Querido Sigmund: gracias por haber nacido!

Psyche Navegante No 71
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Sección: Dossier en homenaje a Freud en el 150 aniversario de su natalicio

Tema: Recorrido de radicales aportes metodológicos de Freud en comparación con imaginarios de época, verifican su vigencia y su difícil aceptación por la medianía cultural.

1856: Nacía Freud. Habitante judío del imperio austrohúngaro que aliado al británico, había derrotado definitivamente las ambiciones imperialistas de Napoleón Bonaparte. Ambiciones en las que habían desembocado los gritos igualitarios y libertarios de los revolucionarios de la burguesía francesa. La fraternidad nuevamente había triunfado. El crimen entre hermanos se había repetido. 1856 años después de Cristo, el que quiso salvar a los humanos sobreactuando el amor con donación de vida, el nacimiento de este otro judío presagiaba que comenzaría una práctica que desnudaría que en Caín también había de Abel y en Abel de Caín.

La revolución industrial había culminado en 1848 en Alemania, su primer tour de 360º. A horca-quijadas de la voracidad de los nacientes capitalistas había reducido a los artesanos a obreros fabriles y liberado a los siervos de la tierra. Transformó a ambas clases en mano de obra libre que se vendiera en el pujante mercado fabril. La primitiva e ingenua decisión de muchos artesanos de destruir máquinas, era reemplazada por las utopías no menos ingenuas de los anarquistas que se proponían destruir el estado con un movimiento sin estado. Y por utopías socialistas que se proponían construir islas de iguales. O más científicas, que partían de suponer que se podía llegar a una sociedad de hombres libres donde “cada cual diera según sus posibilidades y recibiera según necesidades”[1]. Seis años antes del nacimiento de Freud, El Manifiesto comunista conoció las tintas de las máquinas inventadas por el viejo Gutenberg.

Sigmund Freud cumplía 15 años y era alumno del Gimnasyum, cuando la experiencia de la comuna de París le sugería al viejo Marx que antes de llegar a los hombres libres, iba a hacer falta un periodo en el que nuevos dictadores roturaran el camino. La teoría de la dictadura del proletariado vio la luz. Luz que como alude el refrán “aclaró tanto que oscureció”. Alumbró tres cuartas partes del siglo XX en un tercio de la geografía humana. La ilusión era que los de abajo cuando estuvieran arriba, dictarían su revolución a los de arriba que pasarían a estar abajo. Los que de abajo pasaron arriba y arriba, se identificaron con arriba. Nueva revolución de 360o. Otra vez, Caín asesinó a Abel. Abel no fue inocente, sí acomodaticio. La burocracia devoró a los pocos bienintencionados, con la aprobación masiva de la mayoría de los abeles.

Cuando esa segunda vuelta se preparaba, el joven Sigmund se enfrentó a Viktor Adler porque éste no entendía las diferencias entre hombres y animales[2]. El viejo Sigmund manifestó repetidamente, que no tenía esperanzas que el cambio en la base material de las relaciones de producción, modificara a los hombres. Claro que para eso tuvo que hacerse cargo de analizar su equivocación de haber confiado en que la primera guerra mundial llevaría el pico de la cultura de entonces, la vienesa, a los pueblos bárbaros del imperio de los zares y a los incompresibles británicos y franceses. Tuvo que parir con dolor Lo siniestro, Más allá del principio de placer, El Porvenir de una ilusión, Psicología de las masas y análisis del yo, El por qué de la guerra.

Cuando nacía Freud, faltaban poco menos de cien años para que se descubrieran sulfamidas y antibióticos. No había otra anestesia que un litro de whisky o se operaba con el paciente atado y mordiendo algo. No existía el oxígeno en tubos ni los corticoides. Cualquier cirugía era un riesgo grave. La Viruela, la Fiebre Tifoidea, la Peste Bubónica, se llevaban los muertos de a millones. Contra la hiper tensión arterial: sanguijuelas y sangrías. Para bajar la fiebre, baños o paños fríos. ¿Y para los enfermos nerviosos? Si eran ricos: balneoterapias, té de tilo, largas temporadas en clínicas de reposo. Se experimentaba con hipnosis. Para pobres, pena de muerte, asilos, o automedicación con ingesta de alcohol. ¿Qué recibían en los asilos? Cadenas, duchas de agua helada, palizas, inyecciones de leche en los muslos para producirles abscesos que les impidieran caminar y escapar.

