Elección de Jefe de Gobierno en Buenos Aires

Psyche Navegante Nº 77
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Sección: Última hora

Condicionantes, actores, votantes. La utilidad o no de elegir. Qué puede esperarse del 3 de junio. Con que, mejor no esperanzarse, sí prepararse para actuar, buscando mejorar.

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Los porteños elegiremos Jefe de gobierno y legisladores de la ciudad para los próximos cuatro años. El tiempo debe ser medido por la lógica de los actos que en él se produzcan y las marcas que estos dejen para lo por venir. Es mejor que medirlo por las rotaciones de la tierra y las veces que esta cumpla su órbita alrededor del sol. Ya no son las cuatro estaciones meteorológicas, las que deciden las actividades sociales y productivas.

Venimos de una experiencia traumática, difícil de tejer entre significantes conocidos, o de producir nuevos significantes que tejidos con otros “agiornen” la lalengua[1]. La década de los 90 tuvo su expresión más espectacular en la caída del muro de Berlín, acto final del desmoronamiento del comunismo, cuyo accionar político había logrado en 70 años dominar un tercio del planeta y estimular sueños en los otros dos tercios. Dejó anonadadas a enormes masas que habían creído en él. Los menos, se refugiaron obcecadamente en sostener la creencia que sólo había habido de errores, y no fracaso de los axiomas centrales de su lógica. Que se compusieron de supuestos que señalaron rutas finalmente intransitables. Entre ellos. 1) Suponer que el valor y como consecuencia el valor de cambio, era calculable casi exclusivamente por las horas de trabajo de los productores. Ese cálculo dejó afuera la función de los amos (no me refiero a los ricos, sino a los que ejercen funciones de indicación y mando, sean o no propietarios). 2) Depreció el valor del sector 2 de la economía (circulación y comercio de mercancías) 3) Identificó lógica social con lógica de clases. Forzó así, con un concepto proveniente de la dinámica simbólica marcada por la castración del lenguaje, entidades dominadas por otra lógica, la de identificaciones predominantemente imaginarias. La llegada de Freud con Enamoramiento e hipnosis en Psicología de las masas y análisis del yo, trajo una herramienta distinta para analizar la lógica social. Esta es producto de vinculaciones a liderazgos y desde dichos vínculos, entre los individuos de masas particulares. La disección de la función del Sujeto supuesto al Saber, -SsS- como sostén de transferencias, hecha por Lacan en 1967[2] aportó el instrumento para entender adhesiones y traslaciones en los movimientos de masas. Adhesiones y traslaciones que reconocen como causa, lo que viven como carencias que las perjudica y sobre las que se sienten con un saber insuficiente para resolverlas. Son faltas sentidas acuciantes y que por razones x, particulares de cada situación, pasan a suponer que determinado liderazgo va a saber resolverlas. Identificándose a él y en función de él, se identifican los in-dividuos[3] entre sí. La lalengua económica-política, recogió hace tiempo este saber inconsciente y en épocas de peso fascista, acuñó el significante corporaciones. Mucho antes, el lenguaje militar había acuñado la expresión “espíritu de cuerpo”.

Ambas enunciaciones recogen el componente fundamental de toda organización artificial de masas (no hay otras) y su dependencia de la imagen con su matriz corporal. El detalle no es nimio, pues la suposición de existencia de una “clase en sí” nos hizo figurar a a quienes éramos marxistas, que con una tarea docente “concientizadora”, lograríamos que sus componentes se transformaran en “clase para sí”. La historia, con su indiferencia cruel ante las esperanzas de los mejor intencionados, saldó el debate sin apelaciones posibles. Con excepción, claro está, de para aquellos que se obstinan en creer “en los reyes magos”.El Inconsciente fogonea a todos los seres hablantes, y de él dependen los laberintos que recorran sus deseos y claves de goce, mucho más que de sus conciencias. Por eso los modos de producción centralizados, ultra planificado y absolutamente excluyente de propiedades privadas, plancharon deseos, goces y competencias, excluyendo pasiones y entusiasmos. Sus sociedades se burocratizaron no sólo en los niveles dirigentes, sino también entre productores, transportistas y comercializadores.

