En los albores del siglo XXI

En los albores del siglo XXI: diagnósticos y tratamientos de las psicosis[1].

Comienzo defendiendo la psiquiatría de finales del siglo XIX y la mayor parte del XX, que con fina observación diferencial y razonable lógica ordenadora, supo reconocer los grandes cuadros psicopatológicos y sus subsidiarias expresiones diferenciales. Histeria, Neurosis Obsesiva, Fobias, Paranoias, Melancolías, Psicosis maníaco depresivas, Esquizofrenias.

El DSM IV en cambio, refleja la disgregación que está empujando globalmente en la “aldea”, la acción del gran capital financiero, las grandes corporaciones de medios masivos de comunicación, y algunas otras (farmacológicas, de narcotráfico y de armamentos). ¿Por qué? Porque a éstas, a diferencia de los capitalistas de la revolución industrial, no les importa nada del producto que pueden producir. A Henry Ford I, su producción le importaba tanto como la ganancia que podía lograr, pues sentía que lo representaba. A los que nombré, sólo les importa la diferencia de u$s o Euros que pueden hacer. Son irrepresentables, pues sólo podría representarlos el signo $ que “mata todas las significaciones”[2] o “un pasamanos” (frase con que definen sus haceres).

El DSM IV sólo habla de trastornos. Palabra definida por el Diccionario de la Real Academia Española, así: “m. Acción y efecto de trastornar o trastornarse. 2. Alteración leve de la salud.”. Trastornar: De tras1, por trans-, de una parte a otra, y tornar.1. tr. Volver una cosa de abajo arriba o de un lado a otro.2. Invertir el orden regular de una cosa.3. fig. Inquietar.4. fig. Perturbar el sentido, la conciencia o la conducta de uno, acercándolos a la anormalidad. La droga lo TRASTORNÓ. Ú. t. c. prnl. Se TRASTORNÓ tanto que parecía loco. Ú. t. en sent. fig.5. fig. Inclinar o vencer con persuasiones el ánimo o dictamen de uno, haciéndole deponer el que antes tenía.

A esto reducen los burócratas simplificadores del sistema de salud norteamericano y de la OMS, procesos tan complejos como los que se producen por cómo reaccionó cada uno, ante el “lote que le tocó en la vida”[3]. Parental, fraternal, económico, social, genético, inmuno- endocrinológico, etc.

Mutatis mutandis para el DSMIV no existen, como entidades, las paranoia o las histerias, para tomar dos ejemplos enormes. Dice el pediatra argentino Federico Polack en un reportaje que le hizo el psicoanalista platense José Ioskyn[4], ese tipo de cultura cree “en lo que llaman "transformational vocabulary". Este es un tema fascinante donde enseñan a los profesionales y ejecutivos a reemplazar ciertas palabras por otras "menos malas". Por ejemplo, uno nunca está enojado sino perturbado. Enojado es malo. Uno nunca está disgustado sino confundido. Disgustado también es malo. Con una actitud positiva se arregla todo. De esto se burlan eficazmente en buenos programas cómicos norteamericanos como Saturday night live y otros”

En “...las instrucciones escritas que le daba el motivador profesional del trabajo (a un odontólogo hermano del que respondió al reportaje) le indicaba: El problema era que todos los otros dentistas del trabajo se lo creían, o hacían como si se lo creyeran. Por lo que en el trabajo no había lugar para reírse. En estas sesiones confesionales entre odontólogos, algún director testimoniaba sus culpas y luego todos cantaban una canción que aun recuerdo de memoria. "Me levanto a la mañana con el sol en mi cara. Mis necesidades son metafóricas y el mundo es un lugar feliz". Para estos señores, el mundo es puramente imaginariamente simbólico, de lo real, no quieren ni oir hablar. Ese tipo de canción, usado también al comenzar la jornada en las empresas japonesas y desde “las cuatro modernizaciones” en las chinas, es la típica sugestión de masas analizada por Freud en Psicología de las masas y análisis del yo cuando el ascenso del nazismo.

La Cultura del DSM hace efectiva la clarividencia de Gregory Bateson. Los mensajes de doble vínculo a la vez que empujan la disociación y disgregación típica de la esquizofrenia, tienen como contrapartida el sincretismo de esa patología. La reducción a trastornos y confianza en la autoayuda, haría del que lea un libro de autoayuda una réplica, casi un clon. Son manuales del tipo de los del plagiario Jorge Bucay, que llamó a uno: Cuenta conmigo. ¿Si dicho manual les enseñaría a auto ayudarse, para qué necesitarían contar con el autor?

Creo que hay mucha más coincidencia entre los buenos psicoanalistas y los buenos psiquiatras, que entre aquellos psicoanalistas y/o psiquiatras que se rinden a la mediocridad de los DSM. A los burócratas nacionales y mundiales de la salud pública se los puede entender y hasta perdonar, no son más que eso: burócratas y responden a la necesidad de cualquier estructura social de para clasificar, generalizar y arrasar con singularidades y particularidades. Pero no hay que hacerles caso, porque destruyen el buen arte de curar.

