Niños débiles. Conjugando quehaceres hacia la inclusión. Cristina Oyarzábal

Psyche Navegante Nº 78
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El 18 de julio del 2007 en La Biblioteca para Ciegos fue presentado por Luis Miguelez, Enrique Silinger y Sergio Rodríguez. Va resumida la presentación de Sergio Rodríguez

Tal como lo promete el título se van a encontrar con un texto en el que Cristina, sin perder su lugar de enunciación como psicoanalista, genera condiciones para favorecer la conjugación de diferentes disciplinas en un quehacer común. Lo hace, con el sentido de propiciar que los llamados “débiles” (y no sólo los niños tales), encuentren desde donde y con qué vivir mejor sus vidas presentes y futuras. Se propone entonces, lograr una inclusión lógica y no producto de beneficencias, renegaciones, democratismos y demás humanismos debilitantes, que tras la máscara de la bondad subrayan reactivamente el desprecio que sienten por estos chicos usando formulaciones almibaradas al estilo de “con capacidades especiales”, como si supusieran un pecado la portación de discapacidades. Pero no sólo eso, también lo hace porque esas formulaciones responden a prejuicios que generan clasificaciones como las de los DSM[1] (IV…VI y los etc. que vendrán). Tras la necesidad de estadísticas y clasificaciones generalizadoras para oficiar políticas de salud pública, arrasan con la complejidad y diversidad de cuadros y con la singularidad de los afectados por ellos. Por estructura, el funcionamiento social no puede hacer otra cosa que apoyarse en registros imaginariamente simbólicos, para ubicar predominancias, tendencias, normalidades (o sea: predominios en las estadísticas). Pero mientras tanto, los deseos y goces singulares, jamás se adecuan exactamente a clasificaciones.

Para trasmitirnos casos, ilustra con relatos (algunos con forma de ficción). Se revela una narradora sensible, fina, magistral, para lo tan difícil de trasmitir, la atmósfera.
El lector se encontrará con una larga porción de libro, en la cual describe con paciencia y minuciosidad los orígenes del concepto de debilidad mental. De la misma manera procede con sus componentes y con las aportaciones de neurología y psicoanálisis. Sobre éste, despliega conceptos básicos que le servirán para fundamentar su entendimiento de que les acontece a estos niños y como tratarlos. Despliega, lingüística y psicoanálisis, y el concepto lacaniano de lalengua (así, en una sola palabra) Desde ahí discierne sus relaciones con la constitución y el desarrollo de la inteligencia.

A lectores impacientes, este tramo del libro puede parecerle aburrido. Pero tiene la misma importancia que tuvo el minucioso recorrido de Lacan por autores que lo precedieron en el tratamiento de la temática, en la tesis sobre De la Psicosis Paranoica en sus relaciones con la personalidad. Dan apoyatura que el conocimiento histórico y presente facilitando proseguir la investigación sobre problemáticas tan importantes. Recorre respetuosamente, pero no sin sentido crítico, los aportes de las neurociencias y de la teoría psicogenética para desembocar en el intento de definir qué es un niño débil. En ese recorrido, destituye con precisión al conductismo, ideología emanada de un materialismo vulgar, que cree posible el acceso aséptico del observador a una supuesta objetividad de los objetos. Pretende no sólo eliminar los efectos de la presencia de aquel en la observación, sino también otorgarle al medio ambiente un peso omni-influyente. Lo que arrasa con las responsabilidades de cada ser hablante y lo hace observable sólo por sus conductas. Hace bien en ocuparse minuciosamente en analizar y refutar la mitología conductista, pues no sólo reaparece en neo-conductismos, sino en muchos psicoanalistas (psicólogos, médicos o legos) que atrapados por ideales humanistas, explican lo punible en algunas personas, sólo por influencia de otros: padres, sociedades, economías. Excluyen las responsabilidades de sujeto que les cabe.

