lo mismo ocurre con la atención libremente flotante, y es mejor que el analista lo tenga siempre presente para no verse traicionado en su deseo de analista por algunas formaciones de su Inconsciente que pueden estar originadas en conflictos de sus propias relaciones con sus deseos y sus goces y no con lo emitido por el del analizante. Por el contrario, muchas veces sus formaciones del Inconsciente responden mucho más inteligentemente al trabajo con el del analizante, que “sesudas” disquisiciones del yo del analista.

De una manera u otra, más habitualmente en forma combinada, después de la serie de entrevistas iniciales que la singularidad del consultante demande; en el analista precipita una estrategia y las primeras tácticas. Ya ahí, aparecen equivalencias con el arte y las ciencias militares. Por ejemplo, es una de las primeras sabidurías del arte de la guerra[7] que al enemigo no hay que encerrarlo y dejarlo sin salidas posibles, pues sino se lo obliga a la lucha a muerte y se pone en mayor peligro a las fuerzas propias. Lo mismo nos ocurre a los psicoanalistas cuando trabajamos con psicóticos o pre- psicóticos, no debemos interpretar en aquellos puntos donde el hablante sólo se encontrará con lo real, lo que nos hará aparecer ante ellos como un padre no enlazable al tesoro de los significantes de la función del nombre del padre, que por lo menos en ese punto dicho paciente no tiene. Apareceremos entonces como un padre obsceno y feroz, asesino de cualquier posible subjetivación. Pues en ese punto no tiene posibilidad de deslizamiento y re-combinación significante, lo que deja al paciente en una encerrona resoluble, sólo por ataque o auto agresión[8].
La extensión de la cantidad de entrevistas previas a operar con instrumentos propios del psicoanálisis[9], encuentran su fundamento en que son condiciones necesarias para iniciar un tratamiento. Tener un relevamiento amplio de la estructura y modalidades de estructuración y funcionamiento de la misma, es importante antes de fijar una estrategia. Por supuesto son exigidas también por las vicisitudes en la constitución de las transferencias[10]. Al igual que en el arte de la guerra, la información sobre el otro[11], en nuestro caso y con más precisión sobre el Otro y las formas y lugares que toman sus castraciones, es de radical importancia. Exige de nosotros una paciencia, no siempre fácil de soportar. El trabajo de Freud alertando sobre las interpretaciones silvestres o salvajes, sólo encuentra solución a través de esta elaboración de saber conciente e inconsciente.

Relaciones entre estrategia y tácticas

Del mismo modo que cualquier militar, cada psicoanalista debe saber elegir la mejor táctica para cada nueva coyuntura. ¿Callar, interpretar, intervenir por vía de actos sin palabras, presionar, ponerse serio, humorístico, acompañar gestualmente o no dramaticidades de un relato, aceptar o no frecuentes faltas o pedidos de cambios de hora, cobrar sesión por sesión o con otra regularidad, soportar o no deudas, proponer la incorporación transitoria al trabajo de análisis de alguien importante en el relato del paciente, proponerle traer fotos aludidas repetidamente para charlar sobre las mismas, sueños escritos, o ficciones y hacérselos leer en voz alta?, son sólo algunas de las decisiones que deberá ir tomando según las circunstancias. También que hacer con equivocaciones cometidas por uno mismo. ¿Admitirlas y corregirlas, corregirlas sin darlas por admitidas? Dependerá de la lógica temporal en que esté discurriendo la transferencia recíproca[12].
Para cada una de estas decisiones que se van tomando, se están evaluando a sabiendas o no correlaciones de fuerza, de tensión, en los anudamientos, desanudamientos, y re-anudamientos de la estructuración del paciente y su quehacer con su ser de objeto. Para el arte de la guerra, la evaluación de correlaciones de fuerza y de posiciones es clave, para decidir fijaciones, y regresiones. Los resultados de dichos movimientos serán capitales para mantener o revisar estrategias. Lo cual, para nosotros psicoanalistas puede implicar muchas veces la revisión de diagnósticos psicopatológicos previos.

Finalmente

El altruismo humanista, tan frecuente aún entre muchos colegas y que los lleva a renegar de la castración, y la consabida respuesta imaginaria, y de la pulsión de muerte como puerto final de toda pulsión, tal vez se escandalice con mis comparaciones entre estas dos artes y ciencias. Quisieran imaginar que nuestra práctica es pura y angelical, como la iglesia católica quiere imaginar a la suya.
Sin embargo, como en ésta, el diablo no deja de meter la cola. El diablo de Lacan, retiró al psicoanálisis de suposiciones individualistas, como Inconsciente individual, completamente distinta a singularidad del sujeto, y psicoanálisis individual, que ignoran que el Inconsciente produce en el lazo social entre analizante y analista. O salvajemente entre cada hablante, y habitantes de sus lazos sociales. A lo que podemos agregar a Freud recordándonos que los psicoanalistas a la par de ginecólogos y cirujanos, en el mejor de los casos, con nuestras prácticas profesionales sublimamos nuestro sadismo. En otros casos, no, simplemente lo ponen en acto.

Pues bien, el general Carl von Clausewitz teórico y práctico de la guerra, afirmó en su magna obra De la guerra, que ésta “era la continuación de la política por otros medios”. Acordando de fondo con esta proposición, me parece más acertado invertirla: la política, es continuación de la guerra por otros medios. A lo que agrego, no hay relación humana que no esté sobredeterminada por cálculos y decisiones políticas destinadas a evitar enfrentamientos. No digo con eso nada nuevo. En Psicología de las masas y análisis del yo, Freud nos planteó que una organización artificial de masas puede estar constituida sólo por dos personas y ponía de ejemplo a las parejas.

Esa es la materia con la que trabajamos habitualmente en nuestra práctica. De ahí la razón fundamental de que haya equivalencias entre las artes y las ciencias, psicoanalítica y militar.

[1] Ver en Introducción al psicoanálisis la conferencia sobre el síntoma
[2] Bachelard y Althousser en primer lugar.
[3] Es más, con respectos a estos, da herramientas para comenzar a entender algunos mecanismos de su funcionamiento.
[4] Sinthôme, 4º nudo
[5] Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis
[6] Apoyándose en Freud y su artículo El poeta y su fantasear
[7] Parafraseo al famoso título usado por el chino Sun Tzu (hace 3.500 años) y por el italiano Maquiavelo, 1500 años después de Cristo.
[8] Condenso según mi entendimiento, diferentes observaciones y conceptualizaciones de Lacan
[9] A lo que las experiencias trasmitidas por los pacientes de Lacan nos trasmitieron a través de las memorias de sus análisis.
[10] Tanto del candidato a analizante, como del candidato a analista
[11] Recordemos la historia del “manco” Paz, nuestro genial estratega, que prefirió correr el riesgo de perder su libertad y hasta la vida, que guiarse por las informaciones que le traían sus subordinados.
[12] Ver sobre este significante –transferencia recíproca- el lanzamiento que de él hace Lacan en Intervención sobre la transferencia (Escritos 1).