Me dijeron: “Escribí la historia de Psyche para la presentación del CD”.
La revista se llama Psyche Navegante y el apócope trasmitió parte de una verdad de nuestro mito. Lo que ustedes van a leer en el CD son más de 50 números que lleva esta versión de un proyecto que ya no es el mismo, pero que empezó allá por 1987 (¡otro siglo!) y se llamó Psyche. En 1983 se había recuperado un estado con derechos civiles. No sólo había caído la dictadura militar, sino que había ganado las elecciones limpiamente, un partido que no había participado del desastre a que llevaron al país personajes de la calaña de Isabel Martínez de Perón, Carlos Ruckauf y José López Rega.
Jacobo Timmerman había vuelto contratado para renovar el diario La Razón. Como un resto de ese intento, salió durante un tiempo el primer suplemento de psicología que se editó en Argentina, bajo la dirección de Pedro Fernández Moujan, un joven y talentoso periodista que en ese entonces tenía 24 años. En Noviembre de 1985 y como culminación del trabajo que venía haciendo desde los últimos tiempos del “proceso” el departamento de salud mental dependiente de la Secretaría de derechos humanos del Servicio de Paz y Justicia dirigida en ese entonces por Claudio Lozano se llevaron a cabo, bajo la presidencia honoraria de Adolfo Pérez Esquivel y ejecutiva mía, las primeras y tal vez únicas hasta ahora, Jornadas sobre “Síntomas sociales en la transición a la democracia”. Los trabajos leídos en ellas se los llevé a Pedro quien publicó varios.
En Brasil la editorial paulistana Escuta se fundó con la publicación de Síntomas sociais, un libro que recopiló una selección de trabajos leídos en las mismas. Recopilación que hicimos con el dueño de la editorial -Manoel Tosta Berlinck- que había presentado en ellas un agudo escrito sobre su trabajo con chicos de una favela. La librería Paidos llevaba muchos años de dedicación a la venta de libros de psicología y psicoanálisis. Ya entonces la dirigía Marcelo Bernstein, hijo del fundador. Con él trabajaba Daniel Feijó, quien a la vez había armado una pequeña empresa de publicidad y publicaciones especializada en el “mundo psi”. Fue a Daniel al que se le ocurrió la idea de armar una revista especializada en psicología y psicoanálisis. Marcelo se prendió inicialmente a la misma y le propusieron participar a Pedro. Unían así: saber editorial, librero, publicitario y periodístico. Decidieron invitarme a mí y a otro colega en función de nuestro saber psicoanalítico. El otro colega prefirió declinar la invitación. Zarpamos cuatro. A los tres meses por motivos personales Marcelo desembarcó y seguimos los “tres chiflados”. La orientamos con pluralismo pero sin eclecticismo. Buscábamos artículos de los que nos parecían buenas plumas en lugares diversos del movimiento psicoanalítico y hasta de “Sistémicos”. Abrimos el primer número con Matar la muerte, un profundo artículo sobre el terrorismo de estado de Gilou Roger de García Reynoso y con uno mío Honor, horarios, honorarios que defendía la conceptualización de Lacan sobre el tiempo lógico, a la vez que ponía en cuestión la obsesividad de los reglamentos de IPA para el encuadre.
Fácilmente estará advirtiendo el lector que fuimos paridos por los dolores del terrorismo de estado, oxigenados por los aires de su derrota, y alimentados, pero sin sectarismos ni fanatismos, con la inyección que las obras de Lacan había suministrado al psicoanálisis y a la cultura argentina. Así salimos durante 35 números mensuales hasta que la marea de las tres hiperinflaciones, alfonsinistas y menemistas, nos ahogó. Antes probamos hacer una cooperativa que se vio imposibilitada de llevar adelante el proyecto, por estériles choques entre algunos narcisismos. Llegado el momento de concluir, lo hicimos con una Fiesta totémica en Babilonia, en la cual además de divertirnos, entregamos gratis todos los números de rezago que nos habían quedado. Cada uno siguió su camino. Relato los que me vienen a la memoria. Daniel Feijó y Marcelo Bernstein publican Psicolibros, Enrique Carpintero –Topía-, Carlos Bruck –Malestares, Pedro siguió trabajando de periodista a la vez que publicó Millas su primera novela y realizó Murgas y murgueros un bello documental cinematográfico. Yo fundé y participé durante seis años, hasta su disolución, en Herramienta Freudiana colaborando en la edición de los dos números de Cuadernos de Herramienta.
