§ Los psicoanalistas podemos contribuir a analizar lo que acontece en los lazos sociales utilizando la interpretación psicoanalítica y teniendo en cuenta unos pocos axiomas encontrados en el análisis de lo que dicen quienes se analizan.
Estos son:
a) las relaciones de soporte y exclusión, entre deseo y goce (articulados como causa y límite)
b) de causa y represión entre lo no reconocido o desconocido pero deseado de saber- y lo supuestamente sabido
c) el recorrido paradojal, moebiano[1] del narcisismo, que lo lleva a resultar a veces favorable al “sí mismo” y otras perjudiciales.
Analizamos las letras que con diferentes vestiduras aparecen en actos y enunciaciones en los actores sociales, solos o en corporación. El método para interpretar, del psicoanálisis en extensión, debe ser abstinente y estrictamente formal. Debe dejar a la persona del analista y sus pre-juicios lo más en suspenso de que sea capaz, conducido sólo por el Deseo del analista. El que apunta a producir la máxima diferencia entre ideal y objeto.
a) las relaciones de soporte y exclusión, entre deseo y goce (articulados como causa y límite)
b) de causa y represión entre lo no reconocido o desconocido pero deseado de saber- y lo supuestamente sabido
c) el recorrido paradojal, moebiano[1] del narcisismo, que lo lleva a resultar a veces favorable al “sí mismo” y otras perjudiciales.
Analizamos las letras que con diferentes vestiduras aparecen en actos y enunciaciones en los actores sociales, solos o en corporación. El método para interpretar, del psicoanálisis en extensión, debe ser abstinente y estrictamente formal. Debe dejar a la persona del analista y sus pre-juicios lo más en suspenso de que sea capaz, conducido sólo por el Deseo del analista. El que apunta a producir la máxima diferencia entre ideal y objeto.
§ Descubrimientos como -Inconsciente y castración del lenguaje por lo real- plantean que no hay teoría psicoanalítica, económica, o social que logre dar cuenta de los fenómenos culturales y sociales en toda su extensión. Por eso el psicoanálisis debe ofertarse para cooperar con otras disciplinas, en la tramitación del desencuentro entre teorías. La interpretación psicoanalítica puede relanzar lo simbólico, a partir de las letras que con diversas vestiduras quedan boyantes en sus bordes agujereados.
El sujeto concibe la realidad desde lo que su narcisismo le propicia y lo entrampa. Funciona a partir de identificaciones homeomórficas que constituyen su Imaginario, proyectándolas sobre su construcción de la realidad. Así como presionado por deseos inconscientes causados por lo realmente ausente de los objetos y atraído por sombras fantasmáticas realizadoras en parte y en otra tergiversadoras de sus deseos. Deseos resistidos y realizados por la presión pulsional, real. Por eso se “goza”[2] transaccional y equívocamente.
Parafraseando a Carlos Marx, pero no para quedarnos en lo que de él se reveló desacertado, en vez de decir que el ser social condiciona la conciencia social, podemos afirmar: el afincamiento de goce condiciona el accionar del ser parlante. Sus deseos: la puesta en cuestión de lo instituido. Esto nos lleva también a captar que la lógica social debe ser analizada según las circunstancias, en los tres registros. A la vez advertimos que dicha lógica es moebiana. Diversos sectores sociales pueden ocupar una cara de la banda e inadvertidamente pasar a la otra. La experiencia muestra que el afincamiento de goce no depende solamente de la voluntad de cada ser parlante, sino también de cómo se halle “plantado” socialmente (intereses y pertenencia a corporaciones).
Los psicoanalistas cuando participamos como actores en movimientos sociales, sufrimos los mismos condicionamientos que cualquiera.
El psicoanalista como resultado de su función tiende a no conformar a nadie, sí a advertir sobre la incidencia de los tres registros y de los soportes entre sintomáticos y “sinthômaticos”[3] de la sociedad, analizada como objeto (a en la “lalengua” de Lacan) en cada circunstancia. Análisis útil para los actores sociales mejor causados y menos inhibidos.
No hay que olvidar la aguda observación de Machiavelo en “El Príncipe”. A la política se dedican hombres buenos que buscan fines buenos y por eso utilizan medios buenos y hombres malos que buscan fines malos y por eso utilizan medios malos, por lo que finalmente ganan los malos. Las experiencias revolucionarias transcurridas a partir de entonces (burguesa, comunista, fascista, thatcheriana, etc...) dejaron una experiencia ética de la cual no se debe renegar: los fines son marcados por los medios.
