Paradojas moebianas de la política

La necesariedad de la Cultura

La crisis argentina es tapa en el periodismo mundial. Según planteo en el número actualmente en el cyber espacio de http://www.psyche-navegante.com/, uno de los factores fundamentales en política -el de transferencia-, adolece de la pérdida de credibilidad sobre la dirigencia partidaria y corporativa (de trabajadores, patronal y militar) que se ha instalado en la ciudadanía. No hay, a quien se le suponga saber resolver la enorme crisis económico social en que ha quedado nuestro país después del despliegue del fundamentalismo neoliberal comenzado por Menem - Cavallo y continuado por De La Rua - Cavallo. Saber resolverla no es fácil pues se ha tensado el “malestar en la cultura argentina” hasta el nivel de quedar en los aledaños de la degradación y disgregación social. En estas circunstancias ha sido electo por sus pares Eduardo Duhalde, que había perdido la elección presidencial anterior, por manifestar como agotado el modelo que el partido del cual era candidato seguía aplicando desde el gobierno.
Ahora[1] se apresta a anunciar medidas que, en la medida que la correlación de fuerzas entre la mayoría social soliviantada y El Mercado le abra paso, irían en el sentido de aplicar un nuevo programa que tenga un poco más en cuenta a los pobres y las capas medias. Su evidente aspiración a la reelección enunciada a través de la negación, y las condiciones sociales imperantes, son el motor de ese intento acotado de cambio de rumbo. Anhelo que algo de esto ocurra y de un respiro a nuestra Argentina tan maltratada. Lo que daría tiempo también, a que nuevas alternativas integradas con gente más confiable y programas más consistentes, como el Frente nacional contra la pobreza (que obtuvo cerca de tres millones de votantes voluntarios en su consulta popular no vinculante) se afiancen y desarrollen. Es necesario reconstituir acuerdos mínimos que permitan sostener la malla civilizadora.

Un analizante venía relatándole a su analista su preocupación porque uno de sus amigos del alma había enfriado su relación con él sin que se entendiera el porqué. Una conversación aclaratoria, permitió develar la incógnita. El amigo, compañero de oficina en el banco en el que trabajan juntos y que es propiedad de la familia de aquel, se había enojado con dicho analizante, porque éste enterado el viernes anterior a que se impusiera, que se venía el “corralito” retiró todo sus sueldo (2000 $) de la cuenta. El amigo se lo recriminaba como una infidelidad al banco. Lo que sorprendió al analizante, pues sabía que el padre del amigo había retirado y enviado al exterior, el 80 % de su capital. Que seguramente forma parte del 61 % de fondos de un 2 % de ahorristas que fugaron sus depósitos antes del “corralito”[2].
Cuando se desataron los saqueos, se vio como caían no sólo algunos de los grandes supermercados, sino los de barrio, los que le fiaban a los vecinos. Como el del chino, cuyo rostro sollozando recorrió el mundo. O el mueblero que demudado porque había perdido todo, decía que entendía y estaba de acuerdo con quienes lo habían vaciado porque la situación ya no daba más. Poco después vio pasar un vehículo con varios de los objetos que le habían sustraído, los paró, les pidió que se lo devuelvan a quienes se los llevaban, los que no sólo accedieron sino que además lo ayudaron a reintegrarlos.

Relato algunas de estas viñetas porque solamente recordándolas podremos entender algunas cosas básicas que nos enseñó Freud, reactualizadas por nuestros acontecimientos. Por ejemplo, cuando en su metapsicología dice que la represión es el mecanismo básico sobre el que está construida la teoría psicoanalítica. Algunos psicoanalistas importantes en su época como Wilhelm Reich creyeron que la “liberación sexual” y social resolvería todo. Justamente lo que hemos visto en estos acontecimientos que relato o traigo al recuerdo, es lo que ocurre cuando se suspenden las inhibiciones pulsionales y se desata un goce sin límites. Se trate del banquero que retiró sus depósitos para enviarlos al exterior o de los que robaban por robar o por puro odio. Por supuesto nada de esto equivale a los que sólo buscaban comer. Así como no son equivalentes sacando sus depósitos, el banquero que el empleado. Pero incluso, de entre los que asaltaron para comer, escuchamos declaraciones como las de una madre contando que dos de sus hijos fueron a parar al hospital por el atracón que se dieron, justificado en tanto hacía mucho que no probaban alimentos (leche, fiambres, etc) cómo los que habían conseguido. Una diputada del Polo Social fundamentando su voto en la Asamblea Legislativa citó a Evita diciendo: “donde hay una necesidad, hay un derecho”.
La declaración antedicha de esa madre, ratifica lo descubierto por el psicoanálisis: en el ser humano, que se distingue por hablar y por todas las consecuencias que ello trae, raramente se trata exclusivamente de necesidades. Lo que torna necesario defender la subsistencia de la Cultura y no caer en el automatismo de defender a alguien sólo porque está necesitando. La Cultura indispensable, para vivir en sociedad, paradojalmente no puede no generar malestar.