Va construyendo el concepto Debilidad mental, a partir de analizar las fenoménicas que lo presentan, no sin tomar en cuenta lo que considera utilizable en los puntos de vista de otros quehaceres y disciplinas que se ocupan de él y criticando lo que advierte como obstáculo. Delimita así, que es un niño débil mental.
En esta travesía, demuestra como, lengua y lengua materna, son puentes claves y particulares para trasmitir la Cultura a cada futuro hablante. Me detengo en citar fragmentos, para inducir la curiosidad por este valioso trabajo. Dice en la página 101: “Saliendo de la ambigüedad de confundir lengua materna con el idioma, podemos decir que la lengua es materna precisamente porque no es la lengua de todos, es una lengua mínima. Sin embargo, entre la lengua materna y la lengua de todos se opera un pasaje que sólo es posible si la lengua materna ya está contenida en la lengua de todos” Justamente en función de precisar el concepto Lengua materna, salda desde su punto de vista, acuerdos y desacuerdos con Piaget, Chomsky y otros investigadores y escuelas, que se ocupan de elaborar nociones sobre las relaciones entre el desarrollo de los niños, el lenguaje y otros elementos de la Cultura y la sociedad. Trata en ese capítulo temas claves como el de los innatismos y si hay una archiescritura que precede al habla, o si sobre lo recibido del habla del Otro se apoyará la psiquis para fundar y desarrollar escrituras. Vuelvo a citar, esta vez de la página 107 del libro: “No se trata, entonces, de una escritura previa, de una gramática generativa ni de una escritura virtual que existe y preexiste a cada significante sino que la transmisión de la lengua se abre en cada acto inaugural del pequeño niño en un engarce al discurso por vía de la prosodia materna.

La madre, ciertamente, implementa el sistema de oposiciones del sistema fonológico que Jakobson revela. Sin duda, cuando en la prosodia opone las explosivas a las guturales, las anteriores a las posteriores o las prolongadas a las interrumpidas, ella usa su voz en este sistema de oposición. /…/ Este sistema es innato, es decir, no es un sistema de oposición que se adquiere sino que el organismo humano está normalmente dotado de un sistema fonatorio (salvo que existan alteraciones auditivas o fonatorias).

Los rasgos distintivos que se han descubierto en las lenguas del mundo y que, junto con los prosódicos, rigen la totalidad del repertorio léxico y morfológico de aquellas se reducen a doce pares de oposiciones, entre las cuales cada lengua selecciona las suyas. Los rasgos inherentes se dividen en dos clases, que Jakobson clasifica como rasgos de sonoridad y rasgos de tonalidad. Los primeros son afines a los rasgos prosódicos intensivos y cuantitativos y los segundos a los rasgos prosódicos tonales. Los rasgos de sonoridad se caracterizan por basarse en la cantidad y la densidad de la energía en el espectro y en el tiempo. Los rasgos de tonalidad hacen intervenir los extremos del espectro de frecuencia…/ Cada uno de los rasgos distintivos es definido tanto acústica como genéticamente.”

Aportando este contexto, luego cita a Lacan: “La forma de matematización, en que se inscribe el descubrimiento del fonema como función de las parejas de oposición formadas por los más pequeños elementos discriminativos observables de la semántica, nos lleva a los fundamentos mismos donde la última doctrina de Freud designa, en una connotación vocálica de la presencia y de la ausencia, las fuentes subjetivas de la función simbólica” De lo cual Cristina concluye: “Entonces, no podemos pensar que cualquier sistema orgánico previo pueda decir al lenguaje lo que él es. /…/ Es el lenguaje el que va a informar al organismo a qué tiene que responder.