El método del psicoanálisis no sirve para dirigir nada, pues su efecto de develar el deseo inconsciente de los sujetos propulsa la caída o por lo menos el aflojamiento de las identificaciones, que son la vía principal y casi exclusiva de la consistencia de las masas, amasables pulsionalmente a través de sus componentes yoicos[4]. En consecuencia: atendiendo sus demandas que reprimen a sus propios deseos, soportan fascinaciones o agresividades según el momento y tensiones potenciadas por la presión de dichas pulsiones. Quienes cuestionan al psicoanálisis en extensión por poco incidente olvidan que lo mismo ocurre con el psicoanálisis en intensión. Pero parafraseando a Mimí Langer en una anécdota que me relató Horacio Etchegoyen podemos decir: el psicoanálisis en extensión hace muy poco por la gente, pero ese poco ¡cuánto que es!. Basta registrar sus efectos a veces positivos otras negativos, en el discurso en los medios y en la calle.
Parte importante del análisis psicoanalítico de los hechos sociales resulta acaparado por el de las transferencias en juego. Lacan, en su “Proposición del 9 de octubre de 1967” sugirió trabajar la relación entre amar y Sujeto supuesto Saber, para continuar la investigación de Freud en su “Psicología de las masas y análisis del yo”. Se ama a quien se le supone saber resolver las falencias que afectan al amante.
Como sabe cualquier político experto, la política tiene como punto de Arquímedes el Poder efectivizar. A las medio-verdades del Poder las define una estructura compleja de consenso (relaciones de fuerza) que atraviesa coyunturas diferentes. Como lo definió Freud en el libro antes aludido las organizaciones artificiales de masa funcionan por identificación entre los yo de los que las integran a partir de la identificación al liderazgo tomado como objeto e ideal.
De ahí que Lacan no conciba que ningún discurso sostén de lazos sociales, funcione sin el lugar de agente con apariencia dominante. Apariencia, en tanto teniendo mucho peso la función del agente, éste no la puede llevar adelante por fuera de los condicionamientos que la estructura del discurso que agencia le impone, por las correlaciones entre lo que ocupe sus cuatro lugares (agente/verdad ----- otro/producción). Lacan, que habitualmente prefirió dejar de lado la pregunta por los orígenes, no dudó en suponer al del amo antiguo (S1/$ --- S2/a) como el primer discurso que hizo su aparición en la historia humana. Dicha historia ha demostrado sobradamente y al costo de muchos millones de muertos violentamente, que no hay sociedad que funcione sin un agente que aparente dirigir. Lo que quede en ese lugar puede producir efectos diversos. No son los mismos los del amo antiguo, que los del universitario, del capitalista de inversiones golondrinas, o de las demandas de la histeria. En dicho contexto de experiencia histórica de las ideas y de acción práctica en política, la humanidad ha sostenido básicamente dos formas de gobierno: dictadura o democracia.
Cada vez que alguna se instaló y logró sostenerse, fue porque contó con alguna expectativa ilusionada (consenso) de mayorías. La democracia se distingue, porque facilita gestionar los inevitables conflictos sociales más civilizadamente y con menos violencia, para lo cual requiere una fuerte transferencia de las mayorías hacia dicha forma de gobierno y de los que la sostengan. La dictadura se presenta como tope a situaciones que prefiguran desembocar en anomias y anarquías. En esos estados, la masa ante la angustia causada por el vacío en el lugar del agente o porque éste ocupado por la posición histérica de demanda permanente, suele comenzar a desear un “Mesías con mano dura”.
En ambas, sólo mediado por rasgos personales y contextos sociales de cada agente, más tarde o más temprano el poder decidir tiende a corromper, a “acomodar”, a quienes lo detentan. Lo que ocurre en cualquier espacio –estatal, partidario, sindical, empresarial, etc... Uno de los determinantes es el hecho de que mientras la diferencia de valor que produce el trabajador con sus horas de trabajo en relación a lo que recibe como pago es calculable, no lo es la función del agente en tanto su valor está determinado no por sus horas de trabajo, sino por su disposición al riesgo y su habilidad para ordenar. Esto pone en cuestión el modo de calcular el valor y la plusvalía por Marx, en tanto se remitía sólo a las horas de trabajo del trabajador.