Por esa fisura fundamental y haciendo alharaca de las ventajas que traería la competencia, el debilitamiento del estado y la libertad de empresa, se introdujo el predominio neo liberal, en los finales del siglo XX. Neo liberalismo que encubría la concentración del poder en grandes corporaciones empresarias, practicantes de políticas oligopólicas, monopólicas y de fuertes corrupciones que reprodujeron con apariencias distintas, lo que los fascismos y el “socialismo real” habían adelantado. No hay libertad de comercio, sino fachada de tal.

En los países centrales no hay aumento del empleo, por el contrario, se cronifica la desocupación estructural sostenida en la voracidad de las corporaciones apoyada en la hiper tecnificación de la producción, comunicaciones, transportes y comercio. No hay mejoras salariales, sí abaratamiento de las mercancías como efecto de la expulsión de mano y seso de obra apoyada en dichos desarrollos tecnológicos. Mucho para comprar y menos clientes para hacerlo. Aumentan las horas de trabajo y la concentración produciente por unidad horaria. A los que se resisten, les des- localizan las empresas trasladándolas a países con mano de obra más barata, menos organizada y con menos tradición de resistencia a la superexplotación. Se suma el daño al ecosistema, ya no como amenaza futura, sino como presente ominoso.

Este contexto histórico ha desconcertado a todas las fuerzas políticas, más allá de toda apariencia. Términos como derechas e izquierdas, que al marcar un lugar de asiento en los anfiteatros legislativos ponía de manifiesto su fuerte componente imaginario, han perdido vigencia. Las derechas se han “civilizado” con excepción de nostálgicos tipo Le Pen en Francia, arrollados por vivillos como Sarkozy, Aznar, o entre nosotros Macri. Las izquierdas se derechizaron a lo Blair, lo Segolen Royal o los olivares italianos. Esporas trotskistas y comunistas, melancólicas de un pasado imposible de haber sido, se encierran en su impotencia y son usadas por variantes vivillas portadoras de apellidos.

Este escenario de la aldea global, condiciona nuestras elecciones. Por ejemplo, la plaza pública se ha desplazado a la televisión, de tal manera que los quieren tener predicación deben pagar avisos que pueden ir desde 35 a 3.500 $ el segundo, y sino, producir hechos que corten el tránsito para que los medios masivos de comunicación los trasmitan. La corrupción generalizada, no con las dimensiones del menemato, sigue presente en todos los ámbitos. Desde el prepotente cuidador callejero de coches, hasta los más altos estamentos de las corporaciones y del estado. Se asienta entre otros condicionantes, en la hipocresía de declamar una sociedad igualitaria, cuando responsabilidades e incidencias son desiguales. O en la necesidad de “hacer caja” para financiar presencias partidarias en los medios masivos de comunicación. Lo que mete a estos en el centro del poder. Otra forma de lograr esa presencia es promover un místico contrato moral graznando denuncias insostenibles pero con cara de mala y agrupando desde los conservadores mendocinos pasando por la UCD (alzogarayana barnizada con nuevos nombres), radicales delarruistas de la primera hora y oportunistas para los que, a la ocasión la pintan calva. No es más que la suplente del Chancho Alvarez, ex cavallista devenido funcionario internacional.

Así están las cosas, nunca estuvieron demasiado distintas, aunque sí hubo momentos mejores y peores. Éste es de los mejores. Mientras Macri grazna “acordándose” de la inclusión, el desempleo se mantiene por debajo del 10%, después de haber estado por encima del 20 %. Hay más trabajo, un poco mejor pago, tanto que amenaza el recalentamiento de la economía por el aumento del poder de compra de una buena parte de las capas medias. Se respetan las libertades democráticas y se insiste sin claudicaciones en hacerles pagar su deuda con la sociedad, con los desaparecidos y torturados, a los que ejercieron el terrorismo de estado.

Cada uno de los porteños, votaremos el 3 de junio. Cada uno lo hará según sus convicciones de ese momento. Ojalá el resultado final, que seguramente se decidirá en una segunda vuelta, afiance lo recorrido en estos últimos años que logró remontar el desastre en que había hundido al país la perversión menemo cavallista y el imbécil continuismo delarruista chachista.

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[1] Significante inventado por Lacan para nominar nuevos significantes que se socializan, después que formaciones del inconsciente singulares, responden con alguna eficacia a nuevos reales que se presentan.
[2] En la Proposición del 9 de octubre de 1967.
[3] Renegando de sus divisiones intra y extra subjetivas.