Sin Título2

Se está generalizando el hábito de acortar los seminarios a un cuatrimestre o hasta un trimestre o bimestre. Es un nuevo síntoma en la formación de los psicoanalistas. Forma parte del despliegue de una tendencia absolutamente mayoritaria, obsesionada por el goce de “no gastar”. Podríamos llamarla: El psicoanálisis de todo por dos pesos. Atraviesa a las instituciones y por supuesto también a los no institucionalizados. Quienes forman parte de ella, buscan analistas baratos. Procuran estar el menor tiempo posible en análisis (lo que implica surfiarlo). Procuran no pagar por análisis de control, no practicándolo, o suplantándolo con supervisiones colectivas gratuitas en instituciones hospitalarias públicas o privadas. Sólo pagan “caro” y cursan “largo”, seminarios que formen parte de un postgrado. Lo hacen con la idea de que les puede servir para obtener un puntaje que les facilite entrar a algún cargo rentado.

Las condiciones que facilitan el desarrollo de esta corriente empobrecedora de los psicoanalistas y del psicoanálisis, son en primer lugar de índole económica. El deterioro progresivo de las capas medias, afecta también a los psicoanalistas. Pero no es lo único.
Ha contribuido también el aumento del índice de colegas en condiciones académicas de enseñar Freud, Lacan, Miller y otros autores que concitan interés. Pero los alumnos que se someten a ellos, lo hacen porque no logran como captar como sí lo hicieron Freud y Lacan, las diferencias entre el discurso universitario, con el de transmisión y enseñanza del psicoanálisis. Como consecuencia de lo cual padecen luego, dificultades importantes en su práctica clínica.

También colabora a la expansión del fenómeno la banalización obsesiva a que la enseñanza del psicoanálisis ha sido sometida en los estratos mayoritarios de las instituciones de la IPA. Tampoco es lo único, también favorecen por descarte quienes hicieron de la sesión breve, como la llaman, un nuevo pattern. Generan la ilusión de que hay analistas que atienden 10’ y cobran en términos absolutos mucho menos que los que se rigen por la lógica del inconsciente. O sea, de los que siguen la lógica que rige el tiempo del inconsciente del sujeto en cuestión, en cada única, e irrepetible sesión, condicionando a ese seguimiento los límites horarios de esta. Cuando se llega al balance final, si se suma lo que pagaron los seis que atendió en una hora, aquel supuesto analista, ha cobrado mucho más que el que se responsabiliza de la lógica inconsciente del analizante . A la vez, el paciente ha pagado mucho más, porque ha pagado con quedar tan refractario a su inconsciente y por ende al de los demás, como lo estaba cuando eligió al analista breve. Por otro lado las sesiones standardizadamente “cortas”, desprecian y deprecian una de las enseñanzas fundamentales de Lacan: la función clave de la construcción del “semblant”.

Al encontrarme con esta tendencia en el psicoanálisis, advierto que la misma se ha identificado a los nuevos ideales de la Cultura: hacerle creer al cliente (o sea al yo) que se hace lo que él quiere, para extraerle más plus de goce, plus valor, hasta desollarlo vivo. Tal vez el lector esté pensando –“se equivocó Rodríguez, la plusvalía se le extrae al trabajador, no al cliente”. Lo que ocurre es que el capitalismo actual hace trabajar al cliente: piensen que son ellos, o sea ustedes lectores, los peones que recorren las góndolas de los supermercados con los carritos, o los que pierden horas trabajando para que las telefónicas o las tarjetas de créditos corrijan el ¿error? de factura, o haciendo cola y operando ante los cajeros automáticos para retirar dinero de los bancos, etc.... Pero Rodríguez... igual se equivoca, ya Lacan nos decía que el análisis es el único lugar en el que paga el que trabaja. Pues esa fue una de los tantos chistes de Lacan. El sabía en su propio cuerpo y alma como trabaja el analista, lo que no excluye el trabajo del analizante.

El capitalismo actual ha convencido a los trabajadores, o sea los que no han quedado excluidos, desocupados, marginados, que ellos son consumidores. Con lo que les velan, que no son más que clientes. Les han hecho creer que son los reyes, cuando no son más que nuevas formas de alienación al discurso del capitalista. Que los tiene a ellos, los amos, como únicos sujetos que agencian la marcha de las cosas. Dicha identificación de la tendencia del psicoanálisis de todo por dos pesos a los ideales actuales de la Cultura, lo conduce a una degradación equivalente a la que sufre la misma. Quienes trabajan psicoanalíticamente, continuando sus investigaciones con entusiasmo y pasión, no forman parte de esa corriente. Luchan como pueden, por no dejarse aplastar por el espíritu de la época, adorador del éxito rápido y en consecuencia frágil, y principalmente del dinero fácil, máximo fetiche de los señores del mercado.

Sergio Rodríguez 22 de febrero del 2001

No publicado. Lipcovich me propuso a cambio que escriba uno sobre las sesiones breves. Acepté (28-II-2001)