Elecciones Inconscientes

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El valor del velo democrático. El peligro de su desprestigio. La imposibilidad estructural de la democracia. En política: ¿ciencia o utopía?. La función del psicoanálisis en el análisis político.

Prólogos y resultados electorales dan indicios de lo que ocurrió en la masa de integrantes del padrón electoral, no sólo con este proceso eleccionario, sino también con respecto a la forma que toma nuestra democracia.

Fue consenso generalizado, registrar la falta de entusiasmo y el descreimiento que desanimaba a la mayoría de los que ejercieron el voto, lo que produjo varios fenómenos. 1) Una gran mayoría votó alguna de las tres opciones numéricamente importantes, no por convicción, sino por descarte. Lo que ocurrió también con muchos de los que lo hicieron por partidos minoritarios. 2) Un porcentaje en la capital no votó, votó anulado o en blanco, sin que ninguna organización numéricamente substancial hubiera promovido esa alternativa. 3) Tomó cuerpo en la provincia de Buenos Aires la alternativa Patti.

Hay que tener en cuenta también, los enunciados en que se sostuvieron las tomas de posición y los argumentos que se contrapusieron. El porcentaje de votos cautivos, tanto de los grandes partidos como de los más pequeños, es cada vez menor. En la movilidad del electorado influyeron razonamientos de los más diversos. Las opciones viables sostuvieron básicamente el mismo modelo, el del capitalismo salvaje hoy vigente y que pretenden profundizar. Los grupos de izquierda proponían modelos que ya mostraron dramáticamente que sólo pueden fracasar. Entre los que votaron a la Alianza, predominó decisivamente la ilusión de que compondrá un gobierno menos corrupto y algunos hasta sueñan con un mani puliti empujado desde su cúspide. Entre los que lo hicieron por Duhalde incidieron dos argumentos: 1) la desconfianza en la capacidad de los aliancistas para garantizar la gobernabilidad, 2) la ilusión en que el candidato dé un golpe de timón que, según proclama, lo devuelva a las tradiciones de reivindicación social y nacional del peronismo histórico. Los que votaron a Patti, anhelan mano dura para encarar la oleada de inseguridad y delincuencia urbana. Entre los que votaron a Cavallo se hayan quienes lo hicieron a conciencia por hallarse entre los que se beneficiaron con el plan de convertibilidad y con su política económica en general. Pero también se hallaron muchos, perjudicados por la misma.

Estos enarbolaron un argumento sorprendente, votarlo porque dice la verdad de lo que va a hacer. O sea, la verdad como extremadamente ausente en el discurso de los políticos, se ha tornado causa suficiente cuando se supone que alguien la dice, para votarlo. Aunque sea la verdad perjudicial de su voracidad egoísta. Entre los que esgrimieron diferentes formas de no votar a ningún candidato se escucharon argumentos muy dispares. Desde los que denunciaban el carácter engañoso de la democracia, hasta los que simplemente no se sintieron representados por ningún candidato. Muchos de los que votaron a partidos pequeños arguyeron haberlo hecho porque sabían que no iban a ganar. Entre los que decidieron votar, se escuchó que lo hicieron para impedir se desestabilizara o impugnara la democracia.

En consecuencia, este proceso electoral pone de manifiesto 1) Que excepto una parte minoritaria de los que votó a cualquiera de las tres variantes mayoritarias, la mayoría de la población se haya disconforme con el derrotero que ha tomado la política nacional. 2) Que dicha mayoría no encontró candidatos que ofrecieran produir un verdadero cambio. 3) Eso está estimulando el descreimiento en el régimen democrático como tal. De ahí el desarrollo de alternativas como la de Patti y de enunciados como los de Ruckauf.

