Capítulo 11

Lucía: del goce de los ideales a gozar acercándose a sus deseos

“¿Qué se nos dice del placer? Que es la menor excitación, lo que hace desaparecer la tensión, la atempera más, por lo tanto aquello que nos detiene necesariamente en un punto de alejamiento, de distancia muy respetuosa del goce. Pues lo que yo llamo goce en el sentido que en el cuerpo se experimenta, es siempre del orden de la tensión, del forzamiento, del gasto, incluso de la hazaña. Incontestablemente hay goce en el nivel donde comienza a aparecer el dolor, y sabemos que es sólo a ese nivel del dolor que puede experimentarse toda una dimensión del organismo que de otro modo aparece velada” /… / “Este cuerpo no se caracteriza simplemente por la dimensión de la extensión: un cuerpo es algo que está hecho para gozar, gozar de sí mismo”.
Jacques Lacan - Psicoanálisis y medicina. Intervenciones y Textos I


En el epígrafe una cita de Lacan. Empiezo con ella porque sobre el tema del goce a esta altura muy llevado y muy traído en el psicoanálisis lacaniano y muchas veces de un modo con el que algunos han llegado a construir casi una ideología. Entonces, me parece mejor empezar por lo más sencillo. Que no por sencillo deja de ser verdad. Esta cita Lacan jamás la corrigió. Fue sí, complejizando la cuestión pero la base es ésta. Como si estuviéramos entre gente que habla diferentes lenguas y buscáramos un lenguaje común, partamos de esa cita. Después iremos viendo algunas otras cosas. Tengan en cuenta además que como es una conferencia que dictó para médicos, se ocupó de hacerla más o menos sencilla. Lacan se pregunta: “¿Qué se nos dice del placer? Que es la menor excitación, lo que hace desaparecer la tensión, la atempera más, por lo tanto aquello que nos detiene necesariamente en un punto de alejamiento, de distancia muy respetuosa del goce. Con sus propias palabras, está dando la definición del principio del placer en Freud. Y sigue: Pues lo que yo llamo goce, subrayo esta parte porque goce y placer son dos palabras que en el lenguaje vulgar se intercambian habitualmente; lo que ha traído bastante líos en muchos. Lo que Lacan hace es lo que suelen hacer los descubridores-inventores que en el momento en que producen un nuevo concepto tienen que nominarlo con algún viejo significante. Lo que hace es aclarar, “pues lo que yo llamo goce en el sentido que en el cuerpo se experimenta, es siempre del orden de la tensión, del forzamiento, del gasto, incluso de la hazaña”. Describe el goce a partir de lo básico: cómo se lo percibe, se lo experimenta en el cuerpo. Es un observable en la práctica. En ese sentido afirmo: es imposible no gozar. Seguramente que los que están leyendo están experimentando de un modo o de otro su cuerpo. En algún lugar tienen alguna tensión, en algún lugar algún dolor, en algún lugar andan pensando que tendrían que ir al masajista. Dice: del forzamiento, gran diferencia con el placer, en el placer no se fuerza. Del gasto, el goce gasta, algo se pierde. Agrega: incluso de la hazaña. Sale allí de la descripción del goce solamente en el cuerpo y salta a lo simbólico imaginario. La hazaña es una determinada realidad con que el sujeto se expresa. Especialmente los hombres somos muy adictos a creernos héroes de hazañas. Los obsesivos particularmente. Siempre tenemos que mostrar que podemos un poco más. Incontestablemente hay goce en el nivel donde comienza a aparecer el dolor. Dice: donde comienza a aparecer el dolor. Señalo esto porque se instaló una especie del saber vulgar en el lacanismo de que goce es dolor, sufrimiento. Puede serlo o no. En todo caso lo que advierte es que cuando comienza a aparecer el dolor el cuerpo se empieza a experimentar. Dice: “y sabemos que es sólo a ese nivel del dolor que puede experimentarse toda una dimensión del organismo que de otro modo aparece velada”. El ejemplo es muy sencillo: No se dan cuenta de que tienen cerebro hasta que les duele la cabeza o les pasan totalmente inadvertidos los intestinos hasta que se producen retorcijones. No advierten la existencia de la musculatura lisa hasta que duele o entra en tensión en algún punto. Está refiriéndose a cosas así de sencillas. Lo que trato de rebatir en este inicio es que no siempre el goce es dolor, sufrimiento, lo cual no quiere decir que a veces no lo sea. Trato de combatir el peligro de que nos transformemos en una especie de marketing publicitario del dolor. Lo que pongo a renglón seguido que es una cita previa en el trabajo de Lacan pero a mi me sirvió ponerlo en este orden, dice: “Este cuerpo no se caracteriza simplemente por la dimensión de la extensión: un cuerpo es algo que está hecho para gozar, gozar de sí mismo”. La frase “sí mismo”, no es común en Lacan. Es mucho más común en Freud, en Winnicott, en Hélène Deutsch; en Lacan no. Esta es una de las veces en que aparece. Aparece de entrada, centrando al goce como un goce de sí mismo. Este es un punto clave que tiene mucho que ver con los desencuentros que se producen entre la gente, ni qué decir entre los amantes.

