Rutas violentas

Psyche Navegante Nº 81 www.psyche-navegante.com


Área: Actualidad
Sección: Última hora

Tema: La muerte espera en las rutas. ¿Un síntoma social de la época? ¿Qué metaforiza? ¿Qué transacciones vehiculiza? La sobreactuación amo de la Presidenta y la respuesta en bloque de los agrarios, pueden conducir a una nueva tragedia en el camino nacional.

Para suerte de los argentinos, una situación mundial favorable debida a los precios alcanzados por los productos del agro especialmente la soja y el girasol, sumada a una conducción económica en general acertada, despegó al país de la desocupación masiva. Mejoró el nivel económico de vida de los sectores más pobres, a la vez que llenó de divisas extranjeras los depósitos del Banco Central, como colchón protector contra los temblores de la economía norteamericana y planetaria y las consecuencias que podría traerle al país en su conjunto la estanflación en el primer mundo. Política económica proveniente en primer lugar de la decisión de Duhalde de triplicar el valor del dólar, continuada luego con diversas medidas piloteadas por Nestor Kirchner y Lavagna, y desenvueltas a posteriori sólo por aquél, incluyendo la renegociación de la pesada deuda externa dejada por el mene(los)mato, Cavallo, Chacho y De la Rua. El costado más flojo de dichas políticas pos menemismo, fue sostenidamente, la débil redistribución de la renta nacional en dirección a los sectores más postergados. Eso hace que la distribución de dicha renta, continúe el signo regresivo de los 90, que concentró el grueso en los bolsillos de las grandes corporaciones nacionales y multinacionales (extranjeras). Cambiar de signo, afectará la dimensión de las ganancias de los privilegiados en los 90. Los que en razón de sus privilegios, son poderosos. Ergo, dicho cambio de signo no va a ocurrir sin resistencia por parte de los afectados. Lo que exige una cuidadosa arquitectura para diseñar una estrategia que los aísle lo más posible y fortalezca de la misma manera a los aliados potenciales, o sea, quienes fueron afectados por las políticas neoliberales. Para dicha estrategia, mentir con las estadísticas no sirve. Estamos en la época de Internet, la informática, y la ambición de los medios de comunicación por ampliar sus ganancias. Retacear o trucar información, termina siendo un boomerang, resultado de la necedad de obstinados llevados por ella a una tontería, que no engaña ni a propios –argentinos-, ni a extraños –extranjeros-.

Para la estrategia, tener en cuenta la identificación histérica.

Uno de los resabios mayores que dejan las hipocresías de las izquierdas fracasadas y las ilusiones populistas, es la suposición de la virginidad angelical de las masas. Como lo mostró Freud en Psicología de las masas y análisis del yo, las masas cuando se agrupan lo hacen al precio de perder la capacidad de conjeturar impulsada por deseos de saber. Se les aplastan dichos deseos, al identificarse a liderazgos más o menos transitorios a los que les suponen dicho saber. En brazos de esa identificación, resultan desfloradas. La identificación, aplasta la singularidad de deseos e inteligencias. Un ejemplo palpable de eso, son los enfrentamientos callejeros desarrollados, entre vociferantes de Recoleta y “soldados” de D’ Elía que algunos llaman piqueteros. Creer en dicha virginidad, lleva a la posibilidad de errar en las estrategias que se elijan. Lleva a renegar lo evidente y evaluar incorrectamente las correlaciones de fuerza en cada momento. Las masas sólo tienen memoria del presente. Si en su mayoría siguen siendo peronistas, no es por lo mejor o peor que haya hecho Perón en cada uno de sus gobiernos, sino porque los que los sucedieron, desilusionaron a esas mayorías. Tanto la dictadura de Onganía en su momento, como la del 76, como el recitado del preámbulo de la Constitución Nacional en los actos electorales por parte de Alfonsín, despertaron expectativas mayoritarias esperanzadas. El fracaso de esos gobiernos en acercarse a colmar dichas expectativas, fue lo que sostuvo vigente el recuerdo favorable a Perón. Mutatis mutandi, la desilusión con Agustín P. Justo devolvió las expectativas en los radicales en la década del 40, expectativa que cayó cuando Perón desde la Secretaría de Trabajo y Previsión habilitó una serie de medidas favorables a los sectores obreros y de las capas medias más pobres. Lo que las políticas de los Kirchner y su entorno lograron ayer, puede ser olvidado y hasta repudiado mañana, si el curso de sus políticas es sentido como perjudicial por parte de las mayorías que las apoyaron. Esa es la tiranía bajo la que siempre quedan apresados los dirigentes políticos.

