Un psicoanalista y los medios masivos de comuniceción

Psyche Navegante No 71
www.psyche-navegante.com
Sección: Cristina Corea


Tema: Desde la ética del psicoanálisis, la función y potencialidad de los psicoanalistas en los medios masivos de comunicación y sus diferencias con el discurso que estos acuñan.

Aclaración: Este artículo completo, fue publicado en www.elsigma.com.ar como columna, el 19 de enero del 2006. A pedido del autor se publicará también nuestra revista en dos partes. Una en este número y otra en el próximo.

I
Los medios, campo predominantemente de lo imaginario y los malos entendidos.

Lo que escribo tiene como referencia las consecuencias que saco de mi paso en función de psicoanalista, a veces como agente, por medios masivos de comunicación. Analizo lo que me mostró mi experiencia de trabajo y la de otros colegas en los mass-media. Lo hago, tomando como brújula la ética que debe animarnos y la estructura de los tres registros que anudados, nos constituyen. Por la que el malentendido se repite, repitiendo la paradoja fundamental del lenguaje. Resultante de su funcionamiento a través de la combinatoria significante y no de códigos con significados cristalizados. Por lo que, a la vez que es instrumento de comunicación, lo es de dis-comunicación, de malentendidos. El Imaginario produce la creencia de que nos entendemos. De ahí la frecuencia de los sobrentendidos, que muchas veces llevan a nuevos malentendidos. Agreguemos, que frecuentemente irrumpe lo que queda sin significar, fuera de lo significado. A esto último, los psicoanalistas formados en Lacan, llamamos real. Real, habitualmente novedoso y sorprendente. Otras no tanto, cuando insiste en un mismo lugar como insumo de repeticiones no originadas en significantes inconscientes sino causados por faltas de significación. Lo real puede producir severas desestabilizaciones. Y lógicamente, porque nos hace presente saberes no constituidos, nos causa a investigar, a tratar de saber. Al malentendido, tenemos que agregarle otra cuestión que suele ser de las más difíciles, de las que menos tienen en cuenta en su función de obstáculo, los diferentes discursos de la Cultura y sobre la cual, el primero que lo tomó a fondo, fue el psicoanálisis[1]. Se sustenta en el efecto que nos produce estar anudados socialmente por lo imaginario. Ese anudamiento descansa en lo producido previamente por la Cultura. Por eso, ella misma, no está fácilmente preparada a reaccionar adecuadamente ante lo real con su corte de sorpresa y novedad. Lo Imaginario nutre la creencia en que las cosas de los seres humanos son generalizables. Por ejemplo, la gente se escandaliza cuando algo se sale del sentido común. Como si éste existiera. Cuando cada uno expone su sentido común, seguro que va a encontrar cuando menos matices, con el de los otros. En esta carga contra el psicoanálisis que están haciendo parásitos -tipo Merkkel-, uno de los argumentos que más cala, es que el psicoanálisis no presenta estadísticas. Ignoran que cada caso es un caso, cada persona una persona. ¿Eso quiere decir que no se puede generalizar nada?

El psicoanálisis: ante la singularidad de los sujetos y sus tiempos, formaliza las estructuras

La primer tendencia de los psicoanalistas fue a generalizar partiendo de casos particulares. De ahí el carácter “canónico” que se les dio[2] a Dora, El hombre de las ratas, El hombre de los lobos, La pequeña homosexual, Un caso de Paranoia contrario a la teoría psicoanalítica y El caso Schreber. Lo que sirvió contradictoriamente. El manual de Fenichel sobre Teoría general de las neurosis fue un colosal y contradictorio esfuerzo en ese sentido. Funcionaron así, en la medida en que a la vez que traían aclaraciones, obstaculizaban la lectura de elementos diferentes que aparecían en otros casos. Lo que llevó a Freud, Bion, Wisdom, etc. a proponer formalizaciones de tipo topológico y matemático que permitieran generalizar nada más que las estructuras formales, vacías de significados, para no obstaculizar las novedades significantes de cada caso. Lacan culminó dicho esfuerzo con sus grafos, matemas, nudos, lingüistería, etc.

