Se murió el "Negro Fontanarrosa, Qué lo parió!

Psyche Navegante Nº 78
www.psyche-navegante.com
Área: Actualidad
Sección: Última Hora
Autor: Consejo de dirección

Tema: Se nos fue uno de los mejores humoristas argentinos y sin duda, el más querido.

Creador de personajes gráficos inolvidables: Boggie el Aceitoso, Inodoro Pereyra y sus compañeros de tira. Fue escritor de cuentos y novelas. Siempre fue un placer escucharlo, con su rapidez para el retruécano, el juego de palabras y la profunda sencillez de su mirada sobre la vida. Como gran parte del país lo lloramos con una sonrisa. Las que siguen, son algunas de las letras que los que hacemos Psyche Navegante, no pudimos dejar de escribir en esta ocasión.

¿Y usted cómo se gana la vida?- ¿Ganar? ¡De casualidá estoy sacando un empate!
De Fontanarrosa
(Enviado por Diego Rodríguez)

..."¿y cuáles son las malas palabras, las que le pegan a las otras palabras?..."
No sé si es literal, pero así quedó resonando. Recién lo escuché volver a decirlo. Un pequeño fragmento dicho como nos tenía acostumbrados. Siempre con humor y siempre también con algún pedacito de verdad en donde nosotros, sus lectores, nos podíamos sentir reconocidos. Lo escuché volver a decirlo desde el último Congreso de la Lengua, en Rosario. Y por esas cosas de la tecnología, se lo veía tan vivo. Pero un copete acompañaba las imágenes, "Urgente: murió Fontanarrosa".

Y escribo porque es una manera de hacer algo con esta tristeza que me agarró. Aunque su muerte quizás haya sido un alivio a su larga enfermedad. Aunque queden sus libros, sus personajes sobre todo. Sus reconocibles, sensibles, personajes.
Era uno de esos personajes, él, que no sólo se podía admirar como lector, sino, sentir que uno lo quería. Tanto distinto en eso, a un Borges por ejemplo. Recuerdo la carta a sus lectores de Clarín, cuando sus manos ya no le respondieron más, y no pudo seguir dibujando. Y siempre con humor, cada vez agradecido a la vida. Quizás sea de lo mejor que lo evoque, un tipo agradecido a la vida.Murió Fontanarrosa, pucha que muchos lo vamos a extrañar.Alicia SmolovichCasi como se extraña a un amigo con quien -más allá de las vivencias singulares de cada uno de nosotros- nos acompañó a la distancia durante los últimos treinta y cinco años, a la vez que supo demostrar en acto que ante la muerte se puede proceder con la misma dignidad que ante la vida.
Oscar Lamorgia

Pa mi que este luminoso Fontanarrosa, nos esta jugando una nueva humorada. ¿Qué te vas a morir? Te fuiste de juerga a "El Cairo" a encurdelarte con Inodoro, con Mendieta, con Boggie, con la Eulogia y tus otros tantos amigotes, fantochines de tinta Te rajaste hacia allá, para poder desde ahí mirarnos y seguir enrostrándonos nuestra argenta prosapia, sin la necesidad de asistir a nuevos y futuros homenajes (como tan profusamente te venían haciendo últimamente).
Te piantaste con el cuerpo herido para estar un poco mas allá, un poco mas tranquilo.
Y está bien, está bueno, aunque la tarde se me ponga un tanto nublada.
Chas gracias!!!!
y , Me cache´ndie
Alejandro Mateo

Ayer murió por segunda vez mi padre. Y de la misma enfermedad, Esclerosis lateral amiotrófica y no como la ignorancia del grupo Clarín dijo en TN: Esclerosis múltiple. ¡Que lo parió! Estas corporaciones ya ni se informan de qué se les mueren sus trabajadores. Ni siquiera, de los que más guita les han dado. Eso sí, saben usar sus plumas, sus dibujos, sus nombres, para hacer más plata. Para eso tienen sus primeras planas, sus noticieros en TV y radio, sus homenajes caretas, destinados a recaudar fondos.La primera muerte de mi padre ocurrió hace 31 años. Mansamente la esperó hasta el final. Sabiendo, pero no dándose por informado.

Me barrunto que el Negro, prefirió adelantarla. No debe haberle faltado amigo, tal vez Mendieta, que lo ayuden en su última patriada contra los loros de la muerte. Pero ellos eran muchos más, y esta vez, más fuertes. Pero seguro que no les dio el gusto, supo primeriarlos. Sabía que como estaba, no servía para una segunda batalla. Y no quiso que los loros se relamieran viéndolo desbarajustarse. No es que no se acordó de Central, ni del Cairo, ni de sus hijos, ni de su compañera. Primerió por ellos. No quiso quitarles prolongadamente la risa, él que siempre la daba. Prefirió así, un corte seco, unas lágrimas y muchas, muchas risas recordando sus andanzas. Lo otro, la agonía, la parálisis totalizándose, hubiera sido todo lo contrario de su obra. Sabía que la vida tiene dolores, la cuestión es atenuarlos y cortarlos lo más posible, así que se hizo cargo. Cuando yo estaba tirado en la cama con la parálisis infantil, mi abuelo vivo, teniente coronel en retiro efectivo me leía Patoruzú. Y cuando empezó a aparecer me regalaba Patoruzito. Me daba la risa. Después, cuando fui más grande y los pensamientos empezaron a arruinarme la vida, pensé: ¿por qué lo hacía? ¿Idealizaría al Coronel Cañones? No. Él eramás, teniente coronel y era menos, entenado y no estanciero. ¿Sería por Isidoro Cañones, el sobrino del Coronel? Tal vez. Mi abuelo era muy picaflor (como gustaba decir con poética los hombres de entonces) ¿O sería por Patoruzú, ese extraño indio justiciero, pero que no perdía su amistad con el Coronel Cañones? La cara de mi abuelo era bastante parecida a la que inmortalizó Dante Quinterno con su Patoruzú.

