Nuevas ofertas tecnológicas + voracidad = cansancio y fallas nemónicas

Psyche Navegante Nº 78
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Sección: Actualidad


Causas posibles de dos síntomas que se han expandido en los últimos años: cansancio permanente y dificultades tempranas, para recordar nombres propios y propósitos inmediatos.

Dos fenómenos han ido extendiendo su presencia en nuestros consultorios en estos tres últimos años, aproximadamente. Ya en los comienzos de las actividades anuales, recién terminadas las vacaciones y casi sin distinción de edades a partir de la adultez, se manifiestan quejas por cansancio y contracturas de diversas partes del cuerpo; en particular cintura escapular, sumada a veces a lumbalgias y bruxismo acompañados en ocasiones por cefaleas como efecto de pinzamientos cervicales. A la vez, un elemento que solía aparecer más o menos a partir de los 60 años, dificultades con la memoria de nombres propios y de compromisos o acciones recientes, se empiezan a hacer presente a partir de los 40 años o un poco más. Los médicos, rápidamente tienden a atribuirlo al estrés. Sin embargo, Selye el primero que lo describió allá por 1953, lo hizo de esta manera: lo describió como síndrome de adaptación general en tres estados: Alarma de reacción, cuando el cuerpo detecta el estímulo externo. Adaptación, cuando el cuerpo toma contra medidas defensivas hacia el agresor. Agotamiento, cuando al cuerpo comienzan a agotársele las defensas[1]. El sin embargo, lo escribo porque como se puede advertir, el estrés es una medida de alarma y defensa del organismo ante lo que percibe como agresión. Hay psicólogos, a veces psicoanalistas, que tratan de seguirlo por psicopatologías conocidas: depresión u otras en tren de ser bautizadas: de fin de siglo, de borde, de época, encubrimientos lacaneadores vergonzantes, para no usar vituperados motes ingleses como border line. Cuando dicen de época, dicen mucho y no dicen nada, en tanto sólo registran efectos sin rastrear en causas y razones.

El estrés fue descrito a mitad del siglo XX, pero acompaña a los seres parlantes desde siempre. Desde siempre se presentan con mayor o menor frecuencia, alarmas de reacción, necesidades de adaptación y si se extienden dichas condiciones, estados de agotamiento. Los cansancios crónicos que describo al inicio, asociados a efectos sobre la memoria, no tienen como base dicha alarma. Por lo menos, no es lo nuevo, lo epocal que los determina. Tampoco, necesariamente, las depresiones. Los observo en todo tipo de psicopatologías y más aún en gente, que lejos de estar deprimida, suele estar sobre activa y no reactivamente.

¿Entonces de que se trata? El desarrollo combinado de las nuevas tecnologías de informática y comunicaciones, han generado condiciones de posibilidad, de multiplicar a niveles inesperados el trabajo cerebral. Nuevamente la letra y el significante, sostenes del trabajo científico y sus derivaciones tecnológicas, han favorecido no sólo producir mercancías que alivian el trabajo muscular y multiplican su eficacia y productividad. Además, abrieron como restos sin significar nuevos reales que se expresan en el cuerpo y la mente. O sea, ampliaron los registros simbólico e imaginario y sus producciones. E imprevistamente, reales inesperados y radicalmente no sabidos.

Mi intento es comenzar a desbrozarlos. Resultará más difícil, resolverlos.

