Expandamos la eficacia del psicoanálisis

Psyche Navegante No 65
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Sección: Práctica psicoanalítica


Tema: Escrito presentado por invitación de la Asociación Psicoanalítica Argentina como parte del Simposio de este año, en la sesión llevada a cabo el 9 de noviembre de este año

Nuestro oficio camina su segunda centuria. A diferencia de cada uno de nosotros, no va hacia su envejecimiento; sino que se rejuvenece en cada paso, por obra de aquellos que no idealizan a lo instalado como clásico. Tomo este significante en dos acepciones de las que da el diccionario de la Real Academia Española: 1. adj. Dícese del autor o de la obra que se tiene por modelo digno de imitación en cualquier literatura o arte. 2. Que no se aparta de lo tradicional, de las reglas establecidas por la costumbre y el uso.

Ubico en la ruta no clásica, a autores de la talla de Freud, Ferenczi, Wilheim Reich, Melanie Klein, Bion, Winnicott, los Lemoine, Lacan y otros. En nuestro país, Racker, Pichon Riviere, Rodrigué, Fidias Cesio, Bleger, Dubcovsky, MauricioAbadi, Ulloa y seguramente muchos otros que desfallecimientos de mi memoria o de mis conocimientos me impiden nombrar. Empiezo por acá, porque considero que esta posición le ha dado vida a nuestra práctica. Contra ella, mucho han pesado temores como el expresado por el Dr. Hildebrand en 1974[1] en el Simposium “El futuro del psicoanálisis” cuando comenzó diciendo: “...Es bien claro que hay todo tipo de presiones para alejar al psicoanalista de la práctica de su profesión a la manera clásica[2] y hacia la psicoterapia”. Agrego en su homenaje, que en el transcurso de su escribir se reubicó y terminó afirmando: “Para tener un futuro digno de nuestro pasado tenemos que saber psicoterapia, qué es lo que hace, de qué modo sus hallazgos pueden ser congruentes con los nuestros y dónde podemos ejercer una influencia benigna. Pero si nos retiramos en un aislamiento malhumorado, estamos rechazando el legado y el desafío de Freud y estamos perdidos”.

Freud calificó a Breuer como fundador del psicoanálisis en función de su cura de Anna O. y tal vez inconscientemente, para reconocerse deudor y como consecuencia parte de los discursos de la Cultura. Eso le permitió no idealizar lo clásico y animarse a introducir numerosas variantes en su práctica con respecto a lo que había escuchado de Breuer. Luego acompañaría el interés de Ferenczi en facilitar el acceso del psicoanálisis a los pobres en dinero. En medio de la oleada revolucionaria que sacudía a Europa, en el congreso de Budapest de 1918[3], introdujo su conocida fórmula: “/... habremos de mezclar el oro puro del psicoanálisis al cobre de la sugestión directa.../”, pero con el agregado de: “Pero cualesquiera que sean la estructura y composición de esta psicoterapia para el pueblo, sus elementos más importantes y eficaces continuarán siendo desde luego, los tomados del psicoanálisis propiamente dicho, riguroso y libre de toda tendencia[4]”.

Ferenczi, en su libro Los nuevos adelantos de la terapéutica activa en el psicoanálisis, nos presenta el caso de la hermana de una gran cantante que había entrado en un largo impasse en su análisis. En determinado momento recordó una canción sin animarse a cantarla. Sandor la fue presionando hasta lograr que de la inhibición inicial, después de más de dos horas de sesión, pasara a cantarla a plena voz manifestándose como una intérprete muy dotada. A partir de ahí, iba a las sesiones a mostrarle al analista dichas dotes. Hasta que éste le prohibió que siguiera con dicho goce exhibicionista del objeto voz y del significante en las sesiones. Entró entonces en un silencio, que por los gestos le tornó evidente a Ferenczi que ocultaba una asociación que había desatado una gran vergüenza. La presionó a que la relatara y emergió un recuerdo hasta ese momento reprimido, el de su reacción al descubrir el pene del hermanito. Se hizo evidente que la represión de la envidia del pene se había desplazado a la rivalidad con la hermana, inhibiendo el disfrute de su capacidad para cantar.