El tiempo pasó, mejor dicho, nosotros pasamos. Resultaba frecuente que en los pasillos de jornadas, congresos, paneles y en encuentros callejeros me preguntaran cuando iba a sacar nuevamente Psyche. Contestaba: “Nunca más”. Si no recuerdo mal, allá por finales de 1997, Raymundo Salgado inventor y dueño de la también mítica Letra Viva, a la vez que me proponía un artículo para la renacida Imago Agenda me insistió con la pregunta. Cuando estaba terminando el artículo me salió una frase que decía más o menos así: “y tal vez como los fantasmas, Psyche vuelva en Internet”. La frase había interpretado lo que se anidaba en las entrañas de mi deseo y que yo repetidamente había negado. Sabat con su inconfundible diapasón, nos dio el tono. Está en la caricatura de Freud con el barquito sombrero en la cabeza, que dibujó para que formara parte de nuestro logotipo. Martha Pérez le puso palabras: “La inactualidad al instante”. Psyche Navegante apareció en la web. Metáforas, quisieron tomar lugar en el nombre de las secciones: Pañol, Lingadas, Puente de mando, etc. Pero la red, integrada por lectores que leen el español según el terruño desde donde lo hablan, prefiere el español neutro y da poco lugar a metáforas demasiado alejadas de la metonimia.
Pensé un esquema de revista sobre los moldes de la anterior, pero distinta. Convoqué a formar un cuerpo de redacción a una cantidad de colegas que merecían mi confianza por honestos, por su capacidad de escribir sin demasiados cripticismos y responsables en la teoría y la clínica. Intentamos nuevamente una revista pluralista, aspirando a la vez, que no estuviera despojada de poesía. No fue fácil. A la manera de cómo ocurrió con los nombres de las secciones, tuvimos que proceder también con el sumario. También impuse que fueran artículos de no más de 120, 150 líneas. La intención es que sean escritos donde la teoría fuera abordada en función de la praxis. No quise que el “intelectus masturbandis” tuviera espacio en la publicación.
Y el navío navegó. Luego nos invitaron a formar parte como suplemento de La Maga. Aceptamos con la condición de que no se manchara con algún tinte menemista. Ni bien el acuerdo fue violado por la dirección de esa revista nos retiramos con un interesante intercambio de cartas, público y polémico. Continuamos sacándola en Internet y gráfica, hasta que se nos hizo muy pesado económicamente y seguimos solamente en la red. Pasaron como editores y miembros del Consejo y de la mesa de redacción diferentes colegas. Cada uno dejó su marca. Varios desembarcaron, quedaron en algún puerto, o construyeron y echaron a navegar otros barcos, como La casa de Winnicott. En octubre del año pasado alumbramos una página absolutamente original: www.televerdades.com Tratamos con ella de testimoniar lo que circula como discursos inconscientes en la sociedad. Como toda experiencia original resulta dificultosa. Buscamos facilitarla a través de un intercambio de ideas permanente, tanto entre los que la hacemos, como con los otros colegas que escriben Psyche Navegante. El futuro dirá. Mientras, me aparté de la dirección de Psyche. Fui bien reemplazado por Laura Lueiro como directora, acompañada por un Consejo integrado por viejos lobos de mar: Alicia Smolovich (loba), Juan Carlos Mosca, Oscar Lamorgia y Abel Langer. Con ellos comienza otra historia en Psyche Navegante, seguramente con marcas de las anteriores pero que marcará con sus propios estiletes nuevos estilos.
Hija de libreros, editores, publicistas, periodistas, y psicoanalistas, La Nave va. Va, y parafraseando al poeta: “donde no hay camino, deja su estela en la mar”. Probablemente tocados por ella, muchos más continúen desarrollando el psicoanálisis como práctica para la cura de seres hablantes y como método para leer los efectos de sus movimientos en la cultura.