Otra cuestión que quería tomar antes de volver a la paciente es la causa del goce. Lo repaso brevemente para ubicarnos en relación a ella. En el momento en que Lacan toma a fondo la cuestión del goce, en el Seminario Encore traducido como Aun, los lacanianos estábamos habituados a colocar en el campo de la causa nada más que el objeto como perdido. Lacan se había centrado hasta ese momento en desarrollar la cuestión del deseo. Al introducir el tema del goce mete un hecho que está articulado al deseo pero que es otro tema. Y en ese sentido reconoce una causa que no es la causa que reconoce el deseo. Si el deseo surge causado por la pérdida de objeto, en el goce la causa va a estar en el significante. Lacan plantea el significante como causa del goce, particularmente en relación a: como causa material, y como causa final y como causa eficiente. Da una explicación muy sencilla “¿cómo saber con qué gozar y dónde gozar si no disponemos del significante?” dicho en términos sencillos, cada pedazo de nuestro cuerpo está nominado por algún significante y cada pedazo del cuerpo del otro, también está nominado por algún significante. Y, justamente es la disposición de eso lo que nos permite saber qué hacer en el momento en que nos disponemos a ejercer el goce. La otra cuestión importante porque tiene que ver con la causa material, es: saber ponerle punto final a cada circunstancia de goce. Si no se supiera ejercer el final del goce obviamente el final del goce sería la muerte o cualquier variante invalidante. Hay una película que suelo recomendar cada vez que hablo sobre este tema que además de ser hermosa como película es muy interesante para pensar y desarrollar esta cuestión, El imperio de los sentidos. Es muy interesante observar todo el movimiento que se produce en relación al goce en los dos protagonistas, y cómo justamente en determinado momento en que el significante pierde la función de funcionar como causa final del goce, en ese momento sucede la muerte.

Otra cuestión importante reside en cómo Lacan fue discriminando a través del tiempo diferentes tipos de goce. Y tiene su importancia especialmente observarlos en su variación ¿Qué quiero decir? Por ejemplo, él plantea el Goce Fálico, y dice que el Goce fundamentalmente es goce fálico ¿por qué? Porque el goce fálico, en primer lugar, es el goce que está limitado por el significante. Justamente en la anécdota que dio letra a esa película al no estar limitado por el significante hasta lo que toma el lugar de encarnadura del falo (el pene de uno de los protagonistas) se pierde. Lacan hace un juego, un péndulo, con el falo como significante y hace un desarrollo fuertemente retórico y metafórico en relación a la cuestión del goce fálico. Plantea que es el goce principal y que al tener relación con el significante la tiene con el establecimiento de una realidad. También va a plantear que es el goce de la masturbación donde obviamente lo que entra en juego en los varones es el pene y lo que entra en juego en las mujeres (o al menos en determinado tipo de masturbación en las mujeres) es el clítoris, que es un resto de pene que queda en la mujer (según dicen los embriólogos). A partir de ahí, también lo va a articular a qué es el Goce del Idiota, jugando con las fantasías infantiles pero también la necedad de todas las realidades. El dicho más común en el barrio era: no te hagas tanto la paja porque te vas a quedar idiota o también: te van a crecer pelos en las manos. En el seminario donde desarrolla el tema del goce, que es Aún, es en el que más peso le dio al tema de la necedad. Plantea que el significante es necio, lo cual obviamente está muy relacionado con que el significante es el que va a permitir mantener la relación imaginaria entre la gente que es la relación predominante y necesaria pero a costa de la necedad. De que sobre muchas cosas perdemos la capacidad de verlas, de observarlas, de captarlas, de trabajarlas y de producir algo nuevo con eso. Plantea también: el Goce del Otro.

Por un lado lleva a la cuestión radical de que no hay acceso al Goce del Otro lo cual se engancha con el comienzo, el goce de sí mismo, el goce del propio cuerpo. De lo que le pasa al otro vamos a hacer mil interpretaciones, vamos a creer mil cosas, vamos a querer creer otras mil. Pero por lo general, ni el otro mismo sabe qué le pasa. Especialmente si son mujeres. Luego va a desarrollar el tema del Goce del Otro como fantasma neurótico. Lamentablemente uno de los fantasmas neuróticos más graves para las sociedades, porque buena parte del tema del racismo, de las guerras, de las luchas o encontronazos sociales, tienen que ver con esa ilusión neurótica de que mientras uno no goza el otro sí goza. Lo que pasa a ser una fuente de enfrentamiento permanente. Y finalmente las psicosis, en la que el psicótico se siente gozado por el Otro por sus voces, las alucinaciones de diferente tipo, a lo cual responderá de forma delirante. En ellas de algún modo se sentirá gozado por ese Otro imposible de callar. Más adelante, en el El sinthome, va a hablar de el Goce del Otro que no hay. Inclusive se enoja con los que lo escuchaban porque cuando planteó el Goce del Otro, no le dijeron que es un goce de Otro que no hay. En ese sentido el goce del Otro que no hay se relaciona con que no podemos saber cómo el Otro goza. Es la culminación de ese viaje que hace por el campo del Goce del Otro que no hay. Es curioso porque colegas que explican bien esta cuestión después cuando hablan se les cuela fácilmente decir que fulanito es gozado por el padre. Ese es el fantasma de fulanito o el delirio de fulanito, que el padre o la madre o quien fuera pueda gozar de fulanito no cabe la menor duda, pero el tema no es ese.

