"Un nuevo chiste se considera casi como un acontecimiento de interés general y pasa de boca en boca como la noticia de una recientísima victoria"

28-07-2002


Televerdades es un chiste que responsabiliza al Inconsciente de los sujetos mediáticos por sus enunciaciones


Sigmund Freud en: “El chiste y su relación con lo inconsciente”

El próximo lanzamiento de Televerdades ha convocado a colegas del “complejo Psyche”, que participan o no del proyecto, a trabajar sobre si éste tiene relación o no con la función del psicoanalista, y en caso de suponer que la podría tener como implementarla. Me parece un buen indicio de la responsabilidad con que dichos componentes han tomado el proyecto.

El tema es difícil y sólo será dirimido por vía del acto. El a posteriori nos dirá si produjimos un acontecimiento que deje nuevas marcas en la Cultura y que colabore al reposicionamiento de algunos sujetos incluidos los que quedaremos implicados por la producción de la Página.

Paso a mencionar algunas de las observaciones que se me ha hecho llegar por mail y por comunicaciones personales a partir de la puesta en el cyber del nº 0 de Televerdades.

Una colega planteó: “... siempre he dicho que la interpretación va contra los derechos humanos, supongo que quiero decir que sólo se puede admitir en tratamiento. En concreto, yo no interpreto, ni siquiera o tal vez solamente un poco, a la Cultura ...”

Me parece que si algo nos enseña la práctica del psicoanálisis es que cualquier “hablar de la cosa”, ya procede por interpretación. En lo que se dice no está la “cosa en sí” sino lo que quien habla supone de la misma. Es más, Lacan nos recuerda en los “Cuatro Conceptos...” que el inconsciente procede por interpretación. La diferencia entre esta verdad general de lo “hablantes seres” y lo que vamos a hacer nosotros, reside en que vamos a enviar a la luz pública el subrayado de lo que asomó diferente al enunciado en el seno de éste mismo, por parte de quien hizo uso del medio de comunicación masiva. En ese sentido defenderemos el “derecho humano” del público, a conocer en toda su extensión las posiciones de quienes se dirigen a él con la intención de agruparlo tras de sí o de convencerlo de algo. No va contra nadie, sino a favor de que las posiciones inconscientes que circulan en los lazos sociales también sean tomadas en cuenta.

A mi modo de situar las cosas los derechos humanos son un efecto de lo que cada humano hace. Quien habla de un medio masivo persigue influir y no tiene derecho, a que lo que dice no sea analizado exhaustivamente.

Me dijo otro colega: “Sergio, acabo de entrar a la página borrador de televerdades. Nunca me gustó la idea, ni en los tiempos de "las patas de la mentira", ni ahora. Paso a explicar mis razones: interpretar el deseo y el goce dice la presentación....al mismo no hay en la página ninguna interpretación. Creo que no están porque...no se trata de interpretar, se trata de mostrar... y que el lector interprete o saque sus conclusiones.

Creo que el colega tiene razón en que lo que pretendemos es mostrar. Pero también creo que esto no excluye la interpretación. Mostrar será mucho más cuando se trate de decir: “el rey está desnudo”. O sea mostrar aquellas claves de su goce que todos ven, pero ante las que prefieren hacerse los distraídos. Se tratará más de interpretar, cuando según las reglas de este arte (Freud –Introducción al capítulo VI de “...los sueños” Lacan en varios lugares y más concentradamente en L’Etourdit) la enunciación en articulación al contexto del enunciado incluida la escena, nos den lugar a mostrar que “el deseo es su interpretación”.

Agregó: “Hasta donde aprendí, interpretar es tarea del analista en un análisis, y no hay análisis por tele, por diario o por radio, entre otras razones porque el analizante, en este caso, no puede escuchar la interpretación (casi nunca escuchan, pero la supuesta interpretación no les está dirigida, está dirigida a los lectores de televerdades). Dejo de lado la evidente cuestión de la falta de transferencia del personaje en cuestión.”