Esta viñeta nos facilita: 1) Desmitificar la estandardización del tiempo cronológico y captar la utilidad de manejar el tiempo según la lógica del discurso del analizante y bajo las particularidades del impacto de dicha lógica en la del inconsciente del analista. 2) Desmitificar la posición de abstinencia del analista y entender que la misma, que no debe ser abandonada, pasa a veces por la actividad del oficiante y hasta por su ocupación transitoria de una función amo. 3) Observar cómo el mayor insumo de los psicoanálisis - la emisión significante - puede tornarse una resistencia si se la deja operar como trinchera de goce. A veces tomando la forma de racionalizaciones y otras, de intento de revalorizarse haciéndose admirar por el analista. 4) Ubicar la resistencia del significante puede facilitarnos entender por qué la utilización del corte de las sesiones como instrumento, cuando resulta acertada, se torna una herramienta importante para derrotarla. También puede servir, cuando una interpretación acertada abrió una gama de nuevas posibilidades combinatorias a un significante que estaba reprimido por “desuso”, por la insistencia de otro, o por soldadura a un significado. Esa nueva gama, también abre variantes nuevas de actos posibles para la vida del analizante. La escansión, lo deja obligado a elegir sin la presencia del analista, responsabilizándose de las asociaciones y caminos que surjan. Presencia del analista que por estructura de la articulación borromeana singular de cada ser de habla, puede resultar superyoica.

Podría tomar varias otras problemáticas de la clínica, el reloj me lo impide. Quiero terminar, contándoles que progresivamente se me ha ido instalando la práctica de hacer de mi consultorio (atiendo adultos) un espacio potencial[5] al cual los analizantes traigan sus objetos virtual o presencialmente. Ya que sé que ellos, en tanto coincido con Lacan en que la verdad sólo puede ser dicha a medias y tiene estructura de ficción, funcionarán como soporte para ir analizando las causas de sus deseos y cuando se presenten como tapones pulsionales de goce, como obstáculos a aquellos y su análisis. En este juego, utilizo a fondo la propuesta de Lacan de que el psicoanalista debe hacer apariencia de objeto causa de deseo del analizante, para sostener su deseo de analizarse y su transferencia. Son mis herramientas para eso, la interpretación, la escansión, la sorpresa. No dejarme encontrar donde el yo del paciente me espera. Otras veces, ir regularmente a ese lugar mientras las vicisitudes de instalación de la transferencia, aún no me permite jugar. Tal como cuando los chicos van de visita a una casa desconocida. Tardan un tiempo en entrar en confianza con los otros pibes y más aún, con los mayores. En función de la potencialidad del espacio, clásicos como el diván, se me han transformado en contingentes subordinados a las singularidades de cada análisis en su camino de cura.

La principal dificultad que ofrece esta política de hacer semblant de objeto causa de deseo está en que dicho objeto según discernió el viejo Freud, está ausente y puede no haber estado nunca. Entonces, ¿cómo figurarlo?. Justamente esa ausencia es la que da lugar a que el fantasma esté virtualmente presente con distintas manifestaciones, pero siempre con la misma estructura formal en las principales repeticiones de la vida. Al mismo tiempo que encuadra y limita al goce, lo propicia dentro de esos límites y mantiene al deseo como de algo que está más allá. En esa escena, el ser parlante resulta objeto en su pasión por buscar el deseo y el amor de sus Otros significativos. En pro de esa búsqueda el neurótico oscila en el sadomasoquismo, el perverso busca repetir siempre la misma escena en la que él sea el amo, y el psicótico, particularmente el esquizofrénico, no logra encontrarse. Ante los neuróticos, hacer apariencia de objeto causa de deseo, exige saber encontrar el lugar desde el que aparentar que ese deseo se puede cumplir, proponiéndose y sabiendo que nunca el analista se lo va a efectivizar. En definitiva, es ocupar el lugar del Sujeto supuesto al saber, al mismo tiempo que se trabaja para que ese lugar caiga en beneficio de que el analizante lo reconozca en las producciones de su Inconsciente. Dicho en “lalengua” de Fernando Ulloa, adquiera curiosidad por su propio Inconsciente.

Que un tratamiento resulte terapéutico, no depende de los objetivos y limitaciones que se proponga un practicante con antelación, sino de los efectos que se manifiesten con posterioridad a un psicoanálisis llevado durante el tiempo, ritmos, y regularidades que las circunstancias permitan, pero sobre la base de que: “...sus elementos más importantes y eficaces continuarán siendo desde luego, los tomados del psicoanálisis propiamente dicho, riguroso y libre de toda tendencia[6]”. La retrosignificación, nos informará de los resultados.



[1] Citado en el libro de Santiago Dubcovsky: Psicoanálisis Real
[2] Las negritas las puse yo (SR)
[3] En “Los caminos de la terapia analítica”
[4] Lo resaltado en negritas corre por mi cuenta (SR)
[5] En el sentido que le dio Donald Winnicott en su Realidad y juego
[6] Lo resaltado en negritas corre por mi cuenta (SR)