El tema es cómo fulanito vive esa cuestión. Y finalmente lo que el llama el Otro Goce que a veces también lo llama el Goce Femenino al que describe como no limitado por el significante. Lo que se hace evidente en el sentido en que las mujeres lo sienten, lo viven, especialmente cuando más han logrado salir de la posición histérica que es un obstáculo para el Goce Femenino porque en la posición histérica en definitiva gozan de su cuerpo como falo o de su clítoris. Ahí las mujeres encuentran un obstáculo parecido al que encuentra el hombre para gozar pero en la medida en que van saliendo de esa posición van sintiendo un goce que abarca todo su cuerpo. De él no pueden dar cuenta, es un goce inefable, no lo pueden transmitir, no lo pueden expresar en palabras. No está limitado por el significante. En el varón el goce fálico cuando se le reduce al pene le obstaculiza el del resto del cuerpo. Eso para las mujeres debe ser tan difícil de advertirlo como para nosotros el goce femenino. Las mujeres muy fijadas al goce clitoridiano tal vez puedan darse idea de eso. Pero para el varón el pene es un órgano tan exquisito de goce que hace de obstáculo a que goce del resto del cuerpo. Tiene que haberse producido un movimiento importante en el varón en cuanto a libidinizarse el resto del cuerpo y a que pierda cierto peso el goce del pene para que pueda tener algún acceso al goce femenino que Lacan plantea en varios lugares de Los Cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, que es un goce mucho mayor. Lo cual también tiene una lógica sencilla. No es lo mismo gozar de un pedazo que gozar de todo el cuerpo. Lacan utiliza la alegoría de Tiresias[1], quien para averiguar sobre el goce femenino se transformó en mujer y cuando volvió le dijo al rey: donde el hombre goza uno, la mujer goza nueve.

Vuelvo a Lucía. Trataré de tomar una serie de escenas de las que he ido hablando. Ahora espero poder sintetizar más. Trataré de descubrir en ellas qué pasaba en su goce. Empecemos por El recuerdo de la ventana. Era chiquita, tenia cuatro años. La madre la lleva de contrabando a vivir en la casa donde trabajaba de mucama. Por eso la tiene que dejar en la habitación que tiene para ella en un altillo en la casa. La tiene que dejar sola la mayor parte del día. La criatura juega a los saltos sobre la cama y a balancearse en el borde de la ventana. Aunque ella no lo recordaba con la fuerza con que lo transmitiré ahora pero se trataba de una chiquita aburrida, sin relación con nada más que ella misma. Gozaba del riesgo. Porque no es que ella no supiera que había un riesgo, así lo cuenta después. Era una situación riesgosa. Gozaba del riesgo y de la soledad. Creo que eran dos goces diferentes. Fíjense que en lo del riesgo aparece la hazaña que planteaba Lacan como componente del goce. Había un contexto significante que al mismo tiempo que causaba ese goce lo limitaba. Ella imaginaba historias. En cambio en lo que se transforma en goce de la soledad –que después en análisis no puede transmitirlo de ese modo; lo transmite hablando de la soledad en la que ella se sentía y cómo resolvía esa soledad a esa edad– es un goce menos limitado. Además lo vivía como un goce impuesto. Porque en realidad estaba sola porque –traduciéndolo ahora a nuestra lalengua lacaniana, había un gran Otro que eran los patrones de la madre que la condenaban a esa soledad. Así se le constituye un fantasma neurótico sobre el goce del Otro. Le aparece de esa manera conflictiva porque hasta cierto punto ese fantasma está sostenido en un real, efectivamente no podía salir de los límites de esa habitación y no sabía por qué en toda su dimensión. El péndulo de ella, ese balanceo, estaba entre el goce del Otro que no debería haber y el Fálico limitado por el significante e inscripto como hazaña. La que aparecía como Otro Primordial era la madre. La orden a ella en tanto criatura le venía de La Madre. Pero la madre le explicaba porque tenía que advertirla, de que los patrones no la tenían que ver.

Entonces los patrones al mismo tiempo que sostenían a la piba como gozada por el Otro (llamémosle así) a la vez toman una de las formas de Nombre del Padre en tanto aparecen como privadores. Hubo un punto donde para la madre había otra cosa que la criatura. Otra cosa a la que tenía que responder. Es interesante porque uno puede confundirse con el sentido de ¡pobrecita! ¡cómo no se volvió loca! Pero si advertimos que los patrones de esa mujer funcionaron más como Nombre del Padre para esta criatura que el padre de los documentos las simplificaciones caen. Pasemos a otra escena. El goce de la natación de ella más el robo de sábanas, toallas y pollos, por parte de la madre. Ahí aparece un primer acceso a goces causado por el significante, porque es obvio “andá y tiráte en la pileta” “nadá así” “andá para allá” O ella mirando lo que la madre se llevaba de esa casa. O ella y los hermanos festejando y riéndose de los pollos que la madre les robaba a los vecinos, de los cuales comían. Son todos goces que tienen dos características: una, la cuestión de que están limitados por el significante. Tienen un inicio, un fin, un despliegue. Dentro de esos límites vuelve a aparecer el tema de la hazaña en el sentido de que la madre acometía hazañas por sus hijos. Pero al mismo tiempo aparece otra marca allí que sabemos que apareció mucho antes pero que ahí tiene la oportunidad de tomar una forma recordable. Una marca de goces transgresores. La madre transgredía cuando usaba la pileta para que la hija aprendiera a nadar, transgredía cuando cometía cada uno de esos pequeños latrocinios.

