"El futuro llegó... hace rato"

100 años después, diferenciar liderazgos psicoanalíticos de corporativos

Jornadas: "Presencias del siglo XXI en el Psicoanálisis"


En el e mail que envié a la comisión organizadora con el título de este trabajo, cometí un equívoco que me hizo notar Miguel Calvano. Quedó así: “100 años después, diferenciar lideragos psicoanalíticos de corporativos” Releído, asociado e interpretado, me da pie para escribir lo que quiero trasmitir en estas Jornadas[1].

Advertí inmediatamente que lo que había elidido era la z. Letra importante si las hay, en apellidos de origen español como Rodríguez. De ez dice la Real Academia[2]: 2. Aplícase al apellido que antiguamente se daba en España a hijos, formado del nombre de sus padres; v. gr.: Fernández, de Fernando; Martínez, de Martín. Primera interpretación: ¿el equívoco dejó una marca de castración sobre linaje? O sea: Sobre 1. m. Ascendencia o descendencia de cualquier familia[3]. ¿Deja parcialmente a los liderazgos psicoanalíticos por fuera de las familias psicoanalíticas de las que proceden y de su propia descendencia?. Creo que sí. Por supuesto no me refiero a los que llegan a esos cargos (en ese caso no función), por pertenecer a una corporación de psicoanalistas que los tramita por complicidades y escalafones. Sí, a los que dejaron alguna marca en la producción y la transmisión. Desde el fundador, que quedó parcialmente por fuera de su linaje médico y también de su descendencia, hasta gente como Abraham, Tausk, Ferenczi, Melanie Klein, Winnicott, Margaret Mahler, Lacan. Y tuvieron, tienen ese rasgo en nuestro país: Enrique Pichon Riviere, Fidias Cesio, José Bleger, Emilio Rodrigué, Oscar Masotta, Fernando Ulloa, y algunos más. Ninguno repudió al padre, ninguno se diluyó en él. A diferencia de Adler, Stekel, Jung, Fritz Perl y otros, que al repudiar esencias de la teoría freudiana, fundaron otros linajes psicoterapéuticos. Es interesante advertir como Lacan, a pesar de haber sido excluido de la Asociación Psicoanalítica Internacional, ocupa en algunas de sus filiales como la argentina, un lugar de mucho peso. Mayor que el que tenía cuando pertenecía a la IPA. Lacan en varios campos fue más allá de Freud. Le rebatió esquemas importantes como la representación gráfica del yo, el ello y el superyo, pero sostuvo, extendió y precisó, conceptos fundamentales de él, a la vez que produjo claves que lo trascendieron.

Otro sentido de la ez[4]: suf. de sustantivos abstractos femeninos, que significan la cualidad expresada por el adjetivo básico: altivEZ, brillantEZ, lucidEZ. No sólo confirmarían lo anterior, le darían además, al verdadero liderazgo psicoanalítico una metafórica identidad femenina, deseante y causante de deseo.
Inmediatamente le respondí a Miguel en chiste, y su relación con el inconsciente: “-me comí la h”. H de hacer y de hijos. Satisfice mi oralidad canibalística comiéndome una letra muda, pero que inicia la palabra hijos. Deseo hacer hijos, sin enmudecimientos. Mi deseo me lleva a creer que se es líder, sólo si se hace líderes que no callen. En ese punto me vuelve una conversación, sostenida con un impasse de unos 10 años, con Oscar Lamorgia. Un día se me acercó y citando o parafraseando a Lao Tze me dijo: “Maestro, es quien tiene discípulos”. Me atrajo la precisión y la economía de la definición. Pero me quedó picando una pregunta que no se la hice y que sólo me pude responder 9 años después. ¿Cualquiera que posee discípulos, es maestro? Terminé respondiéndomela así: Maestro (por lo menos en psicoanálisis) es quien tiene discípulos de los que pueda aprender.