Democracia a pesar de todo

Hasta el momento, es la primera vez que la Argentina atraviesa crisis muy graves (hiperinflaciones Mercadoalfonsinista, menemista, carapintadas, etc...) y logra sortearlas en democracia. Esto ha reinstalado viejos desprecios e ilusiones. Los desprecios: que la democracia no sirve. Es equivalente a idealizaciones como la que propagó Alfonsín en su momento con el dicho: Con la democracia se come, se trabaja, se educa, etc... Quienes suponen que la democracia no sirve, esperan de ella mucho más que un método para resolver las tensiones sociales lo más civilizadamente que las condiciones den. La democracia es el gobierno del pueblo, como su etimología lo indica y lo expresa con todas sus virtudes y miserias. No puede ser directa como algunos e - mail y acciones populares difunden. La democracia tiene una falla de base, creer que la representación es posible. Todo aquel que se halla analizado sabe, que debido a la existencia del Inconsciente el sujeto es incapaz de representar en dichos, sus deseos. Lo que lo lleva a quedar aprisionado de su yo y de sus posiciones y formas de goce. Mucho menos es capaz por lo tanto de representar a otros que en razón de su dependencia del Otro, les resultan básicamente ajenos.
Aunque enamoramientos e hipnosis generen la ilusión de que: “todos queremos lo mismo”[3]. Dichas identificaciones suelen resultar tan cambiantes como los humores sociales, y así como el parloteo autista de un presidente (De La Rua en su estado de sitio) pudo generar la reacción más masiva y espontánea (cacerolazos) que recuerde nuestra historia, mil convocatorias pueden “pincharse” por ausencia de convocados.

Pero al ser el régimen que sostiene su funcionamiento en elecciones regulares de los órganos de gobierno y que garantiza mínimamente para las mismas los derechos de asociación y expresión libre, genera las condiciones más propicias para que en ella ejerzan su presencia y opinión las creencias que a través de los fenómenos de identificación de masas van tomando mayor peso en cada momento de las sociedades. En ese punto facilita que los conflictos se resuelvan lo más pacíficamente posible, lo que ya es decir mucho. Si a los sufrimientos inevitables del malestar en la civilización se agregan los derramamientos masivos de sangre, como nos tocó sufrir con la dictadura del 76, todo resulta peor.

Por esta razón creo también, que han caído en la trampa ofrecida por ciertos políticos de izquierda y de derecha, y “comprada” por buena parte de la opinión pública independiente, quienes exigen la rebaja de las asignaciones de los delegados a los diversos órganos de gobierno y la disminución de representantes. Me parece que esas reivindicaciones hay que revisarlas caso por caso. Hay que exigirle a quienes ocupen esos cargos que los tramiten según lo que quienes los votaron demanden y para que lo hagan hay que pagarles lo que su responsabilidad merezca. La consigna de bajar los gastos políticos sirve represivamente (en el sentido psicoanalítico del término) para no enterarse de que el desastre en que nuestro país ha sido sumido, tiene como causa la estafa a que fue sometido en la privatizaciones y por las empresas privatizadas y grandes corporaciones financieras, gracias a los favores recibidos de funcionarios públicos corrompidos no por los sueldos que ganaban, sino por las coimas que recibieron.

Medios masivos de comunicación.

Un párrafo aparte merecen los medios masivos de comunicación que aparecen ante buena parte de la opinión pública como héroes de estas jornadas. A ellos también se hace imprescindible analizarlos en su función paradojal. Desde el riesgo de sus trabajadores tienen la virtud de trasmitir masivamente a la población lo que en las calles y organismos de gobierno esté ocurriendo. Claro que lo hacen según la orientación que le imprimen los dueños de las empresas a través de sus servidores. Cualquiera que haya seguido atentamente los acontecimientos, habrá notado “matices” en el manejo de las informaciones según se tratara del grupo Clarín, Crónica TV, o el grupo Eurnekian. No dejan de lado su costado más humano, aquel según el cual al depender el negocio de los volúmenes y precios de venta, hay que “servir” al cliente. Y como el cliente (la masa presa de sus pulsiones sadomasoquistas) quiere recrear su mirada y su audición con “pani et circenses”, la información se centra en lo chorreante de sangre, lo macabro, lo escandaloso, a la vez que vela lo que pueda perjudicar los “intereses de la empresa” (en primer lugar de sus dueños). Por eso es cierto que los “Medios” no cambian, lo que cambian son los gobiernos.

Moebius presidente

El Inconsciente de Eduardo Duhalde habló en el momento de la primer jura, recién electo. Dijo[4]: “Juro desempeñar con lealtad y patriotismo el cargo de la Nación Argentina”. Cayó la palabra presidente y por metonimia quedó: el cargo de la Nación Argentina. Lo cual produjo la metáfora: La Nación Argentina es un cargo a desempeñar en el que el presidente sólo podrá serlo, si tiene bien presente el cargo que carga. De lo contrario, el destino puede ser caer, como ocurrió con Alfonsín en su momento, De La Rua y Rodríguez Saa, después.

Cualquiera, dirigente o dirigido, que no entienda que la política en sus manifestaciones más diversas tiene la estructura paradojal de la banda de Moebius, según la cual se puede pasar imperceptiblemente de una cara a la contraria, no estará avisado de que sus posiciones exigen permanente revisión en función del contexto económico, y de creencias y acciones sociales.

Sergio Rodríguez
Jueves 3 de enero 2002

[1] 3 de enero del 2002
[2] Claudio lozano: Clarín 2 de marzo
[3] Ver “Psicología de las masas y análisis del yo” de Sigmund Freud
[4] Clarín 2 de enero 2002