Otra escena. La del columpio en la plaza donde el padre de los documentos le daba caramelos, sobrepuesta a la escena del velorio de ese mismo padre, como primer recuerdo de pérdida sin retorno equivalente a un goce doliente. Primer duelo, para quien era una criatura y por lo tanto precipitación del deseo de tener un padre. Me parece que esto es importante por varias cuestiones. En la plaza, la combinación de ser hamacada con comer los caramelos que le daba el padre tienen algo de goce pero al mismo tiempo muy cercano al placer. Es obvio que esta chica experimentaba su cuerpo porque cualquiera de nosotros que haya subido a una hamaca sabe que ahí se experimenta el cuerpo. Experimentaba su lengua, en tanto los caramelos producían un determinado gusto en las papilas linguales. En ese sentido había goce, pero ni del orden de la hazaña, ni del dolor, ni del comienzo del dolor. Era un goce placentero. Pero, goce. Lo que se le contrapuso después a la escena del velorio. Mientras el velorio transcurría algunas casas más allá, ella estaba solita sentada en el umbral de la casa de una vecina observando esa escena que no podía dilucidar bien, no podía entender qué pasaba ahí, que después se transformó para ella en un relato. Le relatan –porque ella no entró al velatorio– que habían velado al padre. Empieza un desprendimiento doloroso en el que también hubo goce. Porque cuando Lacan habló del cuerpo no dejó por eso de hablar del espíritu. Los que venimos de la neurosis obsesiva, sabemos cómo muchas veces el goce del obsesivo se experimenta en estar acosados por las ideas obsesivo-compulsivas. No hay dolor de cabeza, no hay tensión muscular, no hay dolores de tripas, pero hay una serie de ideas que no se pueden parar y donde uno siente “eso”. Quien haya atravesado un duelo importante sabe qué se siente. Esa muerte a ella le precipitó el deseo de tener un padre, aún sin saber que coincidente con el registrado no lo había tenido. En ese campo que se está armando aparece Santiago como suplencia del padre muerto y ofertándole blasones paternos. Y en la adolescencia inconscientemente abre la puesta en duda de la paternidad. Subrayo lo de inconscientemente porque la duda inconsciente estaba evidentemente transmitida por el juego entre el nombre y apellido. Recuerden: Lucia Lucia(no). La aparición de Santiago en su vida era recordada placenteramente. Evidentemente muchas de esas escenas de placer se entrecruzaron, se entretejieron, con escenas de goce de diferente índole.

En el a posteriori, adolescencia y juventud, la duda es dejada en stand-by. No es que no está, sino que queda en stand-by. Y así queda facilitada la renegación. No diría que ahí hubo represión de la duda sino renegación apoyada en la identificación a los ideales revolucionarios que la llevaron a enfrentarse a funciones paternas como las de los gobiernos. Y a identificarse a un lugar paterno en relación al proyecto revolucionario y a la atención a su madre. Ustedes recuerdan que esta chica había sido tomada por su madre como la hija que le iba a asegurar la vejez. Gozaba identificada al falo en el terreno de la hazaña. Fue una de las abogadas que se ocupó la defensa de los sobrevivientes de un importante hecho de los 70 y se jugó el pellejo en esa historia. Goce que siguió sosteniéndose al casarse con un hombre que no le disputaría ese lugar de falo a la vez que le daría letra para sustituir con identidad de pensamientos la brecha que había en la identidad de percepción sobre la cuestión paterna. Fue un período en el que sustituyó el goce sexual por gozar de la acción por ideales. Reforzado por el nacimiento de dos criaturas con valor fálico, particularmente el niño. Ahora, eso llevó a que se produjera una crisis del goce a la identificación fálica por agobiador y frustrante ante la ausencia del goce erótico. Esa es la base que llevó a la separación del matrimonio. Se le abrió un nuevo período sostenido en la acentuación del goce revolucionario que le facilitaba renegar de lo perdido (de la ilusión en el que había sido su marido) y mantenerse identificada al falo de una manera renovada. Para decirlo en términos sencillos, ya no tenía que mantener al marido. Daba su vida por la Revolución. Luego vino una crisis por la derrota de sus ideales y creencias. Crisis que abrió un hiato en los goces previos, por el que se metió el deseo causado por la pérdida temprana de padre y que comenzó a tomar forma con la vestidura de Rudoni, que pasaría a ser su segundo marido. Se produce una conmoción del fantasma en tanto la fuerte pregnancia fálica de él, muy sobreimpresa por las marcas barriales en común la expulsan de la predominancia fálica a la vez que no de su identificación al falo sostenida por el enamoramiento de él. Si él estaba enamorado de ella, ella sentía que tenía valor fálico. El goce del enamorado lo habrán sentido varias veces. Esa sensación de que se está en las nubes, pero nubes tumultuosas que conmocionan. Con palpitaciones hacen sentir el cuerpo como no se siente en situaciones habituales. Es goce. Ahí, consultó conmigo y se tornó evidente que no entraba en crisis solamente con sus ideales de entonces sino con su lugar de ideal fálico para la madre, la familia originaria y el ex marido. Se produjo una redistribución de goce. Evidentemente se erigió un falo más alto y fuerte que ella que pasó a nombrarse como Lucía de Rudoni, con lo que pasó a Gozar de la castración, goce de la angustia. La angustia también es una forma de sentir el cuerpo. O tomando las palabras de Lacan, de “experimentar el cuerpo”.

