Es un apasionado de la basura. Esta palabra suele repetirse en sus escasas declaraciones, una de ellas, refiriéndola a esta revista. Se ha dedicado fuertemente, al negocio de recolección de basura. Eligió como estampita electoral, sacarse una foto al lado de una nena pobre junto a un montón de basura. ¿Esta pasión de Mauricio, puede decirnos algo más qué, que tiene ojo para uno de los negocios más redituables de la era ecosistema basurero? ¿Y algo más, que su afán político de recaudar votos entre los sectores más marginados, aprovechándose de la exclusión de los mismos de la economía y la cultura?
Tal vez nos ayude, tomar en cuenta declaraciones de su padre y respuestas de él.
En La Nación, Franco Macri, “…admitió que la última vez que tuvo una charla a fondo con su hijo fue "hace varios años" El jefe del clan familiar cuenta, que hace mucho que Mauricio, quedó al margen de la relación con él. Lo que fue ratificado por éste cuando en respuesta declaró: “Es una muestra más de que no tengo nada que ver con las actividades de mi padre" Con respecto a las declaraciones laudatorias de papá Franco hacia Kirchner, según La Razón, “su hijo Mauricio, diputado nacional y líder de Pro, admitió ayer que tomó con ‘suma incomodidad’ la situación”.
Resumamos. Gusto por trabajar con la basura, con mostrarse cerca de la basura escudándose en una niña, insistencia de la palabra basura en su boca.
Acá, “un corte, una quebrada y volvemos”. A partir de los 80 se han ido produciendo modificaciones fundamentales en el modo de producción capitalista. Fueron las que sostuvieron desde la estructura económica, el “éxito” en definitiva fracaso, de la oleada neoconservadora, que una mayoría de cerebros de sociólogos, economistas y políticos (políticamente correctos) prefirieron llamar neo-liberalismo. En vías de extinción las grandes cadenas de producción como efecto de la informatización y robotización de aquella y su aprovechamiento voraz por los capitalistas, se instaló en la aldea global la desocupación estructural. A veces más, a veces menos, pero desde entonces, omnipresente. La misma instaló también, la exclusión del circuito productivo de enormes masas de personas. Dicha exclusión, las despersonaliza progresivamente. Esto, sumado a la globalización, gracias al desarrollo de las comunicaciones en todos los terrenos: telefónico, informático, televisivo, vial, aeronáutico y marino, ha generado condiciones para el desarrollo de un nuevo tipo de capitalista al que sólo le interesa aumentar la tasa de ganancia. Lo que colocó en el centro al capital financiero y al “negocio” de comprar empresas, reciclarlas según los nuevos patterns para venderlas con grandes ganancias, y las deslocalizaciones de empresas. A estos capitalistas, ya no les importa el buen nombre y honor de sus firmas. Lo que paradojalmente, ya que ocupan el centro de la escena, los transforma en marginales a la civilización, despersonalizándose. De ahí, la tendencia a aliarse entre esos grandes capitalistas y la mano y seso de obra, marginada de la producción. Los une, la des-civilización. Esa alianza se da entre jefes del narcotráfico (basura), bancos (norteamericanos incluidos) políticos, militares y policías. En otros sectores, dicha alianza trafica objetos en apariencia un poco menos espurios: dinero, basura, pero también despersonalizantes.
Mauricio, según sus propias declaraciones, es un hijo marginado de la relación con el padre. Cagado, como en las ocasiones en que Franco Macri alabó a Kirchner e incómodo por sentirse cagado. Es común, que los que se sienten cagados, hagan cagadas para cagar a otros. Lo que sostiene la cadena de cagadas de la humanidad, transformándola cada vez más en un gran basurero de basuras recicladas para producir más basura. Resulta lógica entonces, la pasión de Mauricio por la basura.