Escuchando a Facundo Cabral: "De visita en España con el turco Cafrune un funcionario del ayuntamiento madrileño nos presentó a una condesa diciéndonos -la condesa fulana de tal, benefactora que ha dona'o una parte de sus tierras, pa' que se construya la plaza X. A lo que el turco respondió -¿Donó o devolvió?"
Es un lugar común en los discursos de izquierda, la queja, la denuncia, por la pérdida de los vínculos de solidaridad en la sociedad actual (la del eficientismo, la desregulación y la protección a los grandes grupos económicos) En ella, los amos lograron acentuar el desplazamiento de las luchas de: la pugna de los expropiados por limitar la voracidad de los expropiadores, a los enfrentamientos anómicos entre los marginados, y de los marginados contra los orgánicos al sistema.(Sistema, de ideas, propio del registro imaginario. Consistente, por suponérselo de un sentido cosmovisionario)
¿Se puede formalizar una metapsicología, una conceptualización psicoanalítica de solidaridad? ¿Se puede diferenciar solidaridad de compasión, altruismo, beneficencia? Estas preguntas generaron este pequeño escrito, con el telar de fondo del grupo de los viernes, en el que las estuvimos trabajando.
En un primer movimiento, quiero hacer notar que en los textos de Freud insiste mucho más el concepto de culpa y en los de Lacan el de deuda. Ambos convocan al pago, a saldar. Para Freud el primer gran sentimiento de culpa es el que sienten los hermanos por el asesinato del padre primordial y produce la paradójica introyección de la ley del padre, prohibidora del acceso sexual al cuerpo de la madre y posibilitadora, no sin fallas ni malestar, del funcionamiento social. El de deuda aparece con el "hombre de las ratas" y su identificación imaginaria a las deudas del padre. En otro registro, la de los hijos por haber recibido la vida de los padres, conformando la fantasía pagadora de salvar a estos y/o de darle un hijo a la madre. Advertido por estos descubrimientos freudianos, Lacan sitúa en el registro imaginario, la deuda que es herencia de los pecados del padre. En lo simbólico la de ser sujeto del lenguaje aprehendido en el vientre del Otro. Y, en mi opinión como real, la posibilidad de vida, por acción de los padres. Para estas dos últimas no hay otro pago que trasmitirlas. La culpa en cambio, la centra en la renuncia del sujeto al propio deseo.
En un segundo movimiento, con Lacan, reencontramos la deuda en el propio funcionamiento de la lengua. La metonimia adeuda un resto sin significar, manteniendo la represión, repitiendo la precipitación de la causa del deseo y sosteniendo la indestructibilidad de este. La metáfora atraviesa la represión y produce un plus de sentido que significa al sujeto, dejándolo deudor de plus y de significación. De esa deuda, la metáfora paterna fundamenta y sostiene la estructura borromeica del ser, con tal fortuna, que donde falla podrá haber cuarto nudo, sinthôme, que anude la estructura más allá de la versión del padre. Este hecho de que no se es poseído por el lenguaje ni se apropia el ser parlante de él sin deuda, se expresa transparentemente en el discurso del amo
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El amo adeuda al esclavo el plus de goce (plusvalía en Marx) que el saber del esclavo produce y del que el amo se apropia, y el esclavo adeuda al amo el deseo que el significante de este representa, agenciando la marcha de la estructura. Ambos quedan en las costas del goce, unos por lo que gozando pierden, otros porque encadenados a su deseo de amo no acceden al goce de producir. Este es el discurso que funda al inconsciente, dejando reprimida la mutualidad de la deuda. Dicha represión se produce como cualquier otra, por sustitución con sentidos que velan y develan lo reprimido. El más propio, a través de un significante que en estos últimos años para las mayorías dejó de ser discutible: propiedad privada. Que vela y que devela? se aclara por la pregunta: ¿privada a quien? Nacho Lewckowicz nos explicó que es un significante que proviene de los romanos significando: "-privada a la propiedad comunal" Podríamos decir entonces, que la propiedad privada es lo que que no cesa de escribirse de la apropiación por los amos del plus de goce del trabajador, pérdida de este que por no cesar de no escribirse, soporta a la propiedad privada como "sínthôme" social.
Etimológicamente solidaridad proviene de sueldo, paga, salario. La represión de la deuda recíproca constituye la condición necesaria para que la solidaridad vaya en un sólo sentido. Los esclavos para trabajar, le pagan con plusvalía (plus de gozar) a los amos. Por lo tanto no son sólo los analizantes los que pagan por trabajar, según dijo alguna vez Lacan. Hace a la estructura del lenguaje, o sea de la Cultura, que el que trabaje, pague por ello. Le paga al amo con exceso, su función de agente que sostiene, en su disposición a la lucha a muerte, al discurso de producción de valores. El amo le paga al esclavo con defecto, su saber hacer que le da significación al deseo inconsciente del amo, a la vez que produce el plus del que este se apropia. Al quedar reprimida la deuda mutua, queda inhibida la lógica de la solidaridad, o sea del pago a cada parte. Dicha represión se sostiene por la captura imaginaria entre la imagen de la disposición a la lucha muerte del otro lado del espejo y la resignación a una paga insuficiente por el lado del trabajador. Como ocurre con la lógica del imaginario, en ese eje se bascula de la fascinación a la agresividad y viceversa. Efectos reforzados por la vuelta de lo reprimido pulsional. A través de desplazamientos, el amo se ve surgir como objeto-instrumento del goce del Otro, resultando sádico por estructura, y el trabajador por el mismo efecto, queda en posición de goce masoquístico.