La revista se llama Psyche Navegante y el apócope trasmitió parte de una verdad de nuestro mito. Lo que ustedes van a leer en el CD son más de 50 números que lleva esta versión de un proyecto que ya no es el mismo, pero que empezó allá por 1987 (¡otro siglo!) y se llamó Psyche. En 1983 se había recuperado un estado con derechos civiles. No sólo había caído la dictadura militar, sino que había ganado las elecciones limpiamente, un partido que no había participado del desastre a que llevaron al país personajes de la calaña de Isabel Martínez de Perón, Carlos Ruckauf y José López Rega.
Jacobo Timmerman había vuelto contratado para renovar el diario La Razón. Como un resto de ese intento, salió durante un tiempo el primer suplemento de psicología que se editó en Argentina, bajo la dirección de Pedro Fernández Moujan, un joven y talentoso periodista que en ese entonces tenía 24 años. En Noviembre de 1985 y como culminación del trabajo que venía haciendo desde los últimos tiempos del “proceso” el departamento de salud mental dependiente de la Secretaría de derechos humanos del Servicio de Paz y Justicia dirigida en ese entonces por Claudio Lozano se llevaron a cabo, bajo la presidencia honoraria de Adolfo Pérez Esquivel y ejecutiva mía, las primeras y tal vez únicas hasta ahora, Jornadas sobre “Síntomas sociales en la transición a la democracia”. Los trabajos leídos en ellas se los llevé a Pedro quien publicó varios.
En Brasil la editorial paulistana Escuta se fundó con la publicación de Síntomas sociais, un libro que recopiló una selección de trabajos leídos en las mismas. Recopilación que hicimos con el dueño de la editorial -Manoel Tosta Berlinck- que había presentado en ellas un agudo escrito sobre su trabajo con chicos de una favela. La librería Paidos llevaba muchos años de dedicación a la venta de libros de psicología y psicoanálisis. Ya entonces la dirigía Marcelo Bernstein, hijo del fundador. Con él trabajaba Daniel Feijó, quien a la vez había armado una pequeña empresa de publicidad y publicaciones especializada en el “mundo psi”. Fue a Daniel al que se le ocurrió la idea de armar una revista especializada en psicología y psicoanálisis. Marcelo se prendió inicialmente a la misma y le propusieron participar a Pedro. Unían así: saber editorial, librero, publicitario y periodístico. Decidieron invitarme a mí y a otro colega en función de nuestro saber psicoanalítico. El otro colega prefirió declinar la invitación. Zarpamos cuatro. A los tres meses por motivos personales Marcelo desembarcó y seguimos los “tres chiflados”. La orientamos con pluralismo pero sin eclecticismo. Buscábamos artículos de los que nos parecían buenas plumas en lugares diversos del movimiento psicoanalítico y hasta de “Sistémicos”. Abrimos el primer número con Matar la muerte, un profundo artículo sobre el terrorismo de estado de Gilou Roger de García Reynoso y con uno mío Honor, horarios, honorarios que defendía la conceptualización de Lacan sobre el tiempo lógico, a la vez que ponía en cuestión la obsesividad de los reglamentos de IPA para el encuadre.
Fácilmente estará advirtiendo el lector que fuimos paridos por los dolores del terrorismo de estado, oxigenados por los aires de su derrota, y alimentados, pero sin sectarismos ni fanatismos, con la inyección que las obras de Lacan había suministrado al psicoanálisis y a la cultura argentina. Así salimos durante 35 números mensuales hasta que la marea de las tres hiperinflaciones, alfonsinistas y menemistas, nos ahogó. Antes probamos hacer una cooperativa que se vio imposibilitada de llevar adelante el proyecto, por estériles choques entre algunos narcisismos. Llegado el momento de concluir, lo hicimos con una Fiesta totémica en Babilonia, en la cual además de divertirnos, entregamos gratis todos los números de rezago que nos habían quedado. Cada uno siguió su camino. Relato los que me vienen a la memoria. Daniel Feijó y Marcelo Bernstein publican Psicolibros, Enrique Carpintero –Topía-, Carlos Bruck –Malestares, Pedro siguió trabajando de periodista a la vez que publicó Millas su primera novela y realizó Murgas y murgueros un bello documental cinematográfico. Yo fundé y participé durante seis años, hasta su disolución, en Herramienta Freudiana colaborando en la edición de los dos números de Cuadernos de Herramienta.