La función psicoanalista en los medios, interpreta y traduce

Los psicoanalistas tenemos que esforzarnos por trasmitir de la mejor manera posible a quienes no lo son, conceptos que han sido elaborados con nuestra jerga o, dicho en lacanés, con nuestra la "lalengua". Lo que nos exige una labor de traducción muy compleja, difícil, pero que vale la pena y que por supuesto no escapará a la ley de "traduttore traditore". Lo que es insalvable, ya que el lenguaje por estructura, hace de todo lector u oyente un traductor, a menos que se comparta delirios como los de los fundamentalistas dentro del Islam, que suponen que hay textos como el Corán, que son no interpretables, que dicen unívocamente lo que dicen.

Además, cada uno de nosotros se dirige a los otros desde su estilo, su neurosis, sus propios rasgos narcisistas. Sólo habrá lazo social si somos capaces de soportar las dificultades del lenguaje y de las diferencias entre narcisismos, en los dos sentidos fuertes de aquella palabra. ¿Pero, es que no hay límites...? Creo que sí. Pero una cosa son las discusiones en las que cada uno discute desde su propia la "lalengua" que a veces incluye ironías, chascarrillos, formaciones reactivas y hasta aserciones subidas de tono, y otra cosa es cuando alguien devuelve diferencias con infamias Como hicieron dos colegas hace un tiempo sobre el libro de otro, y sobre el jurado de un concurso que les resultó adverso. Mientras en los debates nos mantenemos en lazo social, actitudes como la señalada se colocan por fuera, arrasando el intercambio de ideas con mezquindades.

Es cierto que soportarnos exige a veces pagar precios altos. Pero si se tiene pasión por lo que se investiga, los precios suelen valer la pena. Investigaciones bien resueltas, harán que nuestra herramienta alcance a mayor cantidad de humanos y de una manera más eficaz.
Para eso, las principales responsabilidades de los analistas pasan por: llevar lo más lejos posible sus propios análisis y los análisis de quienes los consultan. Pero, sabemos por experiencia propia y por la recogida en la del movimiento psicoanalítico en general, que otra serie de intervenciones contribuyen a poner y mantener en forma a los psicoanalistas.

Entre ellas, ubicamos la lectura y la escritura con metodología psicoanalítica. Con esa dignidad concebimos la lectura a la letra, más allá y más acá de presencias y/o prestancias imaginarias[3], y la escritura como problemática, generativa y confiada al acervo inconsciente que la lectura produce y no, al calco consciente de lo ya dicho. Estos métodos también pueden tener este valor en la práctica de otras disciplinas para abordar parte de su labor, cuando buscan usar herramientas de exploración e intervención provenientes del psicoanálisis. Instrumentos útiles tanto en el trabajo con el analizante, como en su extensión a otros campos de los lazos sociales, ya que operan sobre las fragilidades de los registros y de los calces que anudan al hablante. En este sentido, me sumo a analistas como Winnicott, Francoise Doltó, Serge leclaire, que utilizamos nuestra imagen y voz en los medios electrónicos para intervenir desde el psicoanálisis. Las intervenciones psicoanalíticas contribuyen para acercar lo más posible los goces de los seres parlantes a sus deseos dentro de los límites que imponen, soportar y soportarse en la Cultura. Están destinadas a que los tres registros de la experiencia no se desanuden o se re-anuden de tal forma que los síntomas reduzcan lo menos posible las operatorias significantes sobre lo real. A producir artificios más adecuados, "sinthomes " (cuarto elemento destinado a re-anudar el nudo Borromeo) reanudando la estructura de lenguaje a través de que "un significante representa un sujeto para otro significante"[4] . ¿Qué se puede esperar de las mismas? Algún efecto en algunos particulares y un efecto más general de difusión de como intervienen los psicoanalistas y por lo tanto de la utilidad de nuestra práctica.

No es poco común que no analistas y a veces también colegas, señalen dificultades de entendimiento en tanto no pueden seguir ciertas contraseñas para algunos analistas “sabidas” por el uso habitual, pero para aquellos desconocidas.
(Continuará en el No 72)

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Psyche Navegante No 72
www.psyche-navegante.com
Sección: Cristina Corea
Título: Un psicoanalista y los medios masivos de comunicación
Autor: Sergio Rodríguez

Tema: Desde la ética del psicoanálisis, la función y potencialidad de los psicoanalistas en los medios masivos de comunicación y sus diferencias con el discurso que estos acuñan.