Freud creyó en determinado momento que se pasó de la investigación histológica a la práctica clínica porque necesitaba dinero. Sin embargo en su momento, no aceptó entrar en el pujante empresariado textil, desechó su primera inclinación a la abogacía y se decidió por la medicina que como práctica personal nunca fue ni es demasiado rentable. Lo que no quita, que apremiado económicamente derivó al estudio y la atención de las enfermedades nerviosas. ¿Pero, fue sólo el apremio económico lo que lo derivó a la neuropsiquiatría o un volcán de obsesiones que lo interrogaban acuciantemente? Como las que lo llevaron a aprender español para leer El Quijote en su idioma original. O la pelea antedicha con Viktor Adler. O deseos inconscientes como los que alimentaron sus ilusiones en la cultura y los ejércitos germánicos de la primera guerra mundial. Ilusiones equivalentes a las que sostenía Carlos Marx en "su clase" obrera alemana que lo llevaron a desestimar a los campesinos, hasta el extremo de no haber visto con buenos ojos las revoluciones latinoamericanas del siglo XIX. Fueron hombres inquietos y bien deseantes. En función de sus deseos cometieron grandes aciertos, errores importantes y por supuesto, no terminaron de precisar lo que desearon. Algo faltó, y faltará siempre en la isla a que llegaron cada uno.

El increíble aporte freudiano

Lanzado en ese viaje, Freud captó en el dolor[3] y la insatisfacción, la fuente de los movimientos humanos. Advirtió el valor cualitativamente diferente de las experiencias y los rasgos indelebles que dejan en cada uno, las marcas subsiguientes producidas en el nido. Incluidas las que dejan como cada uno reaccionó ante lo recibido: represión, renegación, repudio. De ahí las paradojas de quedar obligado a elegir y hacerlo, sabiendo muy poco, casi nada, sobre adonde lo llevará lo que está eligiendo. De ahí también que el sujeto es responsable, aunque no sepa que sabe que está haciendo. De lo que sabrá, recién cuando lo haya hecho más de una vez. De esas marcas en el nido dependerán como vuele su vuelo cuando eche a volar, cada ave humana. Más aun, definirán si logra volar. De ahí, uno de sus descubrimientos mayores: el funcionamiento del Inconsciente, la fábrica de sueños y de actos ligados a las pulsiones, los deseos y las defensas. La usina de deseos insatisfechos y rebeldes, insistentes en no ceder y en manifestarse de algún modo para presionar a que el sujeto los tome en cuenta. Si inicialmente supuso que el viviente hacía todo buscando el placer sólo hicieron falta 25 años de psicoanalista y apercibirse de los hechos de la primera guerra mundial, para advertir que hay algo más allá del principio del placer. Lo llamó: Pulsión de muerte. Pero, las ilusiones resultan imprescindibles para soportar este valle de lágrimas[4]. Las ilusiones facilitan sostener algo de la verdad. No pudo dejar de creer que hubiera también pulsiones de vida. Hizo falta un impasse de 44 años[5], para que Lacan captara que la posibilidad de la pulsión de satisfacerse en su propio borde erógeno, hace de todas ellas potenciales pulsiones de muerte. Lo que sumado a la asociabilidad del deseo inconsciente y al recorrido moebiano del narcisismo, hace del ser parlante cualquiera sea su camiseta, el animal más peligroso para sus congéneres y para las demás especies. Y mientras más inteligente, más peligroso, ya que cuando mejor despliega lo simbólico más genera condiciones para producir reales impredecibles. Freud entonces, aunque no lo lograra en toda su dimensión, terminó de advertir en Más allá del principio de placer lo irrecusable de la castración que sostiene la repetición de lo no placentero. Lo simbólico quiebra ese circuito de repetición, sin poder impedir que se abra otro.

