¿Psicoanalistas o curas lefevbristas?

25-08-90



El vector trágico de la cultura es el maniqueismo, o sea la tendencia de la personalidad a dividir al mundo entre los absolutamente buenos y los absolutamente malos. Opino que los artículos de Redactoras de Página 12 y de Carlos Marcucci sobre el programa conducido por Fernando Bravo y en el que participaron "La Cicciolina", así como otras personas entre las que me conté, se instalaron en ese vector. Ese programa fue el segundo convocado para tratar el tema de la trasgresión, tema de indudable interés, y más aún, en la actualidad argentina.

En ambos, dentro de la irregularidad lógica a cualquier debate entre varios, se hicieron aseveraciones interesantes, mas en el primero que en el segundo. En este, la presencia de la "estrella" precipitó al programa en una estructura radial, cuyo centro, no podía ser otro que ella, lo que enlenteció el intercambio de observaciones y réplicas. No obstante lo cual no comparto lo planteado por Marcucci de que "Ella no contesta, como no contestar nada a partir de ese momento", ni lo de las redactoras de que "Todos, (los hombres) sin salvedad, se sintieron mas apabullados por lo que la Cicciolina mostró en televisión (inteligencia, velocidad para retrucar, picardía y habilidad para sostener una situación verbalmente equívoca), que por lo que no mostró: la teta."

La Ciccio, mostró ser una profesional con todas las virtudes que señalan las redactoras, y con un libreto aprendido para promover su personaje. Cuando le hicimos preguntas para las que no tenía uno, respondió inteligentemente, tanto para "zafar", cuando lo creyó conveniente, como para responder con sus propias ideas cuando lo prefirió. Decir esto no significa compartir todo lo que dijo.

"Mutatis, mutandis" si se mira la grabación se podrá comprobar que varios de los hombres que participábamos del panel, festejábamos sin "apabullamientos" sus salidas ingeniosas, seguíamos atentamente sus propias fundamentaciones, las tomábamos en cuenta, y las refutábamos o las compartíamos, según el parecer que nos hubieran producido. Ergo, ni muy, muy; ni tan, tan.
Se me ocurrió escribir esta réplica porque realmente pienso que el maniqueismo es padre de tragedias e hijo de fundamentalismos.
Recordémoslo como uno de los componentes de la tragedia argentina de los años 70, o del abismo actual en medio oriente.

En el caso que me ocupa, apadrina la tradicional "pacatería" de una parte importante de nuestra sociedad, que no puede creer que una estrella del "pornoshow" pueda ser inteligente, o que haya hombres que puedan tomar en serio su discurso y debatir con las ideas que expone. Claro, que esta es una forma mas refinada de la peor, la que le hace juicio a una mujer por mostrar una teta en público, o la que se manifiesta a través de la siguiente anécdota. Un buen amigo me llama por teléfono y me dice:"Por lo que he escuchado vía diván, pienso que tenés que espaciar tus apariciones en televisión, se está hablando muy mal de vos en el medio (psicoanalítico, se entiende).