El análisis recorrió ese primer conflicto y le facilitó arribar a un nuevo matrimonio, no sólo por el cambio de hombre sino de estilo matrimonial. Cuando digo nuevo matrimonio no me estoy refiriendo sólo al cambio de esposo sino a que se generó un matrimonio de estilo muy diferente al que había tenido. Accedió a un goce más placentero, más cercano al Otro goce, el goce femenino. Lo relataba. En el matrimonio anterior, hasta las postrimerías del mismo no se había planteado como un problema el que las actividades sexuales, las pocas que había con ese hombre, no fueran gozosas. En cambio cuando empezó las relaciones con este hombre y a medida que avanzó la relación de pareja las contaba como fuego, como algo que ella sentía con todo y por todos lados. Era evidente que no había significante que le hiciera obstáculo al goce en ese momento. Por supuesto que no me enteré de en qué consistía su goce femenino pero era evidente que no había parte de su cuerpo que no gozara. Esto no ocurrió sin conflictos que la acercaron más a una posición histérica en tanto la “otra” incidía. La otra, era la ex esposa de Rudoni con sus demandas, sus líos, etc. La hija de Rudoni, también interfería. Pero se acentúa en ella el goce erótico con ese hombre y se iban aflojando los antiguos ideales políticos. Con lo cual esto que les digo del aflojamiento de los antiguos ideales políticos no tiene relación solamente con su enamoramiento de ese hombre que la convence de sus posiciones, sino también con esa redistribución de goce que se produce en esta mujer. Era evidente a esa altura que sus antiguos ideales políticos tenían mucho de una función de suplencia en el terreno del goce. Van tomándola más, ideales pragmáticos y limitadamente transgresivos, mucho más cercanos a los que animaban a su hogar originario. En ese período también pierde peso la pregunta de por qué no se enternecía con la madre que obsesivamente la torturaba. Deja de sentirse responsable por el destino del hermano. Que fracasaba permanentemente y convocaba a que todos los otros hermanos acudieran a salvarlo. A partir de determinado momento se desprendió de eso a la vez que no perdió su relación de amor y camaradería con la hermana. Que es la que va a morir más adelante, después de terminado el análisis. A esa altura estaba más centrada en su ser de gózase, como lo designa Lacan en La Tercera de Roma. Después de que hace todo un recorrido desde “el pienso, luego existo” de Descartes, pasando por el “pienso donde no soy, soy donde no pienso”, para terminar planteándose “pienso donde no soy, soy donde se goza, donde gózase”. Construye junto con su hombre un nuevo hogar en el cual a la vez que reconoce la función directiva de él no renuncia a tener una participación activa e influyente. Por ejemplo en los inicios lo empujó a analizarse cosa que éste llevó a cabo consecuentemente. Pero no sólo eso. Influyó también en cómo encaraba él sus conflictos con su hija. Influía y lo hacía bien. Es por entonces que inadvertidamente empieza a presentarse con el apellido del marido: Rudoni. No fue algo que se propuso concientemente: a partir de ahora no soy más Luciano, soy Rudoni. No, empezó a aparecer como Lucía de Rudoni. Se apropió del apellido del marido y sustituyó al del padre trucho. Obviamente había habido un recorrido en el análisis sobre esa cuestión. Se apasionó por el armado de su nueva casa. Era evidente que estaba mucho más tomada por el goce femenino.

Por ese goce de ocuparse de esos detalles, esas cuestiones donde uno ve a la mujer incidiendo en estética de la casa una serie de intervenciones de mano femenina que en el matrimonio anterior no habían existido. No obstante en la queja sobre el ex marido y sus enojos con el hijo como desplazamiento, subsistía la rivalidad imaginaria con el ex y cierto goce sádico. Finalmente, el recuerdo de la sonrisa significante de Santiago cuando la madre le dijo “este es tu padre” distendió al yo y des-alienó al sujeto de los significados legales del Otro. A partir de entonces se hizo más estable su placer y su goce femenino. Ahí se acabó el análisis y siguió toda otra historia que ya les he contado en otro momento.

Preguntas y comentarios

Participante: ... goce místico en Lacan. Si lo pudieras poner en este cuadro ...

Sergio Rodríguez: sí, lo articula mucho al goce femenino, lo toma como prototipo del goce femenino. Indica leer a Santa Teresa y San Juan de la Cruz. En la época en que estaba en la Freudiana de Buenos Aires, me acuerdo que Alejandro Ariel trajo un par de monjas a hablar sobre su goce en la relación con Dios. Era muy impresionante escucharlas hablar, porque estaban absolutamente lanzadas, no tenían problema. Se consideraban efectivamente esposas de Dios. El relato no aparecía como uno podía escuchar en otras monjas, un relato masoquista de su goce con el cilicio.

Ethel Greizerstein: no se escucha

Sergio Rodríguez: ¡bueno, no vamos a hacer una discusión religiosa! Pero estas monjas que les referí en la medida en que iban relatando escenas y cuestiones en relación a eso era notable cómo iban entrando en una especie de trance, que no era el trance histérico de las que practican el culto Umbanda. No, no, uno las veía como trasladadas a un goce inefable, del cual ellas lo único que podían ir contando eran los rezos, las escenas ... pero evidentemente el goce se les notaba en los ojos, para decirlo de alguna manera. Bueno, creo que por eso Lacan toma al goce místico. A veces eso se lo puede observar también en los psicóticos.

