Para la Argentina: mejor que espejitos y colores, la operatoria significante

Psyche Navegante 62
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Sección: Última Hora


Tema: Ante la irrupción de lo real y el refugio de las masas en la lógica imaginaria, se acrecienta la responsabilidad ética del psicoanalista de analizar lo que acontece con las herramientas de lo simbólico.

Sobre el real tembladeral económico y guerrerista que desde el centro norteamericano y sus reflejos mediorientales se proyecta a la “aldea global”, la política nacional oscila entre los malabarismos gubernamentales para pilotear las negociaciones con los acreedores externos, y algunos exabruptos discursivos que a veces denotan desesperación a secas y otras desesperación más debilidad mental. Aunque tal vez, el significante que en función de su plurisemia mejor significaría a esta última variante, sería el de cretinismo.

Me refiero a acusaciones de autoritarismo lanzadas contra el presidente, por fracasados de la dimensión de Elisa Carrió, Ricardo López Murphy, Raúl Alfonsín, etc. todas ramas caídas del añoso (centenario) tronco radical. Les molestó que Kirchner los tratara de corporaciones fracasadas y no los consultara con respecto a la crisis energética. Crisis que es producto del remonte industrial y la no inversión de las corporaciones capitalistas que manejan esos negocios, desde el festival menemista respaldado por el “pacto de Olivos”. Al cual fueron adictos los antes nombrados. A la vez algunos dirigentes de Organizaciones No Gubernamentales supuestamente defensoras de los consumidores, transformaron las reuniones públicas de consulta en “estudiantinas” pasadas de moda, con una abogada tirándoles agua a los dirigentes empresariales.

Juan Carlos Blumberg fogoneó con su iniciativa, la importante marcha al Congreso. Importante por el número, por los dos petitorios presentados (al parlamento y a la Corte Suprema) y por lograr que se voten las primeras leyes. Pero también tuvo sus resbalones, aunque tramitados de otra forma. Primero en el Chaco, criticando por alusión a los piqueteros, sin preguntarse por la diversidad que hay entre ellos, por las causas que los mueven y por el importante trabajo comunitario que algunas de sus organizaciones despliegan, produciendo movimientos de producción y distribución que ayudan más a evitar la caída en la delincuencia de muchachada desesperada, que el simple relleno de cárceles. Luego en Mendoza, cuando aludió a una supuesta drogadicción del joven Bordón asesinado por policías, aunque en la misma declaración haya no justificado la barbarie de dichos efectivos policiales. Luego fue a explicarle a la madre del joven que los medios habían sacado de contexto sus declaraciones. No obstante, le pidió perdón por las mismas.

Los que acusan de autoritario a Kirchner y los que utilizan una audiencia pública para actuar grotescamente contra participantes en la misma, están buscando desgarrar las reglas del juego democrático, en un momento en que el Presidente y sus mejores acompañantes están tratando de tensarlas al máximo para batir a los que vaciaron el país y desguasaron su industria. Es lógico, ya que por callar o acompañar activamente, participaron de esas actividades antinacionales.
Totalmente distinto al ciudadano que lacerado por su tragedia personal sacó fuerzas del dolor para impulsar una política contra la delincuencia de fuera y dentro del estado. Y que cuando captó que se desubicó, no se dejó entrampar por su narcisismo y pidió perdón.

A mi modo de ver, con sus aciertos y errores, esa es la ética de un buen ciudadano. Pasa al acto y lo profundiza cuando los resultados se lo demuestran acertado. Por el contrario retrocede y da explicaciones y pide disculpas cuando lo encuentra errado. O sea, va punto por punto, sin prejuicios previos.
Distinto a quienes obnubilados por colores y por izquierdas y derechas, no pueden no ceder a la tentación de encasillar en alguna clasificación a los otros, en lugar de analizar a la letra lo que dice cada uno. Un ciudadano cegado por la posición económica de Blumberg nos envió un artículo de denuncia contra él, extrayendo un párrafo que creyó haber escuchado en un programa en que Blumberg participó en canal 9 y en el que habría hablado contra los derechos humanos de los delincuentes. Nos tomamos el trabajo de conseguir el tape y en ningún momento Blumberg había proferido esa frase. Al no ser verídica la información decidimos no publicarlo.

El punto me interesa por varias razones. Primero, porque es un ejemplo elocuente de cómo alguien capturado imaginariamente en la posición de creer que todos los males provienen que en la sociedad haya pobres y ricos, pierde la posibilidad de advertir como un sujeto va siendo producto de los significantes que lo representan y de cómo responde ante los significantes con que los otros lo interpretan. En consecuencia, se excluye de la posibilidad de ampliar sus lazos sociales en función de intereses comunes que el encandilamiento imaginario le impide observar. Lo que impide también su contribución a favorecer dichos intereses comunes. Izquierda, derecha, centro, designan puntos distintos del propio cuerpo. Sabemos que el espejo los devuelve invertidos. De ahí fenómenos clásicos, como que Mussolini proviniera del anarquismo, que las filas del nazismo se nutrieran con muchos ex comunistas o a la inversa, gobiernos comunistas como fue el de la llamada República Democrática Alemana fuera compuesto por muchos ex nazis, o que buena parte de los votantes del xenófobo Le Pen en Francia, provengan de comunistas desilusionados.

Si se quiere incidir positivamente en política no se puede estar pendiente de los colores del pasado y menos cuando esos colores fracasaron. Tampoco de las categorías de izquierda y derecha inventadas por la revolución francesa, con los resultados guillotinescos e imperialistas que el desenvolvimiento de la historia europea nos enseñaron. Pensar desde el cuerpo es la tendencia habitual del ser humano, porque es lo que facilita anudar, no sentirse asediado permanentemente por la incertidumbre, disfrutar del calorcito de los que creen defender los mismos colores. Pero ese pensar, que es puro goce, obstaculiza al deseo con sus dificultades de sociabilidad, pero también con su fuerza creativa.

Ese pensar lleva a confundir la función analítica de un psicoanalista cuando está tratando a alguien que hubiera delinquido, con creer que las causas y razones que pueden dar cuenta parcial, pues nunca hay que dejar de tener en cuenta la reacción, la elección aunque sea obligada por la estructura y como consecuencia, la responsabilidad del sujeto, deben llevar a perdonarles a los delincuentes su deuda con la sociedad de ciudadanos trabajadores y honrados contra la cual operan. Pugnar por una sociedad con menos desigualdades sociales y particularmente con que las mismas no sean arbitrarias, no puede ser confundido conque hasta que no se arribe a la misma, hay que hacer la “vista gorda” con los delincuentes. Hay que aplicarles todo el peso de las leyes, nada por fuera de ellas, pero aplicarles el peso. Esto debe ser así, porque si no se aplican los castigos que las leyes indican y que como decía Winnicott vehiculizan la venganza inconsciente de la sociedad, se da piedra libre a las venganzas conscientes, o sea a la ley de Lynch. Fuente muchas veces, de terribles injusticias contra la persona a la que se la aplica y en la dimensión en que se castiga.