Aclaración: Este artículo completo, fue publicado en www.elsigma.com.ar como columna, el 19 de enero del 2006. A pedido del autor se publica también en nuestra revista en dos partes. Una en este número y otra fue publicada en el anterior (71).

II
¿Sobre la superficie, las profundidades?

¿Superficialidad, profundidad? ¿Quedar atrapados en el discurso de los medios?
El debate suele encerrarse entre dos significantes que, a mi modo de ver, no resuelven lo nuclear del mismo. Ellos son: profundo y como opuesto superficial. Para salir, tendremos que allegarnos nuevamente a Freud. Siempre desde la intención de intervenir psicoanalíticamente sobre el malestar en la cultura en el siglo XXI.

Nuestra diferencia con el periodismo en general reside en que el mismo, por efecto del anudamiento por lo imaginario (reforzado por el negocio corporativo) se ubica estructuralmente, como agente en el discurso de la histérica por lo que se implementa como una pura queja sobre, que no anda en los gobiernos o en algún otro amo, o adversario ocasional. Por eso exigen de sus editores, emisiones con finales cerrados “abrochados” a puro sentido. No aceptan emisiones abiertas que induzcan al receptor a preguntarse y a soportar que el tema lo trabaje. Conocen la voracidad de las masas porque le den todo digerido y a ese goce se adaptan. Con la novedad que, por la nueva estructura económica mundial hegemonizada por el capital de las finanzas, de los mass media, de medicamentos, narcotráfico, y de armamentos; “los medios” han pasado a formar parte del corazón del Poder, no del cerebro. Por eso mismo, lo hacen como instrumento disgregador. Ello se debe a que interpretan sólo desde sus intereses corporativos y según como soplen los vientos para ellos y sus diversas mediciones de rating, targets, y shares. La queja permanente, sólo empuja a la anomia y la anarquía. Los psicoanalistas trabajamos a favor de los sinthomes, o sea de aquellos artificios que los propios interesados están en condiciones de inventar y/o inventen. Lo que les permite re-anudar las malas heridas en los registros y como consecuencia encontrar un modo más eficaz para implementar sus deseos, sus goces, y su participación en los lazos sociales. El periodismo actual se apoya en la imagen y en la repetición machacona de enunciados quejosos y aburridísimos, llenos de contraseñas “universitarias” , en tanto las enunciaciones son arrasadas por las “líneas editoriales”. En cambio un discurso habitual en los practicantes del psicoanálisis, como - el de apertura de la partida- [5] además de ser útil para ayudar a instalar la transferencia, puede resultar de uso muy frecuente en el psicoanálisis en extensión. Por ejemplo, Televerdades busca saber hacer con la herramienta psicoanalítica para herir al S1, y despertando la curiosidad, facilitar la escisión en el sujeto. Se articula al Deseo del analista que interviniendo sobre el sujeto escindido, facilita producir un significante nuevo. Esto no se puede hacer desde retóricas argumentativas para convencer.