Las mayorías ya han hecho sentido común del hecho de que los cambios de formas de propiedad, en tiempos más largos o más cortos, no resuelven cuestiones de fondo del desarrollo de la producción y de la distribución de la renta. En otra época, sectores políticos “progresistas” hubieran propuesto alguna reforma agraria que les expropiara la tierra a los grandes propietarios y se la entregara en usufructo a aquellos que efectivamente la trabajan. No es este artículo el lugar para analizar porque eso fracasó históricamente, pero así ocurrió. Es según esta experiencia, que parece más apropiado una política de retenciones que confisca parte del plus producto. Claro que la misma debe ser muy precisada, diferenciando a los grandes monopolios y terratenientes de los campesinos chicos y medios.

¿Piedra libre a las corporaciones que limitan la libertad de prensa y de mercado?

Supuestamente, la aldea global con el desenvolvimiento en amplitud y velocidad de la informática y las comunicaciones, es la sociedad de la información. ¿Esto es así? La masa tiende a creerlo de esta manera. Le atribuye a la televisión el saber universal y se adormila en sillas y sillones mirando accidentes, crímenes, secuestros, estado del tiempo y de las rutas. A lo que los canales, especialmente Todo Noticias, agregan alguna dirigente política vociferante, que haga mucho ruido en la pantalla para que el televidente no se distraiga. Y suministran “informaciones” sobre políticas gubernativas. Estas son administradas, según las necesidades del espectáculo –mientras más escandaloso, más atrae y entrampa miradas y oídos y por consiguiente engorda al dios rating. Y también, según necesidades de sus negociados. Cuando algún gobierno no cede a sus presiones para colocar publicidad, o en relación a algún otro “pasamanos” más oscuro, suben el voltaje de las apariencias de caos. No sólo Crónica TV es maestro en esas operaciones, TN y los otros canales no le van en zaga. Comparaban la cacerolada de estos últimos días con la de finales del 2001. Luego diría Clarín que se habían juntado 5.000 personas en Plaza de Mayo, o sea que habrán sido 2 o 3.000, lo que para dicha plaza es poco apreciable, como la suma de claros lo mostraba en las pantallas. Pero la bola de nieve estaba echada a correr para asustar a las capas medias porteñas y excitar a fundamentalistas de poco cerebro como D’ Elía. La monopolización de la televisión hacía su efecto. A lo que colaboró la prescindencia despolitizada de la “Televisión Pública” el canal 7. Los políticos mejor intencionados, tendrían que pensar muy bien una política de “medios”, de manejo de los canales y radios públicas y de elaboración de conferencias de prensa. No resultó positivo que en su interesante alocución en la Casa de Gobierno, la Presidenta de la Nación, sobreactuara su función, subrayando una intransigencia que no podrá sostener[1] y no buscando diferenciar a los pequeños y medianos propietarios y arrendatarios en su decisión sobre las retenciones. Creo que debe tenderse a estructurar un fuerte aparato de comunicaciones estatal, cuyo manejo dependa tanto de los mecanismos democráticos como el poder judicial, el parlamentario y el ejecutivo. En esta época de la humanidad, el poder de los medios, es efectivamente el 4º Poder. En consecuencia no puede estar absolutamente en manos privadas, tiene que competir con el rigor de una buena y eficaz presencia del estado democrático.