El tiempo pasó, mejor dicho, nosotros pasamos. Resultaba frecuente que en los pasillos de jornadas, congresos, paneles y en encuentros callejeros me preguntaran cuando iba a sacar nuevamente Psyche. Contestaba: “Nunca más”. Si no recuerdo mal, allá por finales de 1997, Raymundo Salgado inventor y dueño de la también mítica Letra Viva, a la vez que me proponía un artículo para la renacida Imago Agenda me insistió con la pregunta. Cuando estaba terminando el artículo me salió una frase que decía más o menos así: “y tal vez como los fantasmas, Psyche vuelva en Internet”. La frase había interpretado lo que se anidaba en las entrañas de mi deseo y que yo repetidamente había negado. Sabat con su inconfundible diapasón, nos dio el tono. Está en la caricatura de Freud con el barquito sombrero en la cabeza, que dibujó para que formara parte de nuestro logotipo. Martha Pérez le puso palabras: “La inactualidad al instante”. Psyche Navegante apareció en la web. Metáforas, quisieron tomar lugar en el nombre de las secciones: Pañol, Lingadas, Puente de mando, etc. Pero la red, integrada por lectores que leen el español según el terruño desde donde lo hablan, prefiere el español neutro y da poco lugar a metáforas demasiado alejadas de la metonimia.
Pensé un esquema de revista sobre los moldes de la anterior, pero distinta. Convoqué a formar un cuerpo de redacción a una cantidad de colegas que merecían mi confianza por honestos, por su capacidad de escribir sin demasiados cripticismos y responsables en la teoría y la clínica. Intentamos nuevamente una revista pluralista, aspirando a la vez, que no estuviera despojada de poesía. No fue fácil. A la manera de cómo ocurrió con los nombres de las secciones, tuvimos que proceder también con el sumario. También impuse que fueran artículos de no más de 120, 150 líneas. La intención es que sean escritos donde la teoría fuera abordada en función de la praxis. No quise que el “intelectus masturbandis” tuviera espacio en la publicación.
Y el navío navegó. Luego nos invitaron a formar parte como suplemento de La Maga. Aceptamos con la condición de que no se manchara con algún tinte menemista. Ni bien el acuerdo fue violado por la dirección de esa revista nos retiramos con un interesante intercambio de cartas, público y polémico. Continuamos sacándola en Internet y gráfica, hasta que se nos hizo muy pesado económicamente y seguimos solamente en la red. Pasaron como editores y miembros del Consejo y de la mesa de redacción diferentes colegas. Cada uno dejó su marca. Varios desembarcaron, quedaron en algún puerto, o construyeron y echaron a navegar otros barcos, como La casa de Winnicott. En octubre del año pasado alumbramos una página absolutamente original: www.televerdades.com Tratamos con ella de testimoniar lo que circula como discursos inconscientes en la sociedad. Como toda experiencia original resulta dificultosa. Buscamos facilitarla a través de un intercambio de ideas permanente, tanto entre los que la hacemos, como con los otros colegas que escriben Psyche Navegante. El futuro dirá. Mientras, me aparté de la dirección de Psyche. Fui bien reemplazado por Laura Lueiro como directora, acompañada por un Consejo integrado por viejos lobos de mar: Alicia Smolovich (loba), Juan Carlos Mosca, Oscar Lamorgia y Abel Langer. Con ellos comienza otra historia en Psyche Navegante, seguramente con marcas de las anteriores pero que marcará con sus propios estiletes nuevos estilos.
Hija de libreros, editores, publicistas, periodistas, y psicoanalistas, La Nave va. Va, y parafraseando al poeta: “donde no hay camino, deja su estela en la mar”. Probablemente tocados por ella, muchos más continúen desarrollando el psicoanálisis como práctica para la cura de seres hablantes y como método para leer los efectos de sus movimientos en la cultura.