Lo avizoró desde varios atalayas. Ya en el Proyecto de psicología para neurólogos se apercibió de la función movilizante del dolor. También de la transformación por el propio aparato neuronal, de energías de excitación externa con magnitudes siderantes para sí y en consecuencia traumáticas, en magnitudes de excitación interna elaborables por la red neuronal. Luego captó como las criaturas al percibir que la madre no tiene pene, escinden la atribución de sexo no por la diferencia de portación de genitales sino por la suposición de que un sexo tiene genital (pene) y que el otro al no tenerlo está castrado. Suposición que le da un valor superlativo a lo que deja de ser un pequeño aunque gustoso miembro, para adquirir valor de FALO, por la ausencia del mismo en las otras. Mientras a los varones el pene se les hizo real y demandante de nominación a partir que desde muy chicos comenzaron a gozarlo como elemento particular, discriminable del cuerpo, a las mujeres la vagina se les hace real a partir de que empiezan a gozarla, a lo sumo en la pubertad. Recién ahí, reclama verdaderamente nominación. Durante el espacio temporal, quedaron instaladas la represión, la renegación o la forclusión y como consecuencia el Inconsciente y sus diferentes formas de manifestación. En consecuencia lo que está castrado es el lenguaje, no sólo porque no puede nombrar todo, sino porque sólo puede nombrar lo que se presenta real. Tras cualquier fantasía algún real presiona. Esto, que Freud no desplegó en sus varias dimensiones y consecuencias, lo registró como fenómeno a partir del caso de El pequeño Juan (publicado en 1909) y lo articuló imaginariamente cuando formuló roca viva de la castración[6]. Se acercó también, cuando en sus estudios metapsicológicos discriminó La Cosa (Das Ding), de representación de cosa (sache vorstellung), de representación palabra (wort vorstellung) y de representación objeto (object vorstellung)[7]. A partir de dicha discriminación advirtió que a la conciencia sólo pueden llegar las representaciones objeto, producidas por la ligazón entre RC y RP (SV y WV) Sin esa ligazón, la representación permanece inconsciente. Ergo, una palabra sin cosa para nombrar sólo es sonido. Sin ligazón a palabras, La Cosa "emite" un exceso de magnitudes de excitaciones externas traumatizantes, por aparecer puramente real. Y la falta de articulación entre RC y RP, mantiene a la representación en el dominio de lo no realizado: el Inconsciente.

Entonces: el Inconsciente castra básicamente a todo sujeto y cualquier corporación de masa. Como advirtió Freud en Psicología de las masas y análisis del yo dichas organizaciones corporativas, vía la identificación al líder como cuerpo-objeto-imagen y a sus enunciados ideales, facilitan renegar de la castración, lo que no la evita sino que la potencializa como fuente de inhibiciones para conjeturar. En razón de eso se opuso siempre a hacer del psicoanálisis una cosmovisión (colección de ideales para una visión universal y universalizadora) y tardó en aceptar darle al movimiento psicoanalítico una estructura institucional. Luego, la corporación psicoanalítica se lo devoró, no para parecerse sino para cagarlo.

150 años después de su nacimiento y entre 110 a 90 de sus descubrimientos claves, la corporación psicoanalítica en cualquiera de sus camisetas, no puede resistir la pregnancia de lo imaginario. Sigue divulgando los enunciados de Freud, pero en sus enunciaciones, o sea desde donde y como los enuncia, sigue corriendo tras la utopía de lograr una cosmovisión psicoanalítica de la vida humana. A veces desde la izquierda y otras desde la derecha. Pero también siguen habiendo psicoanalistas que en lugar de tratar de suturar la castración, continúan el interminable trabajo analítico freudiano para hacerla producir nuevos significantes que representen parcialmente al sujeto en el punto en que se halle de su ligazón a la vida. Sostenemos su optimismo escéptico, no pretendemos salvar al mundo pero no dejamos de luchar porque sea un poco mejor.
Por todo ello y mucho más viejo y querido Freud, te grito lo que suelen gritar nuestras hinchadas de fútbol[8]: ¡gracias por haber nacido!



[1] Manifiesto Comunista escrito por Carlos Marx
[2] Líder social demócrata austriaco que no entendía que las bestias porque no eran humanas, sí eran inocentes, pues sólo responden a su instinto.
[3] Proyecto de psicología para neurólogos: La experiencia de dolor.
[4] Salve: oración católica.
[5] Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis.
[6] Análisis terminable e interminable
[7] Discriminaciones a las que en tiempos parecidos hacía Ferdinand de Saussure en Suiza, entre significante, significado y signo.
[8] Agrupamientos de partidarios de un equipo.