Creo que mi abuelo no sabía, pero era todo eso y mucho más. Había combatido a los indios del noreste y a los obreros de la fábrica Vasena, pero también el senado de Justo le había rechazado el pliego para ascender a Coronel, porque era radical yrigoyenista. Y eso, cuando el radicalismo yrigoyenista era el primer ensayo de lo que luego sería el peronismo, incluidos todos sus conflictos. Creo que fue cuando cumplí 60 años o algo así, que mis hijos me regalaron un libraco con todo lo que se había editado del Inodoro Pereyra hasta entonces. Ahí me di cuenta que conocían algo de mí. También que algo de sus ancestros, les había llegado. Y por el camino que mejor pueden llegar, el del humor.

Si lo etnólogos y antropólogos del futuro resultan inteligentes, van a informarse sobre el siglo XX y el XXI, leyendo a sus humoristas.Sé que al negro Fontanarrosa lo están despidiendo millones de argentinos. Entre ellos estoy yo, mi padre de primera muerte Juan Antonio, mi abuelo español Juan Antonio albañil y guitarrista que combatió contra mi abuelo militar en la semana trágica. Pero que luego,cuando fueron consuegros, supieron respetarse y quererse sin dobleces hasta que el español murió. Y mis hijos, que alguna lágrima deben estar derramando.A todos ellos, mis más sinceras condolencias. Y disculpas por no haber escribido (así me salió, seguramente está escribiendo Inodoro) antes, pero estuve de velorio.Un abrazo a los millones y a los míos.Inodoro Rodríguez (Pereyra por parte de padre)Sergio Rodríguez

Murió Fontanarrosa.

A mí me tomó un estremecimiento que recorrió mi médula hasta inundarme los ojos.
Pucha! Ni siquiera lo conocía y me puse así –pensé.
Pero decir esto es faltar a la verdad. ¿Cómo que no lo conocía? ¿Cuántas veces había reído con él, aún en el colectivo y ni me había importado que los demás me tomaran por loca? ¿Cuántas otras le había recomendado un cuento de él a un amigo cuando mis palabras no alcanzaban para explicar la situación? ¿Cuántas charlas de café lo convocaron? ¿Cuántas veces sus personajes me ilustraron?

No sé, y ni hace falta sacar la cuenta porque… cómo puedo explicarlo… el negro creaba un origen, sí, sí, como un mito. Y él lo sabía. Él había experimentado el efecto de sus palabras, el peso que tenían, casi como de una verdad inapelable, y sin embargo no se aprovechaba de esto nada más que lo estrictamente necesario.
Cuenta la leyenda que una vez afirmó que el Che era “canalla” y así quedó, si el negro lo dijo…
Es posible que esté escribiendo para sorprenderme encontrando que sus palabras y sus dibujos me han calado hondo y fue necesario que se produjera el agujero con su muerte para poder contarlo.

Lo raro es llorarlo con una sonrisa. Y me he enterado que le ha pasado a muchos. Es que no podemos separarlo de sus personajes y se nos hincha la vena de bronca porque nos han dicho que no puede hacerlos hablar más.
¡Chispeantes esas palabras! ¿O usted no buscó el chiste de Fontanarrosa cuando estaba leyendo el diario y sentía que los sucesos repetían infinitamente un destino implacable? ¿O mejor dicho quien no empezaba por sus chistes a leer el diario para esclarecer la cuestión?
¡Qué placer largar una carcajada ante la peor crisis! Sí, de esas que conocemos los argentinos.
El jueves la Secretaria de Cultura de Rosario, hablando con Sietecase, definió el sentimiento de su ciudad como “un duelo blanco y negro” que me hizo acordar a sus dibujos.
Al escritor lo despido con estas palabras y al dibujante le parafraseo un dibujo.


“Los humoristas son sutiles hasta para irse”
(Palabras de la Secretaria de Cultura de Rosario)
Marisa Martinez Antón

El texto "Puto el que lee esto" me hace pensar algunas cosas acerca de la especial afectación popular, verdaderamente sin antecedentes que yo recuerde producida con la muerte de Fontanarrosa. Sólo me acuerdo como algo parecido la muerte de Perón, con la diferencia que muchos estaban recontentos con aquella muerte, no así con ésta.
Me parece que el Negro se las arregló siempre para tenernos agarrados de las bolas, haciendo que el dolor por ese agarre tomara las figuras de la ternura y del más fino humor.

" Boogie el aceitoso" fue un modo de contarnos cómo eran los milicos, fue una parodia tan exquisita que hasta parecían seres humanos con sus miserias personales y sus modos violentos de resolver todo tipo de conflictos. La democracia trajo a Inodoro y a la sonrisa popular.
Su despedida fue la declaración de amor a las palabras, borrando esa frontera entre las buenas y las malas, hecha en el Congreso de la Lengua. Declaración hecha desde la sonoridad y la “contextura física” de los sonidos verbales, por así llamarlos….que lo parió!!!
Miguel Calvano


Todo lo que se me ocurre decir es … GRACIAS!!!
Gracias por hacerme esperar cada domingo las aventuras de Inodoro, Mendieta y la Eulogia.
Gracias por la contratapa del diario que me permitía digerir la realidad con un poco de humor.
Gracias por ilustrar nuestro querido Martín Fierro.
Gracias por tus cuentos que me acompañaron en más de un viaje.
Gracias por dejar que te escuchara porque cada vez que abrías la boca, a mí se me abría el alma.
Gracias por irte antes del final.
Te voy a extrañar….
Laura Lueiro