La violencia en las rutas, como síntoma social.

Las estadísticas, que no son completas, parecen indicar un aumento inaudito de los accidentes de tránsito en rutas y calles de nuestro país. También, calles y caminos fueron la sede de los movimientos piqueteros a partir de la crisis del 2001. Hoy son el teatro del accionar pro “ruralista”. ¿Alguna lógica le da razón a este desplazamiento de las protestas, de los lugares de trabajo a las vías de comunicación? Un dato que puede facilitar entender el fenómeno, es que mientras los gremios que concentran la producción fabril son los que menos entran en conflicto, los que tienden más al mismo son los estatales, de transporte y del circuito bancario. ¿Por qué este dato adquiere relevancia? Porque indica que la conflictividad y la tendencia a la acción directa son mayores, donde lo predominante es la circulación y no la producción. También son lugares en los que hay más seguridad de que los patrones no van a recurrir a las cesantías como factor de presión. Dicho de otra manera, la omnipresencia de los medios masivos de comunicación, dan mayor trascendencia a un movimiento de protesta, si interrumpe la circulación que si discontinúa una producción y lo hace con menos pérdidas económicas. El capitalismo posmoderno discontinúa la producción de repuestos y modelos para obligar a los consumidores a renovar su parque regularmente y en periodos cada vez más breves. En cambio, lo que resulta insoportable es la obstaculización del tránsito y de la velocidad de circulación de personas, informaciones y mercancías.

Los bloqueos y los accidentes en los caminos.

Cada noticia nueva de un accidente con muertos, el comentario popular suele ser el mismo. -¡Están todos locos! Dejando del lado el todos, que universaliza lo que es una parte, el dicho contiene una verdad: hay gente, que cuando maneja un vehículo, alcoholizada, drogada o no, maníacamente se identifica al poderío del motor del artefacto y recorre rutas y calles “-llevándose a todo el mundo por delante”. Así lo comprobé en relación a dos casos en los que me tocó atender a familiares de conductores que atravesaron ese tipo de acontecimientos. ¿Pero qué genera ese furor maníaco? Estimo que se cruzan vectores diversos, algunos de los cuales también aparecen en los cortes de ruta y de calles, aunque en estos con situaciones diferenciadas. Uno, es la idealización que la cultura actual muy influenciada por la norteamericana hace de los winners (exitosos). Otro, la tendencia tan argentina a moverse entre los polos del narcisismo, de la depresión (-este país no sirve para nada) a la manía, -somo’ lo mejore’ del mundo, somo’- Estamos en la cresta de la reacción hipomaníaca a la depresión atravesada en el 2001/3. Este punto se observa principalmente en aquellos agrarios que en el momento de sus mayores ganancias, prepotean en las rutas. Algo parecido ocurre con los asambleístas entrerrianos que pretenden ignorar todo tipo de legalidad. Con matices diferenciales importantes a lo que fue la violenta reacción piquetera desarrollada en defensa propia y desde el mismo lugar adonde fueron marginados: las calles.

Pero el elemento común en el recurso a los cortes de calles y rutas, está en la interrupción de vías de comunicación. Parece ser el nuevo talón de Aquiles del actual modo de producción. El mismo se ha desplazado de los lugares de producción a los de circulación de mercancías, informaciones y personas. El síntoma no golpea en el corazón del modo de producción, sino en sus márgenes. Pero márgenes que obturados, inutilizan el corazón. Ergo, no sólo el potencial de la escena económica se está desplazando del centro (EE.UU. y Europa) a los márgenes (algunos países emergentes), sino también los síntomas sociales.




[1] Ya en el discurso de ayer, 27 de marzo, tuvo que bajar los decibeles y abrir puertas a negociaciones.