El lazo social necesario para producir supone dos posiciones de goce diferente: la del que arriesga dirigir y la del que no quiere más que ser dirigido. El primero se enfrenta a todos los albures que la suya significa. El dirigido cree que los elude. Mientras el primero ordena, en todos los sentidos de este significante, el segundo busca cobijarse y desde ahí demandar. Al ser imposible la producción sin la participación de ambas posiciones, las tensiones por la distribución del producto en plus se da entre ambas. Ambas tienden a acomodarse y a sacarle ventajas a la otra. El sadismo anal y oral son los componentes libidinales pulsionales predominantes en quienes quedan como amos, la oralidad succionante en los que buscan resguardo en estos.
Dictadura y democracia no son más que ficciones, apariencias de modalidades de gobierno. Ninguna escapa a la imposibilidad de Gobernar, al “eterno retorno” del síntoma: fracaso en el gobierno. La razón fundamental, aunque no la única, reside en la existencia del Inconsciente. Torna imposible la representación representativa. Nadie puede representarse plenamente sus deseos y a sí mismo y mucho menos a los otros y los de ellos. Los deseos, por responder a las carencias de cada uno son singulares y en parte, a veces totalmente ajenos, a las conveniencias de los otros. De ahí que todo acto de gobierno resulte sintomático. Llevado a cabo desde la posición del agente, metaforiza una transacción entre demandas y goces en conflicto, indicadores y represores de deseos sugeridos en la escena. “Gobernar es imposible” y necesario.
Imposible porque no hay bien supremo común y por lo imposible de la representatividad. Necesario, porque no dejan de escribirse modelos que lo intentan. De donde los gobiernos resultan síntoma de cada sociedad y a veces, transitorios “sinthôme”.
Los medios masivos de comunicación tomaron peso fundamental con la radio portadora del objeto voz y la televisión que al sumar las imágenes genera atmósferas de sueños. No exigen saber leer, se arraigan masivamente, trasmiten a todas las latitudes en tiempo real y pueden ser portátiles. Estas condiciones los colocaron en el corazón del Poder. En él funcionan según una lógica soportada por dos variables.
1) Su negocio depende de las mediciones de “rating”, audiencia, ventas, por lo que no se pueden apartar del imaginario masivo, de alguno de los estados medio de la opinión pública. O sea, no sólo influencian a su público, también son influenciados por él. El “zapping” acentuó esta característica.
2) Buscan influir en la opinión pública en función de los intereses de los dueños de cada medio. Pero, a partir de los condicionamientos antedichos.
[1] Recorriendo la banda de Moebius imperceptiblemente se pasa de una cara a la opuesta en un lugar distinto al punto de partida.
[2] En el sentido que Lacan le agregó al término. El goce como lo que hace sentir el cuerpo, tanto en el disfrute como en el sufrimiento, pudiendo generar hábitos difíciles de resignar. Y que como señala en “La Tercera de Roma” es la residencia del “ser”.
[3] En el sentido que Lacan nomina a un síntoma productivo, anudador y estabilizador de la estructura R.S.I Nudo que re-anuda estabilizando, si se presenta falla en el anudamiento entre los tres registros –Real, Simbólico e Imaginario- El síntoma intenta fallidamente, esta misma función. (Ver el seminario XXIII: El sinthome)
[4] Sigmund freud: Psicología de las masas y análisis del yo, ver el capítulo Enamoramiento e hipnosis.
[1] Recorriendo la banda de Moebius imperceptiblemente se pasa de una cara a la opuesta en un lugar distinto al punto de partida.
[2] En el sentido que Lacan le agregó al término. El goce como lo que hace sentir el cuerpo, tanto en el disfrute como en el sufrimiento, pudiendo generar hábitos difíciles de resignar. Y que como señala en “La Tercera de Roma” es la residencia del “ser”.
[3] En el sentido que Lacan nomina a un síntoma productivo, anudador y estabilizador de la estructura R.S.I Nudo que re-anuda estabilizando, si se presenta falla en el anudamiento entre los tres registros –Real, Simbólico e Imaginario- El síntoma intenta fallidamente, esta misma función. (Ver el seminario XXIII: El sinthome)
[4] Sigmund freud: Psicología de las masas y análisis del yo, ver el capítulo Enamoramiento e hipnosis.