Alejandro del Carril: a mí me llama la atención, por algunas veces que he escuchado hablar a los lacanianos del goce femenino. Y parece un fantasma neurótico, una idealización ... a la que parece que todos acceden tan fácilmente. La historia de Tiresias, nueve a uno. La tengo nueve veces mas larga que vos, ... más o menos. Esa medida (risas). A veces, cuando uno oye hablar un obsesivo en su momento de mayor impotencia sexual te habla de la mujer de esa forma. Después, lo que me resultó interesante es lo del Goce Fálico modificándose, cambiando de lugar, redistribuyéndose. Aparte esta dificultad que está en el Goce, me parece que está en el hombre, está en la mujer, me parece que pueden llegar a acceder ambos. Hoy estaba atendiendo una chica y le estaba interpretando un sueño que me parece que tenía que ver con esto, con su deseo de gozar sexualmente como mujer y me dice “no, pero no te vayas a creer, yo soy re-liberada, no tengo obstáculos, me permito todo. Fijáte, (me dice) que a la mayoría de la mujeres no les gusta el sexo anal ... y a mi cuando me lo piden, generalmente, aunque no me causa mucho placer, igual lo hago, para complacer ... ! Claro, lo hace para complacer, no lo hace con-placer. Y ella se presentaba así, totalmente gozadora!

Sergio Rodríguez: coincido en la cuestión básica que planteás. Siempre que teóricamente se recortan campos de este estilo, no se puede hacer otra cosa que esquematizar, así el recorte lo haga Lacan o Freud. Si no esto sería contradictorio con el planteo de Lacan de que “la verdad sólo puede ser dicha a medias” De que no hay nada más que medio-verdades. En ese sentido coincido, y creo que entre los psicoanalistas lacanianos se hace una idealización del Goce Femenino y del Goce Místico. Idealización que creo tiene que ver con que verdaderamente portan el fantasma neurótico del goce del Otro. Eso no quita lo que uno observa en el decurso de los análisis, especialmente cuando atraviesan un largo período, tanto en las mujeres como en los varones. Y en ese sentido (hoy no lo tomé) recuerden que Lacan en ningún lugar les va a hacer un matema ni una topología, ni un grafo del goce homosexual. Que yo sepa, en ningún lado. Y si alguien sabe, que me avise porque voy a ir a leerlo. Lo que plantea es la sexuación. Y cuando plantea las tablas de la sexuación él plantea un lado mujer y un lado varón, y aclara con toda precisión que el macho y la hembra pueden estar ubicados en cualquiera de los dos lados o en los dos lados. Entonces, lo que pude experimentar en la medida en que he visto avanzar análisis dirigidos por mi e inclusive (lo confieso sin vergüenza) mi propio análisis, es que se va expandiendo la posibilidad de Goce, no por el lado de “yo me permito cualquier cosa” porque ahí esta limitado por el significante, ni que decir cuando dice “me presto al sexo anal para satisfacer al otro”... ya está en plena posición masoquista la dama.

Participante: (no se escucha)

Sergio Rodríguez: ¿falicizado el ano o creyéndose ella falicizada en la medida en que entrega su ano para que el otro goce? Lo que la coloca en una típica posición masoquista, y no porque practique el sexo anal, sino porque lo hace exclusivamente para que el otro la desee como objeto[2]. Muchas mujeres lo practican porque les gusta el sexo anal. Pero en tu ejemplo la cosa es que “lo hace por el otro”. Pero a veces observamos lo que pude observar en esta mujer, que hubo un movimiento en el terreno del goce de su cuerpo muy importante que arribó a una modalidad de gozar completamente distinta. Pensemos en la escena post-análisis, esa donde ella se despierta orinándose, él protesta y ella le dice es lo menos que te merecías. También es una escena de goce. Evidentemente es una escena de goce. Y de un modo absolutamente inconsciente, estaba soñando. El ponerle intencionalidad vino después. Accede a una zona, y no me refiero solamente a lo uretral, sino a una modalidad de goce, a una zona de goce que no es que sea fálica, porque fue fálica, vengativa, rivalizante, fue todo eso. Pero me parece que hubo algo mucho más importante, y fue que a ella no le haya dado vergüenza la situación, ni ante el marido ni ante mí, porque vino y me la contó. Pasó algo de otro orden. Concuerdo con vos. Separar obsesivamente no sirve porque nunca es así. Lo hacemos exigidos por lo imaginario, para facilitar las explicaciones y nada más.

Laura Lueiro: estoy de acuerdo con lo que dicen ustedes, pero me parece que hace a la cuestión de estructura en relación al goce. No hay forma de hablar del goce si no es con significantes, con lo cual cualquier descripción o intento de aprehensión del goce femenino pasa a ser automáticamente un goce fálico. Esto de que Tiresias dice nueve veces por una, el poner una cifra es limitado. Pero además Tiresias dice esto cuando ya es hombre de nuevo. Tiene siete años de mujer y prostituta, y luego había vuelto a ser hombre, que fue un castigo de los dioses por no sé que cosa. En ese sentido, fíjense que es un fantasma neurótico y de los hombres también. Pero si se piensa cómo Lacan lo plantea, sin ponerle el nombre de Goce Femenino, sino como el Goce de la Falta, entonces allí se abre la posibilidad de pensar en términos lógicos que se puede gozar de aquello que no está. Otro Goce distinto a ese y que en ese sentido Lacan lo que dice es que está más facilitado en la mujeres por el hecho de la privación. Más facilitado, nada más. Pero que de ninguna manera es privativo, ni siquiera me parece que se limita al orgasmo femenino que es el ejemplo que el da, sino que da como un instante de vacilación fantasmática, de caída del sujeto. Lo que me parece es que lo da como ejemplo y no que es ese el goce femenino. Pero sí se trata de un Goce más amplio y de otro orden y que cuando uno trata de decirlo es esto. Pero no se trata de que las mujeres no pueden decir, sino de que muchas veces los hombres ante determinada situación tampoco tienen palabras para describir lo que pasó ahí, en equis situación.

