¿Menem fue? ¿Qué fue de Menem?

La presencia personal de Menem, “ya fue”. Las escenas aparecidas el miércoles 14 en el programa “A dos voces” de TN, sobre “la bajada” de la segunda vuelta, lo presentó crudamente. Juan Carlos Romero habló rodeado por una escenografía de funeraria y en posición de quien despide a un muerto. Eduardo Menem, lo hizo desde un living familiar y con la pasión de quien defiende a un hermano[1]. Para los “socios políticos”, Carlos Menem se ha transformado en un lastre del cual cada uno buscará la forma de desprenderse, más rápido o más temprano. Para la familia, es una posesión a defender.

¿Qué fue? Su inconsciente lo anunció desde su primer discurso ante la exposición anual de La Sociedad Rural Argentina en 1990. Dijo en él: “Me duele y debe dolernos a todos, que sigan existiendo hermanos con hambre y desocupación, niños sin educación y sin salud, ancianos desprotegidos, en fin, que perdure la industria entre nosotros...digo, la injusticia entre nosotros[2]. Deseoso de desindustrializar la Argentina, “Menem lo hizo”. Con lo que logró también más de un 17 % de desocupados en 1994 y en la actualidad. Una serie de variables convergieron para ese “logro”.

Se apoyó en una historia nacional en la que lo que predominó, excepto un pequeño periodo de 1946 a 1960, fue una economía agrícola exportadora asentada en la explotación por parte de unos pocos dueños, de grandes extensiones de tierra con poca mano de obra y pocos dueños . Lo que generó una cultura apoyada principalmente en la ganancia de dinero fácil por parte de dichos terratenientes y de expansión de la burocracia estatal, como contención social y recurso político.

Cuando se hizo cargo del gobierno, terminaba de hegemonizar la economía nacional el capital financiero concentrado, tras propinar sus golpes de mercado a un gobierno incapaz, que a través de su ministro de economía Juan Carlos Pugliese había llamado a dichos capitalistas a pensar con el corazón y no con la billetera. Renegaba así de lo que un financista de la talla de George Soros tiene muy claro cuando afirma: “Dejados a su propio arbitrio, los mercados financieros son proclives a conducir a extremos socialmente destructivos. La falacia de atribuir calidad moral al mecanismo del mercado cala aún más hondo. Lo que distingue a los mercados es precisamente que son amorales, es decir, las consideraciones morales no encuentran expresión en precios de mercado.[3]” Al mismo tiempo ocurría que, apoyándose en desarrollos tecnológicos, informáticos y de las comunicaciones tanto electrónicas (incluida la televisión) como aéreas y marítimas, diversas corporaciones del capital financiero multiplicaban su poderío a nivel de la naciente “aldea global”.

Con esas condiciones de posibilidad asumió el poder. Es un “tío patilludo”obnubilado por la acumulación de u$s, el goce del poder y por figurar en la escena mediática. Absolutamente falto de escrúpulos y con una habilidad muy singular se adueñó del deseo y el goce de muchos, apoyándose en su propia ambigüedad y en su imagen de “vivillo” que como jefe podía hacerle ganar importantes sumas de dinero, de poder y de brillo farandulesco a sus “socios” y subordinados. Esa habilidad, que algunos llaman instintiva, el psicoanálisis la reconoce como proveniente de un entrenadísimo saber hacer inconsciente, para advertir qué espera la gente. Habilidad que usó para manipular inescrupulosamente e hipnotizar por demasiado tiempo a mayorías populares. Recordemos el “voto cuota” y la ilusión de millones de argentinos de que se había entrado al “primer mundo”. La “bajada” del ballotage arrasó con esa imagen y puso en escena la del cadáver. Como es sabido, el olor a muerto repele hasta a los deudos más cercanos. Después del entierro, sólo viene la disputa por los objetos que quedaron.

Desde su falta de escrúpulos no tuvo inconvenientes para producir un giro de 180º grados en un movimiento como el peronismo, que aunque lleno de contradicciones, se enraizaba en una ideología nacional y populista. Ese giro llevó a la mayoría de su aparato partidario a un fundamentalismo neo liberal y conservador que logró insertar a través de empujarlos a la defensa de la convertibilidad, hasta en la alianza opositora que llevó a De La Rua y Chacho Álvarez a su escaso gobierno.

Nada de esto debe llamarnos la atención. No podemos olvidar que la Argentina se construyó sobre la base del arrasamiento de más de 300.000 indígenas que fueron los primeros “desaparecidos” en estas tierras del sur. Y esos indígenas fueron arrasados por los adelantos tecnológicos (pólvora, fusiles, cañones, naves, carros, acero, y la “guerra bacteriológica” de repartirles mantas con viruela.) usados por unos pocos miles de españoles, muchos de ellos convictos que venían con la ilusión de saquear lo que no había: plata y oro. Nuestro país lleva el nombre de lo que nunca tuvo: argentium (plata en latín)[4]. Su principal río lleva el mismo nombre (de la Plata). Pero lo que si tuvo y tiene son grandes extensiones de tierras fértiles que dieron lugar a una reproducción geométrica de las vacas, los caballos y las ovejas. Lo que permitió hacer del simple papel billete equivalentes de la plata que no existía, para goce de los criminales expropiadores de la tierra de aquellos indígenas.

La delincuencia combinada con el “progreso” tecnológico, está en la refundación de nuestra comarca, ya que los verdaderos fundadores fueron los asesinados para ser saqueados. Sólo si logramos salir de ese “eterno retorno” que nos persigue, lograremos construir una Nación decente poniendo los avances tecnológicos al servicio de los argentinos.



[1] Leer el relato en www.televerdades.com
[2] Buscar en la misma página web
[3] La Jornada de México
[4] Abel Langer, seminario: De los fracasos del siglo XX a nuevos sueños para el XXI