La lógica binaria que contrapone profundidad supuesta como medular y superficialidad como condición de frescura, desde la epistemología psicoanalítica propone una oposición falsa. ¿Por qué? Porque Freud ha mostrado largamente que lo más “profundo” del hablante lo encontramos en su superficie. Les traigo a recuerdo este planteo de él: “En algunos casos es tan rica la producción onírica y tan lento el progreso del enfermo en la comprensión de sus sueños, que el analítico no puede menos de pensar que semejante abundancia de material no es sino una manifestación de la resistencia, la cual utiliza para sus fines el descubrimiento de que la cura no puede abarcar la materia así suministrada. Pero, entre tanto, la cura queda muy detrás del presente y pierde su contacto con la actualidad. A esta técnica se opone la experiencia de que para el desarrollo del tratamiento es importantísimo conocer en todo momento la superficie psíquica del enfermo y hallarse orientado sobre los complejos y las resistencias que van siendo activados en él y sobre la reacción consciente que determinará su conducta”[6] Freud advierte aquí a los analistas claramente, sobre la necesidad de no caer en la trampa de las complejidades y abundancias de materiales pues la cura no puede abarcarlas. Una emisión hecha por psicoanalistas debe guiarse por esta premisa si quiere conmover vía interpretaciones, a cada objeto en cuestión. Nuevamente Freud: “... psicología de las «profundidades», fruto del psicoanálisis, no era sino la psicología de la vida anímica normal. Nos había, pues, sucedido lo que a los químicos cuando comprobaron que las grandes diferencias cualitativas de los productos se reducían a modificaciones cuantitativas en las proporciones de la combinación de los mismos elementos.[7] Para intervenir psicoanalíticamente, el mejor camino está en usar lenguajes y lógicas “normales” y no para especializados, absteniéndonos a la vez de “abrochar sentidos”, lo cual por lo analizado antes, a los medios les resulta inconveniente como política. Por lo que en general, no nos proponen ni aceptan que hagamos programas o tengamos columnas fijas.

En los medios no debemos hacer exposiciones teóricas, pues difícilmente logren evitar trasformarse en emisiones doctrinarias típicas del discurso universitario. Útiles para ese recinto, pero contraproducentes para la transmisión del psicoanálisis en el contexto mediático. No creo que debamos proponernos convencer a los “contras”. De ellos se ocuparan sus reales[8] y sino pasaran por el mundo como la mayoría de las masas, durmiendo sin soñar. Vuelvo a citar, esta vez a Lacan en “Aún” clase 5. Ahí dijo: “Me negué a ello partiendo de la idea de que a la gente que no quiere tener nada que ver conmigo, yo, por mi parte, no busco convencerla. No hay que convencer. Lo propio del psicoanálisis es andar sin vencer.” No procuramos vencer ni convencer. El ideal de medulosidad puede provenir de la esperanza de convencer y vencer. Tratar de convencer para lograr que el psicoanálisis venza es sumergirse en el goce de lo imposible, justamente el “goce que no debería haber” ya que es el goce del Otro “no castrado”, en esta ocasión personificado por los hiper explicadores. El psicoanálisis una vez inventado difícilmente desaparezca, las diversas irrupciones de lo real lo soportan. Pero con toda seguridad no va a triunfar. Pues eso sería eliminar lo real, lo que es imposible. Además de imponer un imaginario en ese caso “psicoanalítico”, lo que también es imposible por contrario a la causa de existencia de nuestra práctica y en consecuencia de la ética del psicoanálisis.

Como intervengo en los medios masivos de comunicación

Como psicoanalista para analizar lo que acontece en los lazos sociales utilizando las herramientas psicoanalíticas, parto de analizar lo que dicen los otros. Atiendo: a) Las relaciones de soporte y exclusión, entre deseo y goce (articulado aquel como causa y éste, muchas veces como límite). b) De causa y alienación entre lo no reconocido o desconocido pero deseado de saber y lo supuestamente sabido. c) El recorrido paradojal, moebiano[9] del narcisismo, que lo lleva a resultar a veces favorable al “sí mismo” y otra perjudicial.