Alicia Smolovich: en relación a lo que dice Laura, también pensaba en (lo voy a llamar así) el Goce del creador, que se pone en juego, que tiene que ver con este Goce en Falta, que también no es sin significante porque también algo de esto se toma, porque si no sería caer en una idealización pensar que es sin significante. De hecho, pensaba en los movimientos de goce de esta paciente y el movimiento en relación al Nombre del Padre. Por otro lado te quería preguntar lo de la hazaña que tomás al principio. Ese juego de riesgo trasgresor, como recuerdo, o reconstrucción de este recuerdo en relación a las hazañas de la madre con los robos y luego también en relación a esta posición fálica en tanto la hazaña en lo de los Partidos ...

Roberto Vecchiarelli: se me había ocurrido, al principio algo que me parece que tiene relación con lo que hablaba Laura recién. Porque estabas hablando del goce nombrado por el significante, localizado, en algún lado ordenado, que decimos desde la panza y todo eso ... y ahí se me cruzó una frase, no se por qué, pero se me cruzó esa frase “pero el bebé no sabe anatomía”, pero el bebé ahí goza, y el bebé no sabe anatomía, después vamos aprendiendo y lo llamamos intestino, estómago, y le vamos poniendo conocimientos que intentan nombrar. Pero el bebé goza aunque no sabe de qué, goza. Entonces si el deseo esta fundado por el deseo del Otro, desde la madre que nombra el deseo, no hay forma de apresar el goce a través del significante, porque en cuanto se lo toma por un significante, ya va quedando dentro del territorio del deseo. Esa es la impresión que tengo. Eso por un lado. Ahora, en relación a los creadores que decía Alicia, esto de que en la poesía actual, aunque no soy muy entendido en esto pero sobre todo en la poesía surrealista y otras corrientes, hay como un intento de ruptura de sentido. Es decir de buscar el goce estético, justamente en la ruptura del sentido, en aquello que abre a lo inesperado. Me parece que por ahí puede haber un acceso al goce creador, es decir por aquello que en el significante lleva a la ruptura de eso, y que puede abrir a otra cosa.

Sergio Rodríguez: bueno, brevemente porque veo que empiezan a tomar las carteras. A ver si puedo referirme a las tres cuestiones. Es complicado, pero efectivamente, es el goce de la falta. Ahora, Lacan va a diferenciar en ese sentido el Goce de la Falta de Goce de la Vagina, porque plantea que el goce de la vagina es una forma fálica del goce en la mujer, en tanto la vagina hace como el dedo del guante al dedo, por lo tanto no es en sí el goce de la falta. Ahí creo que se enlaza a lo que planteaba Alicia y que después retomaba Roberto sobre el tema del goce creador. Porque en el goce creador, el goce se produce en relación a hacer algo con eso que no estaba. Es una cuestión que es interesante para pensar en relación a la practica psicoanalítica porque un tema donde creo que Lacan se enloqueció los últimos años de su vida, fue cuando se encontró con que el goce del significante le obstaculizaba con la principal herramienta que es el trabajo de análisis, que es la palabra del analizante. Empezó a buscar modos de resolverlo, especialmente las sesiones cero, donde el tipo llegaba, le cobraba y lo mandaba de vuelta. Uno lo puede pensar por varios lados. Lo puede pensar como lo piensa la Roudinesco, porque a Lacan le gustaba acumular lingotes de oro, me parece que es la forma más tonta para pensar la cuestión. Lo pensaría más bien preguntándome por qué él trata de arreglárselas con ese tema. En ese sentido, vos (Roberto Vecchiarelli) traes algo en relación al arte, que efectivamente en los surrealistas estaba muy claro. Pero que ahora también existe, porque en las canciones del Indio Solari ¿cómo haces para producir un sentido? Sin embargo te producen un goce, y un goce que sentís en algún modo cercano a un sentido que no sabés cuál es. Eso es lo que tiene de impresionante el Indio en sus letras. Y, donde lo que hace jugar me parece que es el significante marcando lugares de goce. Me acordaba ahora de una canción, esa que dice vivimos en una ciudad donde hasta la Cruz Roja te fusila. No hay un sentido claro. Ninguna Cruz Roja que esté fusilando pero logra producir una metáfora que más allá del sentido, produce un efecto de goce en quienes lo escuchamos y donde no está acabado el sentido. Me parece que esto que trajeron ustedes es muy importante y tiene que ver con esta cuestión que planteaba Laura, del Goce de la Falta. La paciente fue desplazando a mi modo de ver, una identificación al goce trasgresor de la madre en el terreno de la hazaña (porque ella contaba cómo los hijos festejaban cada vez que la vieja traía un pollo y lo metía a cocinar), lo fue desplazando (para lo que es la política actual, un goce menor) hacia un goce trasgresor. De lo que observo, aquellos artistas que están buscando la hazaña para la producción de su objeto, en general terminan inhibidos. Es un goce muy exigido por alcanzar un valor fálico imposible de alcanzar.