Voy advirtiendo que mi lapsus me va estableciendo, para el psicoanálisis, equivalencia entre liderazgo y maestría. A la vez va retirando su definición, de mecanismos corporativos. La va acercando a un clásico de Lacan 1967[5]: “Un psicoanalista no se autoriza más que de sí mismo”. ¿Por qué? El sí mismo, en los Maestros que usaron dicha frase directa o alusivamente, -Freud, Helene Deutsch, Winnicott-, aludía a un sentimiento de sí. Obviamente, significa por oposición y diferencia a: de no mismo, que en consecuencia es de extrañamiento. Sí mismo no es yo, o alguna otra instancia. Tampoco, sujeto del Inconsciente. Es un efecto sobre el cuerpo, de enunciaciones y actuaciones del ser hablante, de goces. Podríamos desplegarlo sin forzar el enunciado de Lacan, diciendo que un ser hablante se autoriza como psicoanalista, sólo desde ese sentimiento. Es una experiencia frecuente y los que no la tuvieron dan a dudar si ejercen el oficio convencidamente, que en determinados tiempos de la práctica se entre en crisis con la misma. Entonces surgen preguntas del tipo: ¿sirve el psicoanálisis? ¿sirvo yo para psicoanalizar? ¿verdaderamente me gusta, psicoanalizar? La crisis a veces, es acompañada de un prólogo previo con éxodo de pacientes del consultorio propio, otras veces eso ocurre después de iniciada dicha crisis. No la resuelven ni títulos ni honores dados por otros, que a lo sumo empujan elaciones transitorias por inflación yoica. El psicoanalista no se autoriza desde otros. Tampoco es índice de resolución de la misma el llenado de consultorios. Recordemos a Bucay y otros animales de la selva psi. El análisis propio y los efectos que produzca en los análisis de los analizantes a cargo, darán salida a esa crisis. He sabido de más de uno cuya salida fue salirse del psicoanálisis, lo que aumentó mi respeto por ellos. De algún modo, cada uno advirtió que su goce pasaba mucho más decididamente por otros oficios y que dicho goce obstaculizaba su deseo del analista. Al contrario en la mayoría de los que conozco, psicoanalizar dichas crisis los afirmó en su deseo de analista como causa que los acercó de modo asintótico pero creciente a uno de sus goces más importantes. Lo que los llevó a salir de la, o las crisis, mejor dotados para el oficio y autorizándose de sí mismos, como psicoanalistas.

¿Qué quiero decir con mejor dotados? Qué hicieron de sus síntomas sinthomes, adquirieron un saber hacer con sus síntomas. Muchos que se presentan emperifollados de títulos, honores y extensas citas bibliográficas para darse lustre de psicoanalistas, ocurre que mantienen la fijeza de sus síntomas congelados como rasgos de carácter. Lo que es peligroso, pues la mayoría de los candidatos a analizarse elige analista por identificación a primera vista. En consecuencia, si el practicante no logró a través de su o sus análisis hacer de sus síntomas sinthomes, hará fracasos de los análisis que conduzca. Los que se producirán en el punto donde los síntomas del analizante se encuentren con el o los puntos de congelamiento caracterológico de dichos síntomas en su analista.

¿Qué tiene que ver esta derivación que tomé, con la cuestión de los liderazgos en el movimiento psicoanalítico? Creo que procedo acorde con un planteo de Lacan en La proposición del 9 de octubre de 1967, cuando dice “...se empalman los problemas en extensión, con aquellos centrales a la intensión”. Un verdadero liderazgo psicoanalítico, no debe apoyarse en la psicología de las masas plasmada en organizaciones artificiales de masas, corporaciones[6], tan bien analizadas por Freud[7]. Debe guiarse por la función del deseo del analista que tanto goce produce, cuando se la sostiene llevando a su fin entre placeres y sufrimientos, la cura de quien depositó su confianza en uno.

Me parece que el secreto de lo que diferencia al verdadero líder psicoanalítico de los otros líderes, pasa por como goza de su trabajo. Cuando Marx habló de trabajo abstracto, hablaba del goce del trabajador en la producción. Hizo falta más de 100 años para que un Lacan advirtiera eso, que Marx apercibió sólo en su cara sufriente. Pero observando que ese trabajo abstracto, se plasma en un trabajo concreto: la mercancía. Las razones que hacen que obtengan mucho mejor precio las mercancías evidentes, palpables, que las menos concretas, están asentadas en la función de las pulsiones. Por lo mismo funcionan más como tapones del deseo. En cambio las investigaciones científicas, los oficios del arte de curar y otras similarmente abstractas, no aparecen como valores de uso concretos, inmediatos y más o menos perdurables. De donde puede resultar más conflictivo el goce del trabajo en estos trabajadores. En el Discurso del psicoanalista, este goza de su saber en su acto. El cual facilita que se desprendan S1de la división del sujeto en análisis. Significantes nuevos que pasan a formar parte del tesoro de ese hablante, ampliando su posibilidad de expresarse y actuar, en el sentido que tomó la palabra acto para nosotros, los que tomamos a Lacan como uno de nuestros líderes. Acto, como ese riesgo que toma el sujeto y que lo colocará en una nueva posición, abierta a una serie de nuevas significaciones. De ahí que como agentes no funcionemos como amos, sino como artesanos que cobramos por ese efecto artesanal que serán los S1 que la división del sujeto vaya produciendo. El verdadero artesano, solamente es amo de su trabajo concreto. Cuando lo vende, a mayor o menor precio, lo pierde. De ahí que es de buen psicoanalista no prolongar innecesariamente los análisis. También, no prolongar innecesariamente su estadía en posiciones directivas en instituciones. Una de las funciones de un líder psicoanalítico es saber dejar un agujero oportuno, en el lugar que a partir de entonces, pasará a haber ocupado.