Parto de la siguiente observación. En estos tres últimos años, se ha extendido y diversificado de diversas formas la utilización de las computadoras, Internet, correos electrónicos y chats a lo que se agregó intensivo en este último período el uso de los teléfonos celulares no sólo con su función de voz, sino también de mensajitos de texto, de recepción y contestación de correo electrónico, fotografía, videos y otras funciones que se me escapan. Sumémosle a eso que por lo menos hasta el momento la política neoliberal, aprovechando estos avances tecnológicos y muchos otros en provecho de las grandes corporaciones, la concentración financiera y la superexplotación laboral, logró extender la jornada de trabajo a 10 horas y más. Complementariamente instaló la desocupación estructural, radicalmente diferente del ejército industrial de reserva de las crisis cíclicas de diferentes modos de producción. Diferente porque es una desocupación insalvable en tanto las nuevas máquinas suplen cada vez mayor cantidad de mano y seso de obra y facilitan que cuando los asalariados se defienden, las empresas se “des-localicen”, trasladándose a países pobres donde mano y seso de obra, resultan mucho más baratos. Recapitulando: mayor cantidad de horas de trabajo y mayor concentración de actividad por hora, no sólo en el horario laboral, sino también en los “descansos”. El fenómeno es de tal envergadura que se ha producido un nuevo significante para los niveles directivos de muchas corporaciones. Escriben en las búsquedas laborales, -director de sección x-, con dedicación “full life”-, en vez del antiguo “full time”. La lalengua[2] corporativa, se adapta a estos nuevos fenómenos. Esta mayor actividad es de acumulación de enunciados, casi sin enunciación, a la vez que predominante y rutinariamente repetitiva. Lo típico aparece en la emisión de noticias, tanto en TV, como en radio y gráfica. Los efectos sujeto, quedan aplanados por las generalizaciones, las identificaciones histéricas, y actuaciones ante las cámaras. A la vez, para ahorrar tiempo y dinero se transforma la lengua. Tanto en su gramática y ortografía, como con el sobre uso de apócopes, más la infición e inflación de términos “spanglish”.

Un ejecutivo que atiendo, recibe de promedio 70 llamadas diarias, a lo que se le suman los mensajes de textos, los e mail, las reuniones presenciales y almuerzos, cenas y reuniones sociales de trabajo y representación. Otro que trabaja para una trasnacional me contaba que se le han trastocado los tiempos, pues si algún colega advierte una dificultad en la subsidiaria inglesa o taiwanesa, o cualquier esa, levanta el teléfono y le habla, encontrándolo muchas veces en pleno sueño. O sea, no solamente trabajan mucho más, sino que descansan peor. Además, en cada unidad de tiempo de trabajo desgastan mucho más energía metabólica cerebral, y como efecto de la discontinuidad e intranquilidad del descanso poblado de contracciones musculares, energía muscular también. Entonces los médicos les recomiendan actividades corporales etc. que a la vez que resultan efectivamente útiles contra el sedentarismo, desgastan más energías y metabolismo. Hasta aquí, casi un panorama neurolingüístico descripto por supuesto, no por un formado en cursos abreviados y acelerados de los que se pueblan los “new letters” de psicoterapias.

¿Qué podemos decir de esto los psicoanalistas? No pretendo decirlo todo, ni como psicoanalista ya que como todos soy limitado, ni mucho menos tratando de usar herramientas de otras disciplinas que no domino. Pero sí, algo. Para lo cual utilizaré conceptos fundantes de nuestra teoría, que han resultado del análisis de las prácticas iniciales y posteriores.

El primero de ellos: la represión. Función que se sostiene en el desplazamiento, - metonimia-, las sucesiones de palabras en el eje horizontal diacrónico de los enunciados que articulados a lo metafórico, o sea las obligadas elecciones de palabras en el eje vertical, sostiene olvidos y da a leer “entre líneas” significaciones ocultas. Funciones del lenguaje que nos imponen elegir una palabra y no otra para decir lo que queremos, a la vez que nos hacen pagar el precio de no disponer exactamente de la palabra que queremos, para decir exactamente lo que deseamos. Como consecuencia, mientras mayor es el bombardeo de palabras sobre nuestro sistema perceptivo, menor es la posibilidad de entender a fondo lo que se nos dice y mayor la de olvidar. Es por eso que la exponenciación de la información desinformante de los medios masivos de comunicación, más la transformación de los celulares y las computadoras en elementos para mantener ocupadas las manos y la mirada, de por sí, amplían tempranamente el campo de los olvidos en términos relativos al pasado reciente. ¿Pero por qué estas nuevas tecnologías succionan rápidamente la atención y la ocupación de cada vez mayores masas de hablantes, particularmente jóvenes? En este punto interviene otra de las primeras cuestiones que advirtió Freud como resultado de analizar la experiencia psicoanalítica, intervención luego reforzada por Abraham, Wilhelm Reich, Winnicott y Lacan. El lenguaje se entremete desde la voz, la mirada, la piel, los gestos y los olores de la función madre, sobre el cuerpecito de la criatura desde el embarazo en adelante. Dicha intromisión, lógicamente se centra en los agujeros que en la criatura funcionan como puente, entrada y salida de los intercambios fundamentales con el exterior.