Analizo desde las letras que con diferentes vestiduras (entre ellas las inconsistencias lógicas) aparecen en actos y enunciaciones de los actores sociales, solos o en corporación. El método del psicoanálisis en extensión para interpretar, debe ser abstinente y estrictamente formal. Debe dejar a la persona del analista y sus pre-juicios lo más en suspenso de que sea capaz y conducido sólo por el Deseo del analista. Que apunta a producir la máxima diferencia entre ideal y objeto, para lo cual trabaja sobre las hendiduras del discurso del Otro. Descubrimientos como -Inconsciente y castración del lenguaje por lo real- plantean que no hay teoría psicoanalítica, económica, o social que logre dar cuenta de los fenómenos culturales y sociales en toda su extensión. La interpretación psicoanalítica puede relanzar lo simbólico, a partir de las letras que con diversas vestiduras quedan boyantes en sus bordes agujereados. El hablante concibe la realidad desde lo que su narcisismo le propicia y lo entrampa. Funciona a partir de identificaciones homeomórficas que constituyen su Imaginario, proyectándolas sobre su construcción de la realidad. También, presionado por deseos inconscientes causados por lo realmente ausente en los objetos y atraído por sombras fantasmáticas realizadoras en parte y en otra acotantes de sus deseos. Deseos resistidos y realizados por la presión pulsional, real. Por eso se “goza”[10] transaccional y equívocamente, de donde la función resistencial a las emergencias de lo inconsciente. Los psicoanalistas cuando participamos como actores en movimientos sociales, sufrimos los mismos condicionamientos que cualquiera. El psicoanalista como resultado de su función y posicionado en ella, tiende a no conformar a nadie, sí a advertir sobre la incidencia de los tres registros y de los soportes entre sintomáticos y “sinthômaticos”[11] de la sociedad, analizada como objeto (a en la “lalengua” de Lacan) en cada circunstancia. Análisis útil para los actores sociales mejor causados y menos inhibidos a soportar el relanzamiento de sus pensamientos.

Como psicoanalista, no pretendo dirigir.

El método del psicoanálisis no sirve para dirigir nada, pues su efecto de develar el deseo inconsciente de los sujetos propulsa la caída o por lo menos el aflojamiento de las identificaciones, que son la vía principal y casi exclusiva de la consistencia de las masas, amasables pulsionalmente a través de sus componentes yoicos[12]. En consecuencia atendiendo sus demandas que en parte reprimen a sus propios deseos, soportan fascinaciones o agresividades según el momento y las tensiones potenciadas por la presión de dichas pulsiones. Quienes cuestionan al psicoanálisis en extensión por poco incidente olvidan que lo mismo ocurre con el psicoanálisis en intensión. Pero parafraseando a Mimí Langer en una anécdota que me relató Horacio Etchegoyen hace unos 15 años podemos decir: el psicoanálisis en extensión hace muy poco por la gente, pero ese poco que hace ¡cuanto que es!. Basta registrar sus efectos a veces por la positiva otras por la negativa, en los discursos en los medios y en la calle. Los medios masivos de comunicación tomaron peso fundamental con la radio portadora del objeto voz, y la televisión que al sumar las imágenes genera atmósferas de sueños. No exigen saber leer, se arraigan masivamente, trasmiten a todas las latitudes en tiempo real y pueden ser portátiles. Estas condiciones los colocaron en el corazón del Poder. Funcionan según la lógica planteada antes. Por la misma, no sólo influencian a su público, sino que también son influenciados por él. El “zapping” acentuó esta característica.



[1] Ver Freud en Psicología de las masas, particularmente Enamoramiento e hipnosis
[2] Así fueron caracterizados por algunos psicoanalistas con lo que promovieron generalizaciones imposibles, sin advertir o advirtiendo lo que sería peor, el parentesco en que se colocan con las Sagradas Escrituras
[3] Leer el último seminario de Lacan, dictado en Caracas – Venezuela en 1980.
[4] Definición final de Lacan para el significante en función inconsciente.
[5] Ver en mi libro En la trastienda de los análisis (Volumen I y II)
[6] El empleo de la interpretación de los sueños en el psicoanálisis
[7] Autobiografía
[8] En el sentido planteado por Lacan y trabajado supra.
[9] Recorriendo la banda de Moebius se pasa imperceptiblemente de una cara a la opuesta en un lugar distinto al punto de partida.
[10] En el sentido que Lacan le agregó al término. El goce como lo que hace sentir el cuerpo, tanto en el disfrute como en el sufrimiento, pudiendo generar hábitos difíciles de resignar. Y que como señala en “La Tercera de Roma” es la residencia del “ser”.
[11] En el sentido que Lacan nomina a un síntoma productivo, anudador y estabilizador de la estructura R.S.I Nudo que re-anuda estabilizando, si se presenta falla en el anudamiento entre los tres registros –Real, Simbólico e Imaginario- El síntoma intenta fallidamente, esta misma función. (Ver el seminario XXIII: El sinthome)
[12] Sigmund Freud: Psicología de las masas y análisis del yo, ver el capítulo Enamoramiento e hipnosis.