Comúnmente se confunden dos registros que se cruzan y hasta se condicionan, pero que son diferentes: el económico social y el del régimen de gobierno y juridicidad. La dificultad económico social, no dependerá ni del régimen jurídico, ni del de gobierno, sino de los intereses que defiendan los que dominen el poder. Mutatis mutandis, no es el carácter democrático o dictatorial de un estado y su gobierno, el que define o garantiza la orientación económico social. La forma política que aquellos defiendan, será la que consideren más conveniente para generar condiciones de posibilidad para dicha orientación. De ahí que muchos que fueron parte de gobiernos dictatoriales como Cavallo, hoy se llenen la boca con la defensa de la democracia.

La democracia representativa no es gobierno del pueblo, ni es representativa. No por los argumentos que suelen dar los que se manifiestan en contra desde la derecha o la izquierda, sino por la existencia del Inconsciente. Paso a explicarme. La presencia permanente del yo como órgano de síntesis y de represión apoyado en la función del registro Imaginario que unifica bajo un sentido común arrasador de particularidades y singularidades, hace que el sujeto sea incapaz de representarse fielmente a sí mismo. En consecuencia, mucho menos puede representar a otros. Esto no le quita valor al engaño democrático, ya que establece una ilusión, que facilita mejores condiciones para resolver menos sangrientamente la conflictividad social. Lo preocupante de nuestra situación, es que la mezcla de incapacidad y corrupción que asola a la mayoría de nuestros políticos ha rasgado el velo necesario para el mantenimiento de dicha ilusión. Ese develamiento le da alas a los Patti, los Rico, los Cavallo. Es típico de lo imaginario, por su tendencia a la síntesis y el sentido, rechazar la complejidad tachonada de particularidades, y preferir lo que se presenta como totalizante y absoluto. Cuando lo imposible se aparece ante el sujeto como impotencia, lo sume en la angustia fácilmente transformable en irritación, agresividad, violencia y “ley de Lynch”.

Un chiste (y su relación con el Inconsciente) de circulación en taxi por las calles de Buenos Aires, es lo que ilustra mejor toda esta situación. Una señora cuarentona concurre a un ginecólogo. Este, después de levantar su historia clínica le hace un tacto vaginal y con sorpresa encuentra que es virgen. Le pregunta ¿no me dijo que es casada?. -Tres veces. Responde ella. -¿Y?, levanta los hombros el Dr. –Eso me pasa por casarme con políticos, vuelve a responder. El primero era del Frepaso, pura lengua. El segundo era radical, se rompió todo por estar arriba y después no supo que hacer. El tercero, peronista, me rompió el c....

Ahora, se vivirá durante un tiempo probablemente corto, la euforia pos electoral. Luego, lo real de las consecuencias de exclusión y empobrecimiento, como efecto necesario del modelo económico social hegemónico actualmente y que De La Rua dijo que iba a sostener, harán de los triunfadores de hoy verdugos y de los verdugos de hoy derrotados en las urnas, los tronantes opositores del mañana. La calesita reiniciará sus vueltas.

A diferencia de Maquiavello, creo que la política es el arte de lo imposible, operante sobre lo real por vía de lo contingente, cuando falla el síntoma en su función de necesario. Por esa razón hay que retomar el deseo de Marx de pensar científicamente la política y dejar de lado toda esa tontería que idealiza a las utopías. Justamente, los errores de Marx se dieron, cuando atrapado en un ideal de justicia e igualdad, perdió consistencia la decisión científica y tomó alas su fantasma utópico de la sociedad de productores libres, en la cual cada uno trabajara según sus posibilidades y ganara según sus necesidades.

Las elaboraciones de Freud sobre el Inconsciente y el más allá del principio del placer, y de Lacan con respecto al objeto a, a la función del discurso para el sostenimiento de los lazos sociales con sus lugares de agente y de otro como ineludibles, las diferencias y las articulaciones entre deseo y goce, el carácter necesario de las identificaciones para el desenvolvimiento de las organizaciones de masa y su función represora en el sentido psicoanalítico, son herramientas a las que no se puede renunciar si se quiere trabajar científicamente el análisis y la intervención sobre la política.