De acuerdo con que no son interpretaciones dirigidas a ningún analizante. Están dirigidas como el remate de cualquier chiste a los que son de "la capilla". Habrá quienes las leerán y tomen en cuenta y quienes no. Pero habremos dejado una "furcioteca[1]" en el cyber que a algunos les podrá servir. El resto corre por cuenta de los cybernautas que entren a la página y a la "furcioteca" que iremos construyendo. Las operaciones son simbólicas en tanto trabajan sobre las relaciones entre enunciaciones y enunciados en discursos determinados. Recordemos el trabajo que hace monsieur Lacan con "Pienso, luego soy". Descartes no se analizó con él, además de haberse muerto unos centenares de años antes. Sin embargo, gracias a que fuimos leyendo y registrando las diversas interpretaciones que JL le fue haciendo a lo que esa enunciación marcaba en dicho enunciado, es que somos muchos los que llegamos a captar que: "pienso donde no soy, soy donde se gozo[2]". Lo que no deja de mantener pendiente un resto de real hacia ese trabajo de don Jacobo de París.

El colega agregó: Por otra parte, ¿no era que la verdad se dice a medias? o por tele se dice toda la verdad y entonces la interpretación también se dice toda?
Si del proyecto se entiende que pretendemos creer que la verdad se dice toda, desde ya me desdigo de lo que puede haber inducido a que se produzca dicha creencia. Estoy totalmente de acuerdo con la posición del atento observante. También con su planteo referente a la interpretación. Como dijo Don Jacques “El psicoanalista no sabe lo que dice, pero debe saber lo que hace”. Sabrá algo de lo que dijo recién en el a posteriori del acto de interpretar. En nuestro caso ese a posteriori será mucho más tardío y menos evidente que lo que suele ocurrirnos (y no siempre) en el consultorio. En consecuencia: que la interpretación se diga toda, es imposible.

Agrega el colega: Si la estrategia es que ante las "barbaridades lenguajeras" de nuestros conspicuos dirigentes la posición es mostrar la falla en el dicho y callar para permitir el S2 del lector y/o oyente, esto habría que especificarlo de este modo.

Mi posición, tal vez la práctica la tire al lugar de los desechos, es que debemos interpretar aquello que quede a nuestro alcance como manifestaciones de lo inconsciente en los “mass media”, efectivamente para incitar al inconsciente de cada uno de los lectores de Televerdades a que trabaje. Coincido en que es conveniente decirlo.

Continúa: De lo contrario, ante los salvajismos de los políticos, les respondemos con la interpretación salvaje (interpretación por fuera de la transferencia) de los analistas. Más de lo mismo y en el mismo nivel.
Por lo dicho, considero que si hay algo salvaje en nuestra posición, es un salvajismo maya, pero no azteca. No sacrificamos a nadie, nadie deja de tener derecho a defenderse. No somos más que un puñado de psicoanalistas, artistas y analistas de sistemas, decididos a utilizar nuestro saber para tratar de contribuir a que la Cultura no ignore, como tal vez diría Freud: sus mociones más inconscientes.

Sigue: “Una interpretación que el analizante no escucha porque no se le comunica a él...¡¡¡no es una interpretación!!! esa es la estructura de tele - a medias - verdades. El autor del fallido, lapsus o lo que sea no escucha nuestra interpretación, por lo tanto no es una interpretación. Solo hay transferencia imaginaria, no hay transferencia de lo real en juego. No está mal, pero ese es su alcance”.

En parte coincido y en parte no. Paso a explicarme. Estoy de acuerdo que la interpretación no va dirigida a quien comete el equívoco. En ese sentido no pretende influir en él. Pero eso no le quita el carácter de interpretación. La interpretación no interpreta a una persona, sino al efecto sujeto que produce determinada articulación significante. Lo que buscamos es favorecer ese efecto sujeto en quienes lean la página. Eso facilitará rasgar el efecto corporativo de los enunciados. Entre ellos y entre aquellos a quienes lo que se diga en la página les llegue, porque los que la hayan leído se lo cuenten. En ese terreno rescato enormemente el trabajo de miguel Rodríguez Arias con Las Patas de la mentira. Dejó una marca indeleble en la política argentina que está entre los antecedentes de cómo la gente reaccionó cuando el saqueo del capitalismo salvaje neo liberal ya se le tornó insoportable.