Y que durante mucho tiempo van a necesitar de ese fundamental asistente que será quien ocupe el lugar de madre. Como consecuencia, el lenguaje no sólo va a resultar con todas sus fallas organizador, ordenador; sino que también en sus futuros usos, va a quedar profundamente influido por lo ocurrido en dichos tiempos iniciales. De ahí que la pulsión, definida por Freud y no contradicha por ninguno de los teóricos importantes del psicoanálisis, funciona en el borde entre lo somático (corporal) y lo psíquico (anudamiento borromeico de los registros simbólico, real e imaginario, efectos del significante). Eso determina que las primeras, las más cercanas al nacimiento y que tienen luego larga predominancia, - labios, llenado digestivo, olfato, mirada y audición-, funcionen fuertemente como presión sobre el Inconsciente, sus deseos y sus goces.

Las innovaciones tecnológicas a las que me referí anteriormente, en su multiplicación exponencial, ofertan a las pulsiones amplias y fuertes fantasías de realización. A la mayoría de los seres humanos, los domina impetuosamente la voracidad, el mirar disecante, la escucha de lo que se les rehuye. En los labios se sostienen el cigarrillo, el “porro”, el “paco”, el mate, las bebidas alcohólicas y de otros géneros. En los dientes la masticación devoradora siempre excesiva o innhibida. La nariz aspira la cocaína. Como puede relatar cualquier habitante de barrio, pueblo chico, casita de villa o edificio de departamentos, la mirada y el oído curiosean filosamente rasgos de los prójimos y de los otros en general. A todas esas pulsiones, les dan nuevo alimento las nuevas tecnologías descriptas en los comienzos de este artículo. Lo que hace que el sobrepeso de su consumo sea resultado no sólo de su existencia, sino también de cómo la misma se articula a la red pulsional que a la vez que nos energiza, nos esclaviza.

Vivimos enredados en una lógica de incorporación, retención y expulsión. Según épocas de la Cultura sobredeterminadas por sucesos de las economías y las relaciones sociales de poder, hay tiempos en que predomina la tendencia a la retención, como en la primera mitad del siglo XX. Otras, a la incorporación, como en bonanzas inmediatas a períodos de grandes privaciones. En la actual, la incorporación se da básicamente a través de la mirada. El enorme porcentaje de pobres hace que estos deban conformarse con mirar. Pero además, los que tienen acceso a comprar, compran aparatos con un exceso de funciones que no usan nunca. Lo nuevo, es que se incorporó la industria del reciclaje, que combina: incorporación, expulsión y vía reciclamiento, nuevas formas de retención.

Entonces, el adelantamiento de edad para los trastornos de memoria, y el cansancio crónico, son indicios de una época que supuestamente simplificando el trabajo, ha multiplicado la actividad cerebral y el desgaste corporal de los seres hablantes.
¿Qué rutas tomaremos los seres humanos para recorrer los tramos finales hacia la muerte? ¿Seguirá imponiéndose el ideal de los laboratorios farmacológicos aliados al Vaticano, ciertos cirujanos estéticos, médicos de otras yerbas, y algunos “personals trainers” de prolongar sobre vivencias sufrientes, vegetativas, en nombre del Ideal Supremo de aumentar la extensión de la vida biológica de los seres humanos? Mientras, no encontramos como contraponernos a los efectos arrasadores que sobre cuerpos y mentes, están teniendo las nuevas tecnologías gozadas por la voracidad de las grandes corporaciones y gozadas por la voracidad de la mayoría media del sentido común.



[1] Síntesis de Wilkipedia
[2] Neologismo inventado por Lacan, para referirse a neo formaciones que aparecen en las lenguas de determinados grupos, por formaciones del Inconsciente que trasmiten deseos y claves de goce y que por condiciones socio culturales de las circunstancias, quedan socializadas.