Trabajando el tema me encuentro con la sorpresa de que la solidaridad faltante es un efecto de la represión constituyente-constituída, por el discurso que funda al inconsciente, en tanto elide la reciprocidad de la deuda. La recuperación en acto, o sea puntual de la misma (*) puede suceder cuando fallas en el discurso del amo generan condiciones de posibilidad para el giro al discurso de la histeria
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a S2
en el que la demanda agencia, reclamando al amo producir un saber sobre el objeto que causa su deseo, lo que le invierte la lógica de su discurso. En ese punto, históricamente, respondió un tercer discurso, el de Marx el científico, el que a partir de un quinto discurso escrito por Lacan, propongo escribir así: S2--------a Discurso del científico
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Sostenido en la verdad del sufrimiento del sujeto, de su demanda, el científico hace incidir su saber sobre el objeto, logrando nominarlo, conceptuarlo -plusvalía/plus de goce, lo que devela la deuda recíproca y establece otras condiciones para tramitar la solidaridad.
Como señalé al comienzo, esas condiciones no se resuelven según a quien represente el significante amo en el lugar agente, pues es la articulación entre significante y lado del discurso, lo que condiciona al viviente a ser amo y a que se reinstale la represión de su deuda de amo.
La solidaridad por lo tanto, sería una resultante contingente del reconocimiento de la deuda recíproca entre desiguales, amo y esclavo. Contingente, puntual, parcialmente recuperable, sólo cuando condiciones particulares histerizan al discurso social, abriéndose lugar para girar al discurso del científico. Entonces, el efecto solidaridad puede destrabarse entre el discurso de la histérica y el del científico. Buscarlo por la compasión, el altruismo, o la beneficencia, es tomar el camino de las identificaciones y en consecuencia del mantenimiento de la represión en sus diferentes articulaciones a las viscitudes de las pulsiones, particularmente la transformación en lo contrario, uno de los disfraces que suele encubrir a la pulsión de muerte.
(*) Según advirtió en una de las reuniones, Raquel Jaduszliwer.
Es un lugar común en los discursos de izquierda, la queja, la denuncia, por la pérdida de los vínculos de solidaridad en la sociedad actual (la del eficientismo, la desregulación y la protección a los grandes grupos económicos) En ella, los amos lograron acentuar el desplazamiento de las luchas de: la pugna de los expropiados por limitar la voracidad de los expropiadores, a los enfrentamientos anómicos entre los marginados, y de los marginados contra los orgánicos al sistema.(Sistema, de ideas, propio del registro imaginario. Consistente, por suponérselo de un sentido cosmovisionario)
¿Se puede formalizar una metapsicología, una conceptualización psicoanalítica de solidaridad? ¿Se puede diferenciar solidaridad de compasión, altruismo, beneficencia? Estas preguntas generaron este pequeño escrito, con el telar de fondo del grupo de los viernes, en el que las estuvimos trabajando.
En un primer movimiento, quiero hacer notar que en los textos de Freud insiste mucho más el concepto de culpa y en los de Lacan el de deuda. Ambos convocan al pago, a saldar. Para Freud el primer gran sentimiento de culpa es el que sienten los hermanos por el asesinato del padre primordial y produce la paradójica introyección de la ley del padre, prohibidora del acceso sexual al cuerpo de la madre y posibilitadora, no sin fallas ni malestar, del funcionamiento social. El de deuda aparece con el "hombre de las ratas" y su identificación imaginaria a las deudas del padre. En otro registro, la de los hijos por haber recibido la vida de los padres, conformando la fantasía pagadora de salvar a estos y/o de darle un hijo a la madre. Advertido por estos descubrimientos freudianos, Lacan sitúa en el registro imaginario, la deuda que es herencia de los pecados del padre. En lo simbólico la de ser sujeto del lenguaje aprehendido en el vientre del Otro. Y, en mi opinión como real, la posibilidad de vida, por acción de los padres. Para estas dos últimas no hay otro pago que trasmitirlas. La culpa en cambio, la centra en la renuncia del sujeto al propio deseo.