En televisión, el que comete el equívoco lo comete porque está en transferencia a Otro (o sea a su Inconsciente) y al saber del Otro del televidente. Recordemos aquello de Lacan en los 4 conceptos de que el "inconsciente procede por interpretación y habla por boca del analista". Por supuesto que no es la misma estructura formal, que la de la transferencia en el consultorio. Eso amerita todo un trabajo de conceptualización para el cual "el viejo francés" dejó puntas en Radiofonía y Televisión y en la "Proposición del 9 de octubre". Voy tratando de definir posición y función de lo que trabajemos en Televerdades. Tenemos algo en común con la posición del Bufón del Rey. Desde una estructura similar a la del Chiste y su relación con lo Inconsciente, creo que Televerdades puede llegar a servir para algo. Podemos poner de manifiesto lo que otros prefieren ocultar. La diferencia está en que nuestra denuncia incluye al rey, la corte y el pueblo. Desde ahí vuelvo a estar de acuerdo con el colega. Nos ocuparemos de una Cultura en decadencia y no sólo de tal o cual espécimen de dicha civilización. Lo que escribamos no estará destinado a nadie en particular y a todos en general. Y ahí volvemos al principio. Oirá quien quiera oír. Quien no, hará oídos sordos.

Quiero finalizar transcribiendo esta extensa cita de la clase 3 del 27-XI-68 del seminario “De un otro al Otro” de Jacques Lacan. Si nos tomamos el trabajo de discernirla, creo que nos puede facilitar “pescar” para que puede servir el trabajo que estamos queriendo iniciar.

Ustedes perciben bien como puede estar esto condicionado al nivel en que lo edifico, por la necesidad de poner en su lugar — entonces haría falta percibir que allí está el acceso más evidente— de poner en su lugar la formación del inconsciente, en tanto que ella puede producir el witz en la ocasión, lo que se refiere a la formación de la palabra famillionario. Es que es evidente que esto no puede producirse más que en la medida en que pueda recortase en una interferencia precisa, estructuralmente definible, algo que juega al nivel de los fonemas con algo que es del círculo del discurso, del discurso más común. Cuando Hirsch Hyacinthe —y es esencial que no sea aquí Henrich Heine, otro H.H., que sea contado— cuando Hirsch Hyacinthe hablaba de Salomón Rothschild, decía que él lo había recibido de un modo enteramente familiar. He ahí lo que viene familiarmente sobre el círculo del discurso, quería decir que él lo había recibido de un modo famillionario, es decir que él inscribía allí, que hacía entrar allí esos fonemas suplementarios, que él realiza esta fórmula impagable que no deja de tener su alcance para cualquiera, esta familiaridad que, como en alguna parte se expresa Freud, no deja de tener un último gusto de millones. Este no es un chiste, nadie ríe si ustedes lo expresan así, si ustedes lo expresan, si eso aparece, si eso horada bajo la forma famillionario, la risa no falta, ¿por qué después de todo, no falta?. No falta precisamente en tanto que un sujeto esta allí interesado, en tanto se trata de saber dónde ubicarlo, y evidentemente no podemos aquí —como Freud mismo lo articula— más que percibir que ese sujeto está siempre funcionando en un registro triple, que no hay chistes más que a la mirada, la presencia de un tercero, que el chiste no se sostiene como tal más que por un interlocutor en el otro, a saber, en el momento en que Hirsch Hyacinthe relata la cosa al compañero, pero donde aquel lo percibe como estando él mismo en otra parte, como estando muy cerca de ir a contarlo a un otro tercero.

Efectivamente esa triplicidad se mantiene cuando ese otro tercero lo repite, pues para que él se refiera a aquél a quien va a relatarlo, es precisamente en tanto que Hirsch Hyacinthe aquí permanece sólo e interrogado en su lugar, sobre lo que a él se refiere, él relata a aquél hacia quien el mensaje se encuentra referido, a saber el nuevo auditor; ¿Dónde está el punto sensible de esta famillionaridad sino, muy precisamente en que escapará a cada uno de aquellos que la transmiten?. Esto es a saber, esta novedad del sujeto que no hesita en la ocasión en transplantar en ese campo de la relación que hago intervenir, que he introducido en nuestro discurso, bajo el término de sujeto capitalista.