Roberto Vecchiarelli: en relación a esto de la cuestión creadora, me acordaba de un ejemplo. Más o menos todos conocemos las poesías de Neruda, las más conocidas, aunque tuvo varias etapas. Los poemas de amor, los cien sonetos de amor, Veinte poemas y una canción desesperada, donde fácilmente uno puede identificarse y si uno anda medio enamoradito ese día, llorará un poco, porque a todos nos toco un poco eso, mirar las estrellas y esas cuestiones. (risas) No se rían, que a todos nos tocó! Pero en un poeta surrealista, Enrique Molina (que a mí me gusta mucho) hay un poema de él que habla de la mujer en la poesía de Neruda. Y es muy lindo, pero hay algo que ocurre ahí, es algo que se escapa, se escapa, que parece que va a apresar algo de todas esas cosas que habla Neruda y que sin embargo se escabulle. Lo hermoso me parece que esta ahí, en eso que no se alcanza a apresar, y en eso me parece que está lo creador.

Sergio Rodríguez: comparto lo que decís. Y es más, en la medida que vas hablando se me ocurrieron algunas cosas. Neruda es un poeta que leí mucho en otras épocas, y una cosa era Neruda cuando escribía por indicación del Partido, y otra cosa era Neruda especialmente en los comienzos. Me acuerdo de una serie de odas a las verduras que no sé si conocen (risas) sí, dejando de lado el significante de ver-dura, claro, (risas). Leer esa poesía era peor que entrar a una mala función de circo, pero en cambio hay un verso de él que si me parece viene muy a cuento, por ahí es el verso mas recordado o el que yo mas escuché, cuando dice “me gustas cuando callas porque estás como ausente” Ahora, fíjense si no es una referencia significante a lo que estamos conversando.

Graciela Guidi: yo voy al dolor. A mi me llamó la atención la frase que dice hay goce cuando empieza a aparecer el dolor, porque si uno la corta ahí, parece que tendría que haber dolor para haber goce. Vos decís que puede haber o no dolor. Esa frase ...

Alejandro del Carril: en relación al goce y a la cuestión de esto del placer y el dolor, a mí me viene siempre el articulo de Freud Más allá del principio del placer. Generalmente se ubica esto del placer y entonces el goce sería el dolor y en realidad Freud en ese artículo habla de placer y displacer. Igualar goce-dolor entonces, seria meter al dolor en el principio del placer. Me parece que el goce tiene que ver con el más allá del principio del placer y el más allá del principio del placer no es el displacer ni el dolor. Es otra lógica. En todo caso, no sé si no adquiere cualidad o ... no sé bien de que se trata.

Alicia Smolovich: me quedé con esto del sin sentido y retomo lo que se estuvo hablando bastante que tuvo que ver con la clase de Alejandro y algunas tuyas, en relación a la interpretación en análisis. Y pensaba en relación al goce, no solamente del analizante sino también del analista ...

Sergio Rodríguez: con respecto a esta cuestión y a la cuestión de placer-displacer. Efectivamente en el Proyecto de psicología para neurólogos, Freud planteó la articulación placer-displacer. Tal es así que lo primero es el displacer, aparece en el tema de los bebés que traía.

Roberto Vecchiarelli: ahora me pregunto si no estaba anunciando ahí la contraposición de dos lógicas, pero que se significan justamente porque se contraponen. En realidad el principio del placer en Freud, desde el punto de vista de la formalización de Freud, desde lo estructural, el principio del placer lo centra en la homeostasis, en el equilibrio, en eso que no se siente en definitiva. Que no es el principio de Nirvana, que es el del grado cero. Me parece que lo que se confronta es placer-goce, y en ese sentido cuando Lacan dice Incontestablemente hay goce en el nivel donde comienza a aparecer el dolor, no dice sólo hay goce en el nivel donde comienza a aparecer el dolor, sino que no hay por qué dejar el comienzo del dolor por fuera el goce. Forma parte del goce. El dolor también forma parte del goce. Pero el goce no se reduce al dolor, ese es el punto. Lo que me interesa recalcar es esa cuestión, de que no se reduce. En el tema de la drogadicción por ejemplo. ¿Qué es una de las cosas que más nos dificulta resolver el problema de los drogadictos? Que han accedido al conocimiento de un goce placentero, que muchas veces, no hay con qué darle. Lo dicen muy claro, cuando dicen: vos porque no probaste. Lo dicen así: desafiantemente. Entonces, me parece que es alrededor de todas esas cuestiones que se juega la del goce.

En cuanto a la Interpretación, allí hay toda una interpretación. Si el psicoanalista debe decir o no algo alrededor del goce en las sesiones. Estoy analizando a una muchacha que se analizó varios años con otra colega, una muchacha neurótica pero una neurosis muy asentada en el goce masoquista. Pero neuróticamente masoquista. Y toda la interpretación de la anterior analista se reducía a decirle que ella ahí gozaba y con eso me parece que barría todo el entretejido que la sostiene en esa posición de goce. Con lo cual no digo que no hay que decirle: mira, vos ahí estas enganchada con ese goce. Pero hay que agregar el cómo, de qué manera, en qué, para qué, en que situaciones, en qué ocasiones, en que tiene que ver con su historia, en fin, una cantidad de cosas que se juegan ahí, porque si no, hablar de goce se transforma en una especie de jocker, de comodín.




[1] El mítico adivino ciego helénico.
[2] Ver en Lacan el seminario de La Angustia.