Si lo que garantizase la transmisión de la lengua fuese del orden de un escrito, de una gramática previa, sería suficiente con exponer al niño frente a un texto /…/ una radio, o a un televisor encendido”. Contardo Calligaris, relató en una Lacanoamericana, el caso de una psicosis infantil ocurrida en Suiza. Ligada entre otras cuestiones, al hecho de que los padres inmigrantes italianos, dejaban a la niña casi todo el día frente al televisor mientras ellos se iban a trabajar. Esta, disociada, deliraba en alemán y en francés, los idiomas que se trasmitían en el canal al que quedaba conectada. Articulo enunciados de Cristina: “Los rasgos de sonoridad se caracterizan por basarse en la cantidad y la densidad de la energía en el espectro y en el tiempo. Los rasgos de tonalidad hacen intervenir los extremos del espectro de frecuencia…/ Cada uno de los rasgos distintivos es definido tanto acústica como genéticamente.” Con el otro previo en el que dijo: “La madre, ciertamente, implementa el sistema de oposiciones del sistema fonológico que Jakobson revela. Sin duda, cuando en la prosodia opone las explosivas a las guturales, las anteriores a las posteriores o las prolongadas a las interrumpidas, ella usa su voz en este sistema de oposición.” Estas afirmaciones pueden acercarnos más, al entendimiento de una de las causas de uno de los cuadros más trágicos del desarrollo humano: los autismos. Desde lo últimos avances sobre el Genoma humano, y con las investigaciones desarrolladas con utilización y exclusión de líquidos de contraste, observando imágenes y metabolismos neuronales y neurogliales en su reacción a tentaciones, se discuten las consecuencias en la organización del Sistema Nervioso Central y el peso de la carga genética en dichos casos. A veces claramente demostrable, otras no tanto. Pero todo lo que se demuestre en ese terreno no invalidará lo que los psicoanalistas, por lo menos desde Margaret Mahler y Otto Bettelheim vienen observando y que desemboca en teorizaciones muy importantes sobre la función de la ambigüedad en el discurso parental como uno de los condicionantes de autismos y psicosis infantiles. Investigaciones en las que se distinguieron también psicoanalistas argentinos por nacimiento o adopción, como Fidias Cesio, Madelaine Baranger, José Bleger. También investigaciones que desde otros horizontes teóricos, como las terapias sistémicas, reconocieron momentos culminantes como el de la exposición de la teoría del Doble Vínculo por parte de Gregory Bateson.

Estas observaciones le facilitaron introducirse, no dogmáticamente, en el debate actual sobre las relaciones entre la anátomo-fisiología celular del Sistema Nervioso Central y el lenguaje, principal pertenencia que distingue a los hablantes seres[2] del resto de las especies animales. Debate que trae resonancias del milenario debate en occidente sobre cuerpo y alma. Apunta Cristina: “Las experiencias vividas por el niño, los estímulos ambientales, sean estos sensoperceptivos, emocionales o cognitivos, crean conexiones sinápticas definitivas o hábiles estructurando de este modo el Sistema Nervioso Central. Así es que existiría una memoria inscripta en la red neuronal.
Esta doble programación genética y epigenética estaría en el origen de la profunda tendencia a la repetición que es lo propio de la mayor parte de nuestros comportamientos.

Los circuitos neuronales son sucesivamente inscriptos y luego borrados (retorno al estado lábil) para ser reinscriptos en conjuntos cada vez más complejos. Todo ocurre como si una nueva adquisición entrañara una reorganización general del conjunto. Se trata por lo tanto de autoorganización. Hasta aquí páginas 105/6 del libro. Sostengo en consecuencia, que a esta altura es imprescindible abandonar la discusión baladí sobre si es primero el huevo o la gallina, si es más importante uno u otro. Se hace evidente que entre el Sistema Nervioso Central, el lenguaje, las lenguas, las lalenguas y la Lengua Materna, se han conformado circuitos de realimentación en los que ninguno de estos elementos funciona sin articulación con los otros. Entonces, es una necesidad de estructura, la colaboración y crítica, entre las diversas disciplinas y prácticas que trabajan con cada uno. Cristina lo hace sin caer en confrontaciones tontas en que suelen caer, algunos genetistas, neurobiólogos y psicoanalistas. En lugar de eso, busca las posibilidades de colaboración que se ofrecen, a la vez que debate respetuosamente las diferencias. No busca complementariedades, machihembrados que no existen. Aprecia, evalúa, pesa, suplementos que beneficien a estos niños desafortunados.

La afirmación de Cristina Oyarzabal sobre la relación de la prosodia materna como primera y fundamental introductora de la lengua materna, aporta su grano de arena, tal vez pepita de oro, a estas elaboraciones que se enraízan en las finas observaciones de practicantes clínicos como los que nombré.



[1] Manual clasificatorio originalmente norteamericano, universalizado luego por la Organización Mundial de la Salud y que para darle anclaje a las estadísticas termina haciendo de sus definiciones, colecciones de síntomas, síntomas particulares, llegando a la eliminación de cuadros claves como las paranoias.
[2] Formulación que usaba Lacan para subrayar la dependencia del ser con respecto al habla.