¿Cuál es la función de cada uno de aquellos que pasan entre las mallas de la red de hierro que constituye esto, que tan insuficientemente delinea la noción de la explotación de ciertos hombres por otros, todos aquellos que no son tomados en esos dos extremos de la cadena que son, en esta perspectiva, no otra cosa que empleados?. Es en tanto, precisamente, que cada uno de los interlocutores sobre el pasaje de esta dulce diversión del famillionariamiento se siente, sin saberlo, interesado como empleado o como ustedes quieran, como implicado en el sector terciario, es que eso hace reír. Quiero decir que no es de ningún modo indiferente que sea Heinrich Heine quien nos dice haberlos recogido de la boca de Hirsch Hyacinthe, pero no olvidemos que, después de todo, si Hirsch Hyacinthe ha existido, él es también la creación de Heinrich Heine. He mostrado suficientemente cuales han podido ser las relaciones de Heinrich Heine con la baronesa Betty. Cualquiera que se introduzca en ese sesgo, en ese algo que parece sólo una punta, una saliente, un chiste, si él ríe, es en tanto que interesado en esa captura ejercida por no importa cual, una cierta forma de riqueza, ciertos modos de su incidencia en una relación qué, no es sólo la de una opresión social, sino del interés de toda posición del sujeto en el saber que ella comanda.

Pero el interés que hay que recordar en esta estructura, es que desde ese punto, es de un modo riguroso que distingo aquí el círculo del discurso; es precisamente para mostrar que así se encontraba preparada la verdadera función de lo que completa esta primera aproximación, de lo que se refiere al discurso, que es, a saber, que nada podría ser articulado en lo concerniente a la función del sujeto, si no es doblándolo de lo que parece, en un nivel —únicamente en virtud de las dimensiones del papel— presente como el piso superior[3]. Pero quien no estuviera allí podría también describirlo a la inversa, en tanto él está suspendido precisamente de esta función del A aquella que hoy interrogaremos. La interrogamos porque no es una parte del discurso que ella misma interroga. He dicho de que modo, tan bien articulado, tan bien puesto en evidencia por el discurso analítico, él mismo, en el modo en que he introducido la lección, después diré, cuando haya comenzado a dibujarla así, hilvanado sobre el grafo simplificado de puntos de interrogación que lo superan, y que he llamado por referencia a "El diablo enamorado", el Che vuoi.

El "che" quiere decir: ¿qué quiere el Otro? Yo me lo pregunto. Esta duplicidad de la relación al otro que hace que podamos aquí desdoblar lo que se presenta como discurso, o digámoslo de un modo más depurado, enunciación que aquí se presenta como demanda, de un modo perfectamente indicado porque ese sujeto habla puesto en una conjunción definida por eso que llamo provisoriamente el punzón, con la demanda articulada como tal. Es por otra parte eso de lo cual ese texto y ese relevamiento prestan el testimonio que ya es verdaderamente como demanda, que esta línea está constituida. Y aquí, eso que allí se refiere como homólogo a la función A, es decir a eso que se produce como efecto de sujeto en la enunciación, aquí, pues el índice o la indicación S (A/)[4] es ahora lo que no diría interpretado por primera vez, pues ya lo he hecho bajo múltiples formas, pero si reinterrogado en la perspectiva que hoy introducimos. Conviene pues, partir nuevamente del punto en que el sujeto se define en el nivel más bajo de lo que, aquí, se presenta en escalera como siendo lo que representa un significante para otro significante.

Desde ya les agradezco mucho a los colegas que se tomaron el trabajo de analizar el nº 0 de Televerdades y mandarme sus observaciones. No los he citado con nombre y apellido porque no me fue pedido y me parece más conveniente el intercambio de conjeturas sin que las imágenes hagan de pantalla.

Sergio Rodríguez




[1] Furcio: gramaticalmente es un lapsus linguae y en lunfa así se nombra al mentiroso. El femenino furcia es la callejera o trota calles. Del Lexicón lunfa de Enrique Chiaparra
[2] Tercera de Roma
[3] Se está refiriendo al grafo del deseo
[4] Significante de la falta en el Otro