La joven experiencia de Psyche Anudamientos, es para mí el desemboque de muchas previas. Barras de esquina, sociedades de fomento, movimientos estudiantiles, partidos políticos, Coordinadora de trabajadores de salud mental, Escuela Freudiana de Buenos Aires, Reuniones Lacanoamericanas, Psyche, Escuela de psicoanálisis del Borda, Herramienta Freudiana, Congreso de la Fundación Europea para el Psicoanálisis, Psyche Navegante y otros emprendimientos de Psyche Anudamientos. Esta última experiencia me va indicando, que situarse en función del tipo de liderazgo antes delineado resulta muy difícil, tanto para aquel que le toca ocupar ese lugar como para quienes tienen que soportarlo. El anudamiento borromeico muestra claramente que la posición fundamental de los seres parlantes es de objetos a, de y en la estructura. Ese objeto sólo en el discurso del analista o en mi escritura matematicoide de otros discursos, como en el de Apertura de la partida de un análisis ocupa el lugar del agente que sabemos, no es más que de apariencia. ¿Por qué? Porque en el trabajo de análisis se usa el poder de la transferencia para resolverla, disolviendo la hipnosis. Todo lo contrario de cualquiera de los discursos amos y del de la histérica y su demanda de que el otro ocupe un Poder para inutilizarlo. Y diferente de, el del pasaje al acto, del científico, del verdadero artista y del analista indicando. La dificultad antedicha proviene de que por ser humanos, la mayoría estamos habituados a que el lugar agente lo ocupe alguna forma de amo o nuestra quejas que demandan amo. Estas formas de amo, juegan la función de indicar. Si ese lugar está ocupado como ausencia, somos nos-otros los que tenemos que indicarnos. Eso de por sí, tiende a anarquizar o a inhibir. Anarquizar, si los varios en cuestión no hacen del intercambio de ideas, conjeturas y resignación a límites decididos por mayoría consensuada, un método de resolución y puesta a prueba. Inhibición, si no pueden dejar de esperar indicaciones de un amo y pasar al acto. Como ven, estoy hablando de las dos posiciones neuróticas principales que suelen aquejarnos: la histérica y la obsesiva.

El Poder en el sentido de dominancia, que tanto develó a Foucault y sus seguidores en la búsqueda de elidirlo, no nace de un repollo, nace de la demanda de la masa de seres humanos que desean y creen poder refugiarse bajo el paraguas de dicho Poder. Por supuesto, es una ilusión vana, probada tanto por las democracias como por las dictaduras. Pero, de qué otra cosa vivimos los seres parlantes que de ilusiones. Estas, le dan vehículo y pantalla al deseo. Creyendo que montamos ese vehículo, gozamos. De ahí que los conflictos por ese tipo de Poder ocupen la vida diaria de la masa y sus amos.

No es lo nuestro, lo de los psicoanalistas. Los que pierden el tiempo de su vida en eso, lo desperdician. Para el psicoanálisis el Poder como centro organizacional no sólo no es necesario, aunque contingentemente tenga ocupadas a las corporaciones psicoanalíticas, sino que además al funcionar como obstáculo a la castración en los linajes, a la producción de hijos que digan lo suyo, resulta contrario a la ética del psicoanálisis. No es más que la neurosis obsesiva de carácter con forma de amo antiguo o universitario, entorpeciendo el devenir del psicoanálisis. En su mensaje, Calvano se, me, preguntaba: “¿Será la obsesividad un rasgo necesario, no sólo contingente, para un líder psicoanalítico?...líder psicoanalítico me suena incómodo, por así decirlo. Digo porque si hay líder hay masa, ideal del yo, yo, ideal.” Preguntas, conjeturas pertinentes, que también suelo hacerme. Esta es la respuesta, que por hoy, me doy.



[1] Por cuestiones de espacio y de reservas de mi intimidad, abreviaré cantidad y extensión de las asociaciones.
[2] Diccionario de la Real Academia Española
[3] Ibidem
[4] Ibidem
[5] Proposición del 9 de octubre de 1967
[6] Insisto en este significante por que proviene de cuerpo. Dice el diccionario de la Real Academia Española: corporación.
Del lat. corporatio, -onis.
1. f. Cuerpo, comunidad, generalmente de interés público, y a veces reconocida por la autoridad.
[7] Psicología de las masas Enamoramiento e hipnosis