En un segundo movimiento, con Lacan, reencontramos la deuda en el propio funcionamiento de la lengua. La metonimia adeuda un resto sin significar, manteniendo la represión, repitiendo la precipitación de la causa del deseo y sosteniendo la indestructibilidad de este. La metáfora atraviesa la represión y produce un plus de sentido que significa al sujeto, dejándolo deudor de plus y de significación. De esa deuda, la metáfora paterna fundamenta y sostiene la estructura borromeica del ser, con tal fortuna, que donde falla podrá haber cuarto nudo, sinthôme, que anude la estructura más allá de la versión del padre. Este hecho de que no se es poseído por el lenguaje ni se apropia el ser parlante de él sin deuda, se expresa transparentemente en el discurso del amo
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El amo adeuda al esclavo el plus de goce (plusvalía en Marx) que el saber del esclavo produce y del que el amo se apropia, y el esclavo adeuda al amo el deseo que el significante de este representa, agenciando la marcha de la estructura. Ambos quedan en las costas del goce, unos por lo que gozando pierden, otros porque encadenados a su deseo de amo no acceden al goce de producir. Este es el discurso que funda al inconsciente, dejando reprimida la mutualidad de la deuda. Dicha represión se produce como cualquier otra, por sustitución con sentidos que velan y develan lo reprimido. El más propio, a través de un significante que en estos últimos años para las mayorías dejó de ser discutible: propiedad privada. Que vela y que devela? se aclara por la pregunta: ¿privada a quien? Nacho Lewckowicz nos explicó que es un significante que proviene de los romanos significando: "-privada a la propiedad comunal" Podríamos decir entonces, que la propiedad privada es lo que que no cesa de escribirse de la apropiación por los amos del plus de goce del trabajador, pérdida de este que por no cesar de no escribirse, soporta a la propiedad privada como "sínthôme" social.
Etimológicamente solidaridad proviene de sueldo, paga, salario. La represión de la deuda recíproca constituye la condición necesaria para que la solidaridad vaya en un sólo sentido. Los esclavos para trabajar, le pagan con plusvalía (plus de gozar) a los amos. Por lo tanto no son sólo los analizantes los que pagan por trabajar, según dijo alguna vez Lacan. Hace a la estructura del lenguaje, o sea de la Cultura, que el que trabaje, pague por ello. Le paga al amo con exceso, su función de agente que sostiene, en su disposición a la lucha a muerte, al discurso de producción de valores. El amo le paga al esclavo con defecto, su saber hacer que le da significación al deseo inconsciente del amo, a la vez que produce el plus del que este se apropia. Al quedar reprimida la deuda mutua, queda inhibida la lógica de la solidaridad, o sea del pago a cada parte. Dicha represión se sostiene por la captura imaginaria entre la imagen de la disposición a la lucha muerte del otro lado del espejo y la resignación a una paga insuficiente por el lado del trabajador. Como ocurre con la lógica del imaginario, en ese eje se bascula de la fascinación a la agresividad y viceversa. Efectos reforzados por la vuelta de lo reprimido pulsional. A través de desplazamientos, el amo se ve surgir como objeto-instrumento del goce del Otro, resultando sádico por estructura, y el trabajador por el mismo efecto, queda en posición de goce masoquístico.
Trabajando el tema me encuentro con la sorpresa de que la solidaridad faltante es un efecto de la represión constituyente-constituída, por el discurso que funda al inconsciente, en tanto elide la reciprocidad de la deuda. La recuperación en acto, o sea puntual de la misma (*) puede suceder cuando fallas en el discurso del amo generan condiciones de posibilidad para el giro al discurso de la histeria
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en el que la demanda agencia, reclamando al amo producir un saber sobre el objeto que causa su deseo, lo que le invierte la lógica de su discurso. En ese punto, históricamente, respondió un tercer discurso, el de Marx el científico, el que a partir de un quinto discurso escrito por Lacan, propongo escribir así: S2--------a Discurso del científico
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Sostenido en la verdad del sufrimiento del sujeto, de su demanda, el científico hace incidir su saber sobre el objeto, logrando nominarlo, conceptuarlo -plusvalía/plus de goce, lo que devela la deuda recíproca y establece otras condiciones para tramitar la solidaridad.
Como señalé al comienzo, esas condiciones no se resuelven según a quien represente el significante amo en el lugar agente, pues es la articulación entre significante y lado del discurso, lo que condiciona al viviente a ser amo y a que se reinstale la represión de su deuda de amo.
La solidaridad por lo tanto, sería una resultante contingente del reconocimiento de la deuda recíproca entre desiguales, amo y esclavo. Contingente, puntual, parcialmente recuperable, sólo cuando condiciones particulares histerizan al discurso social, abriéndose lugar para girar al discurso del científico. Entonces, el efecto solidaridad puede destrabarse entre el discurso de la histérica y el del científico. Buscarlo por la compasión, el altruismo, o la beneficencia, es tomar el camino de las identificaciones y en consecuencia del mantenimiento de la represión en sus diferentes articulaciones a las viscitudes de las pulsiones, particularmente la transformación en lo contrario, uno de los disfraces que suele encubrir a la pulsión de muerte.
(*) Según advirtió en una de las reuniones, Raquel Jaduszliwer.