Mis aproximaciones psicoanalíticas a los diversos cuadros de psicosis tuvieron como puntos de partida: Sigmund Freud, Helen Deutsch, Donald Winnicott, Gregory Bateson, Jacques Lacan, Fidias Cesio, Enrique Pichon Riviere, José Bleger. Desde ellos y mis 35 años de experiencia transcurrida, trato de hacerme una composición sobre las diferencias etiológicas y fisiopatológicas de los principales cuadros, como un instrumento necesario para: Primun non nocere, en segundo lugar diseñar las estrategias más adecuadas para el tratamiento de cada cuadro y cada persona y en tercer lugar, producir las maniobras tácticas conducentes según cada situación.

Para lo que trato de reconocer las psicosis no desencadenadas, con el objetivo de no contribuir a desencadenarlas.
Las paranoias provienen de la forclusión del Nombre del Padre, del fracaso de la Metáfora Paterna y de la vuelta del significante desde lo real y como real, en la envoltura de la alucinación y provocando la respuesta delirante que permite sostener un delirio lógico, monosistemático, que evita la disgregación pero excluye al enfermo de vinculaciones sociales en discurso más o menos estables y con un grado adecuado de consistencia. Mi estrategia con ellos es ir por los márgenes y en momentos puntuales y adecuados, interpretar cuestiones inherentes a lo que los estructuró forclusivamente. A la vez estoy permanentemente atento a encontrar aquellas pasiones que entreguen insumos útiles, para colaborar con ellos en que re-anuden su estructura a través de lo propio gozante, que les facilite (simbólicamente) escribir su propio nombre y vincularse socialmente.

En cambio en las esquizofrenias, la forclusión fundamental es de la estructura significante como sostén capaz de representar al sujeto aún en su falta en ser y de ser. Dicha forclusión no estructurante, que se constituye como respuesta del bebé a una modalidad de enunciación de la función materna, ambigua, de doble vínculo; lo deja en la trágica posición de no poder reconocer y apropiarse de los significantes que lo representen. Dicho fracaso arrastra por anticipación lógica la imposibilidad de que se constituya la función del Nombre del Padre que en consecuencia, queda también forcluido. Esta desestructuración exige un trabajo del psicoanalista que ayude al paciente a ir construyendo ortopédicamente un yo, una red de signos a la cual anudarse por lo imaginario, aunque sea precario como sostén.

Para las Melancolías, Freud planteó: –la sombra del objeto perdido cayó sobre el yo-. José Grandinetti en 1990[5] agregó: –la sombra del yo cae sobre el sujeto-. Articulo ambas y observo: -la sombra del objeto no encontrado porque siempre rehuía, cayó sobre el yo. Éste, sobre el sujeto, rechazando su deslizar debajo de los “cadenudos”. De ahí que el melancólico tenga tanta dificultad para aceptar haber perdido lo ya perdido. En verdad, lo que nunca encontró, lo cual lógicamente lo condena a la buscar lo que nunca va a encontrar. Lo que si lo fija narcisística y mortíferamente al tiempo del no encuentro.

El resultado es una posición masoquista que lo acerca a dicha perversión. Perversión que enseña Lacan, es la directora de las demás. De todo esto, la viscosidad de la libido del melancólico y su retracción narcisista al propio cuerpo, a monofantasías y actos auto y hetero agresivos. Hasta ahora en toda mi práctica, el único suicidio logrado fue de una paciente con estas características. Es la entidad con la que me resulta más difícil trabajar. Trato con ellos de facilitarles advertir esa impotencia para dar por perdido lo perdido, que además generalmente, es lo que nunca lograron pero sí fantasearon tener. Hacerles observar sus repeticiones masoquísticas, posesivas con respecto a los demás. Lo mismo que sus encerronas narcisísticas. También trato de ayudarlos a sustraerse de la posición de hacer de la parte, todo.

Retiro, lo que proponés que retire.
Fragmentos de este trabajo fueron presentados en las: Jornadas Nacionales Psicosis – Psiquiatría – Psicoanálisis“Encuentros y Desencuentros”, Organizadas por el Departamento de docencia e investigación y el Servicio Emergencia 1 del Hospital José T. Borda el día 10 de noviembre del 2005 y publicado en el Nº 70 de Psyche Navegante: www.psyche-navegante.com




[1] Creo que en verdad, ésta debería ser la introducción del libro. Por ahora, yo también (SR)
[2] Lacan: Seminario de la carta robada (Escritos I)
[3] Aristóteles
[4] Publicado en el Nº 70 de www.psyche-navegante.com
[5] Artículo en Psyche